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El viento que acaricia el prado

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Recientemente dije que lo mejor de la cartelera venezolana era Zodiac. Después de ver el viento que acaricia el prado, no estoy tan seguro. Traída por el festival Euroscopio, que ha pasado por debajo de la mesa igual que el reciente festival de cine francés que no causó mayor alboroto, nos llega The wind that shakes the barley (El viento que acaricia el prado), un bello título de una película nada bella y atestada de horror y crudeza en sus dos horas de metraje.

1920, los ingleses colonizan y tiranizan a Irlanda, los soldados del imperio inglés ejecutan abusos terribles contra los ciudadanos irlandeses, así estos sean humildes campesinos que jugaban pelota en un campo. Un grupo de campesinos sin entrenamiento militar conforman el IRA, ejército republicano irlandés, que inicia una guerra de guerrillas por la independencia de su país y el establecimiento de una república. En un pueblito, los hermanos Teddy O´Donnovan (Cilliam Murphy) y Damién O´Donnovan (Liam Cunningham) pelean debido a que Damién desea irse a Londres a ejercer como médico, mientras Teddy quiere unirse al IRA, al momento de irse del país Teddy, que acaba de ver morir a su amigo solo por negarse a decir su nombre en inglés, observa como un maquinista de tren se resiste al ejército inglés y eso, lo motiva a volver a su pueblo y unirse al IRA.

La guerra comienza y poco a poco se va volviendo cruenta y salvaje, lo que comenzó como una guerra de independencia que se suponía epopéyica y heroica, empieza a degenerar en la deshumanización de los militantes del IRA, el médico que se negaba a la guerra, ejecutará a un muchacho cuyo crimen fue delatarlos previo chantaje de su patrón.

Así, el film se desarrolla manteniendo el balance entre las crueldades cometidas por el ejército inglés y las desviaciones del IRA. Aunque la cinta, claramente, se parcializa a favor de los independentistas que son vistos como muchachos bien intencionados y cuyos abusos son presentados como leves desviaciones. Mientras, los ingleses son deshumanizados y miserables sin escrúpulos, apenas y si vemos a un soldado inglés ayudando a escapar a los guerrilleros que han caído presos, mientras el resto son unos monstruos dispuestos a: matar a una niña de un cachazo en el rostro, asaltar una casa e incendiarla, tomar a Sinead una de las jóvenes que la habita (que está enamorada de Damién) para arrancarle pedazos del cuero cabelludo, los veremos torturar a Teddy arrancándole las uñas una a una, los vemos matar sin contemplaciones. Por otra parte los milicianos del IRA: lloran y discuten antes de fusilar al joven delator, discuten antes de desobedecer la orden de uno de sus tribunales, y siempre cuestionan la moralidad de sus acciones.

Luego vendrá el armisticio, el pacto que establece la independencia de Irlanda, el derecho de tener su propio parlamento y derecho de elegir a su propio gobierno y sistema económico, pero, jurando lealtad a la corona británica y excluyendo a Irlanda del Norte que seguirá bajo el dominio inglés, además, los militantes del IRA que deseen pasarán a ser parte del ejército inglés. El pacto lo aceptarán los políticos y será ratificado por los irlandeses en referéndum. Esto generará la división del país, con una mayoría que apoya el acuerdo y un grupo que cree que los deseos de independencia no han sido satisfechos y que terminan acusando de traidores a quienes aceptan el tratado.

Los hermanos O´Donnovan también se dividen, Teddy se une al ejército inglés y acepta el trato, siente que el arreglo es una posibilidad de paz y de salvar a los miles de refugiados que se han desplazado por el conflicto. Damién cree que se debe continuar con la lucha, descalifica el pacto, cree que es traición a sus compañeros muertos el aceptarlo, acusa a los irlandeses de ser cobardes y de haber ratificado el pacto en el referéndum porque tienen miedo o desean comodidad, por eso decide unirse a una fracción del IRA que continúa con la lucha armada y Damién se enfrenta a su propio hermano que como miembro del ejército real de Gran Bretaña está dispuesto a obedecer sin problemas al gobierno que antes combatió. Todo eso degenerará en uno de los más agrios y brutales finales que hayamos visto en mucho tiempo.

Lamentablemente la película termina dejándote insatisfecho, ya que si bien es una valiente recreación de la historia de Irlanda, de la brutalidad inglesa, y del verdadero origen del IRA (que es visto en el mundo como un grupo de terrorista que salieron de la nada y que matan sin razón), no es menos cierto que el IRA, dejó de ser un grupo de independentistas irlandeses, para acometer acciones espantosas, rechazadas por la mayoría de sus ciudadanos, acciones terroristas contra sus propios habitantes. El siempre populista director Ken Loach, trata de abrigar con heroísmo a un grupo que, en la actualidad, mata con la misma crudeza de los soldados ingleses a mujeres, niños y civiles inocentes en cobardes atentados con bombas. Aquí ocurre lo mismo que con Palestina, una causa justa manchada de sangre y deslegitimada por radicales que creen que el fin justifica los medios.

Desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, El viento que acaricia el prado es memorable. Las actuaciones realistas e intensas de su elenco encabezado por los brillantes Cilliam Murphy y Liam Cunningham como los hermanos O´Donnovan, secundados por Padraic Delaney interpretando a Dan, uno de los militantes más equilibrados del movimiento y Orla Fitzgerald excelente como la joven Sinead, y creo que el elenco que representa a los soldados ingleses luce sobreactuado pero es más por los personajes que por los actores en sí.

En fin, vayan a verla porque es una gran cinta, pero tengan el escepticismo suficiente como para no comprar de lleno el discurso, a largos ratos, maniqueo de su director.

9/10

John Manuel Silva.

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