Para nadie es un secreto que Venezuela fue bendecida de una riqueza y majestuosidad única. Como habitantes, lo tenemos presente; pero muchas veces son tantas las opciones y hermosas vivencias que este bello país está dispuesto a regalarte, que a veces, hasta teniendo toda una vida viviendo en él, desconoces muchos nuevos y especiales momentos que están a tu entera disposición. Hoy, nosotros, Gabriel Núñez y Luis Acuña, queremos regalarte una valiosa guía para que disfrutes lo mejor que tiene Venezuela preparado para ti.
¿Aceptas el reto? ¡Pues atrévete a cumplir esta guía y compartirla con tus amigos! ¡Qué viva Venezuela!
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Comprar ropa en el cementerio y que te la roben a la salida.
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Subir al Ávila por La Julia o Sabasnieves y ser testigo de una violación entre sus arbustos.
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Perder la cuenta de cuántos muertos has visto.
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Asistir a clases de motopiruetas en cualquier barrio de Caracas.
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Convencerte a ti mismo que si tienes cara de culo todo el tiempo los malandros no te van a robar.
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Tirarle una bombita pal fresco a algún fiscal, para que cambie los hechos en la declaración y así la compañía de seguros te pague el siniestro.
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Lograr que alguien te diga “agarra un taxi” por quejarte en el metro.
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Tener amibiasis por comer en algún perrero del Centro de Caracas.
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Visitar al cunaguaro mutilado del Pinar.
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Cantar una canción de Alí Primera mientras campaneas un dieciocho años.
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Caerte por las escaleras del metro un día lluvioso porque la gente no se aparta de la salida.
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Darte unos besos en algún mirador de Caracas y ser secuestrado por la policía.
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Caminar por Playa Pantaleta y cortarte el pie con una botella rota.
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Acostarte a tomar una siesta en la grama del Parque del Este y luego levantarte con semen en tu espalda o mierda de perro.
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Pararse a recoger agua bendita de Betania en una botella de refresco.
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Tener a un familiar con un ACV que no dejan pasar de la recepción de la Clínica El Ávila porque esperan por la clave de la compañía de Seguros.
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Cambiarte de canal en la autopista sin que te dispare un motorizado.
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No haber visitado algún país del primer mundo, pero mantener y discutir que Venezuela es el mejor país del universo.
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Contar cuántas veces suenan Arjona y Maná en las tiendas del Sambil.
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Enterarte de que la buhonera que vende ponqués y conservas en la acera, gana 8 veces tu sueldo como profesional.
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Que te asalten en Los Roques.
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Hacerte el dormido en un vagón de Metro para no darle el puesto a una anciana con bastón que carga a su nieto.
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Hacer la cola de los que van sentados en los autobuses de Chacaíto.
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Esperar al menos 10 horas en Maiquetía por la salida de un vuelo nacional de media hora.
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Que te ofrezcan coñazos por no querer comerte el semáforo.
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Tomar un cafecito mientras lees Noticias24 en la oficina.
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Gritarle a alguien “chavista/escuálido tenías que ser” mientras vas manejando.
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Pintarte las manos de blanco en alguna marcha y cantar con los estudiantes. Luego participar en una bailoterapia en apoyo a Capriles.
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Viajar por carretera con una franela y una gorra roja por si te para la Guardia Nacional.
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Pensar sobre tu futuro en el país y evaluar el suicidio.
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Llevar a tu abuela al banco para pasar por la cola de la tercera edad.
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Decir que no hay mejor ser humano en el mundo como el venezolano.
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Que la Guardia Nacional te huela la ropa interior en Maiquetía.
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Vivir la emoción de ver jugar y perder a La Vinotinto.
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Hacer la “ruta millonaria” y darle las gracias a los malandros por no matarte / violarte.
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Orinar en el baño subterráneo del Unicentro.
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Inventar vías creativas de llegar a casa por si acaso te están persiguiendo.
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Comprar un pasaje solamente con la idea de raspar el cupo de la tarjeta.
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Ir a bailar changa tuki en el funeral de un malandro, si tienes pistola para echar tiros al aire, mejor.
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Gastarte casi un año de tu salario y así poder comprar un iPhone de última generación que te permita posturear triunfalmente.
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Ir a la terraza del 360 y sentarse del lado que da hacia los ranchos.
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Tocar cacerola.
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Planear un viaje a Mérida para ir al teleférico sin averiguar si está funcionando.
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Decir que la gente ya anda arrecha y que a este gobierno le falta poco para caer.
