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¡Es el petróleo, frívola! I

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Por un tiempo entretuve la idea de que la frivolidad y la banalidad del venezolano eran la causa de todos sus males. Conectando los puntos, aunado a la exposición a otras idiosincrasias, me di cuenta que la frivolidad es solo una conducta adquirida como consecuencia de un modo de vida subyacente. Las elites en este país, que es donde más permea este virus nefasto, poseen demasiado tiempo entre sus manos producto de una riqueza no correlacionada con la productividad sino con la captura de la mayor parte de la renta generada por el petróleo. Ayer, hoy y siempre.

Las elites de los países desarrollados sustentan su riqueza, en general, en una alta productividad, es decir en desarrollo de ideas, producción de patentes, protección de mercados, innovación, etc., etc. cosas que requieren de mucho tiempo, esfuerzo y riesgos para generar alguna plusvalía además de que requieren buscar la cooperación de muchas personas (empleados o socios) y capital ajeno para lograr sus objetivos. En cristiano estas elites tienen oficio, trabajan en equipo y son industriosas. La frivolidad y el esnobismo, que no son otra cosa que formas de sectarismo, surgen cuando la riqueza no está tan correlacionada con el trabajo, ni con la salud de una industria, ni con la toma de riesgos, ni sobre todo con la necesidad de cooperar con otros miembros productivos de la sociedad. De lo único que se trata es de asegurarse por la vía de la coerción (legal o no) la captura de la mayor parte de la renta. En el caso de Venezuela de la renta petrolera. Se da entonces el caso contrario: elites que no tienen oficio, son altamente sectarias (esto muchos lo confunden con la quintaescencia de elitismo, pero no lo es) y no son para nada industriosas sino más bien mentecatas y es que el ocio es muy mal consejero. Esto no solo ocurre aquí sino también en Beverly Hills, Londres o Moscú donde ya vemos como otro tipo de riqueza, la heredada y reproducida en el sistema financiero, crea frivolidades desbordadas. Es algo universal y el venezolano no es ni más ni menos propenso a esto.

Sin embargo lo que si diferencia Venezuela de otros países ha sido la debilidad de sus instituciones. De todo lo malo que surge cuando de la tierra brota oro lo peor no es quizás esta molesta frivolidad sino otras cosas. Se me ocurre la tendencia a influir y poner gobiernos clientelares por parte de un pequeño grupo para perpetuar el status quo, la corrupción que esto genera y la degradación subsecuente de las instituciones lo que crea un círculo vicioso del que casi siempre se sale con una forma de fascismo. El brazo político de la frivolidad no es compatible con la democracia. Sin embargo mientras haya democracia e instituciones sólidas la frivolidad puede y debe tener su espacio en la sociedad. Es hasta saludable.

Por no tener el diagnóstico acertado muchos creyeron que el problema eran las elites, o la riqueza de estas y que eliminado a las elites y poniendo la riqueza bajo el firme control del Estado todo cambiaria para mejor. El chavismo es ante todo un movimiento anti-elitista pero no por eso menos sectario que sus antecesores. Más bien batió todos los records en este apartado. La realidad es que bastó aniquilar una elite para que otra surgiera y se consolidara. El problema se me ocurre entonces no era uno de elites o no, sino de COMO se genera la riqueza en este país lo que irremediablemente, casi que matemáticamente, propiciará y consolidará la formación de elites retrogradas incapaces de mirar más allá de sus narices. En el proceso de generación de riqueza es donde están todos nuestros males. El concepto de idea, inversión, riesgo y retorno que es como la mayor parte de la riqueza debería de ser generada es algo muy ajeno para muchas personas en Venezuela, especialmente para los que viven de la política. Empezando que la idea del fracaso individual no se digiere muy bien ni es socialmente aceptada siendo ésta parte fundamental del viaje que todo emprendedor tendrá en la búsqueda de sus sueños. Paradójicamente el estigma del fracaso individual ha producido un país que como un todo luce como un inmenso fracaso.

 

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