panfletonegro

el comediante

Ansioso por el público de esa noche Damián sonrío un poco, se rasco la garganta y sorbió tres tragos de agua. Los clientes del bar El Inquieto creyeron obtener lo que ellos querían. No obstante, el comediante de esa noche les transmitió lo mejor del repertorio. Justificando cada una de las entradas, bebidas y demás gastos de los comensales. Ellos pretendieron gastar una broma al peso medio caído en desgracia, lo demás fue pan comido. Nada parece indicar que estuvo ausente, más en todo momento se calzo bien los zapatos y alcanzo a destronar a la adversidad de su peldaño de reina sucia. La perorata siguiente, es un monologo interior/exterior de Damián:

El público hizo aguas de la risa, la mayoría pidió otra ronda de bebidas espirituosas y salieron contentos del bar. Pero lo que no sabían es que ese había sido el último combate de Damián, ¿o show? la verdad es que la moneda dio por el lado de la soledad y, queriendo llenar un vacío imposible el campeón no pudo cargar más el peso de su pasado y se descargó un pepazo en la boca.

Antes en algún lugar de un barrio caraqueño Damián pedía rondas de caña para sus amigos, luego de una pelea estelar que termino en una juerga demencial. Que en pocas palabras siempre fue el final distintivo para un salvaje que permaneció un paso más allá que cualquier otro hombre que se jacte de ser especial.

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