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Estar en medio de una guerra de botellas en alguna playa de Margarita.
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Pagarle a unos malandros para que te desaparezcan el carro y así cobrar la pérdida total del Seguro.
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Navegar la principal de Las Mercedes un día de lluvia.
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Llegar hediondo a gasolina siempre al trabajo por irte en carrito por puesto.
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Pasar una hora sin moverte en el VAO de la Trinidad.
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Realizar algún trámite pagándole a un gestor.
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Intentar cobrar el paro forzoso que te descuentan todos los meses.
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Comprar por moda una gorra y calcomanía de “Bass Pro Shop”, a pesar de que no tienes ni la menor idea sobre pesca o caza.
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Meter avena del Mercal en una lata de avena Quaker.
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Tener un iPhone pero no tener saldo.
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Estudiar una carrera de cinco años para terminar vendiendo pantaletas en la Hoyada.
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Comprarte una Bera para subir desde La Guaira haciendo caballito.
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Encontrar a Dios para agradecerle que no te pasó nada y que sólo te robaron el carro, la quincena, el teléfono, etc.
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Asistir a cualquier baño del C.C. Sambil y participar en las sesiones de masturbaciones asistidas que se realizan a diario.
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Perder tres kilos en el cine porque no hay aire acondicionado.
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Ir a un matiné y bailar changa Tuki.
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Ver una foto de tus compañeros de colegio y sacar la cuenta de cuántos quedan (vivos) en Venezuela.
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Ahorrar en bolívares.
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Hacer reír a un mesonero diciéndole que no volverás al restaurante por el mal servicio.
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Comprar un hierro con seriales rayados a algún malandro.
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Hacer dos horas de cola en el teléferico del Ávila para relajarte escuchando reguetón a todo volumen en la estación.
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Pasar por debajo del puente de La Urbina en la madrugada y esquivar los desechos que te lanzan para que te pares y seas robado.
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Ir a la Colonia Tovar para poder lucir la bufanda y la chaqueta de esquí que te prestaron cuando fuiste a Bogotá.
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Ser testigo de alguna aparición misteriosa y divina de nuestro Supremo Líder Comandante Hugo Chávez en algún charco de agua, piedra, nube o desecho fecal.
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Echar un polvo en El Volta y que te contagien alguna ETS.
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Preguntarte dónde están los volcanes que nombra la canción «Venezuela».
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Tener un celular chimbo en el bolsillo mientras guardas tu smartphone en un bolso para que no te roben.
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Sentirte en el medio de una historia épica porque conseguiste papel higiénico, pollo y leche en el mismo sitio.
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Ir a Boca de Uchire, sentirte millonario entre tanta pobreza y levantarte y acostarte con alguna carajita del pueblo que pensó que te enamorarías de ella y la llevarías a Caracas.
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Llegar a las 8.30 am al banco y que cuando toque tu turno a las 12 todas las cajeras/promotoras se hayan ido a almorzar.
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Decir con orgullo que El Ávila es el pulmón y guardián de Caracas.
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Cruzar el puente sobre el lago de Maracaibo y que se te haga un nudo de la garganta por temor a que se caiga.
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Ir a algún concierto de Olga Tañón.
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Pararse en todas las alcabalas porque te gusta sentir la adrenalina.
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Silbar en el cañón de una pistola.
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Decir que Caracas tiene playa a media hora aunque nadie haya hecho ese tiempo desde finales de los ochenta.
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Participar en un saqueo.
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Viajar con un pie en la puerta y el otro en el aire en un autobús.
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Tomarte un Toddy frío en el Motel Orquidea en La Panamericana, luego de haber echado un polvo con la ventana abierta.
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Contar cuántas putas hay en La Libertador a las 9 de la mañana.
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Conocer a un pran.
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Llorar de alegría cuando te aprueban Cadivi; o de tristeza si te lo niegan.
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Subir de La Guaira y exclamar que los ranchos parecen un pesebre.
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Tomarte una foto con güisqui en una playa y subirla a Instagram con la leyenda “Este socialismo me está matando”.
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Que te roben el koala, las toallas y el Coppertone, mientras te bañabas con tu pareja en cualquier playa venezolana.
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Salir en menos de dos horas del estacionamiento del Universitario luego de un Caracas-Magallanes.
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Dejar de hablarle a algún familiar por ser chavista.
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Comprar una camisa Lacoste o Columbia original aunque no sepas la diferencia con las de imitación.
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Tomar un mototaxi y volarte una rodilla con el parachoques de un carro.
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Cortarte un dedo y recorrer cinco hospitales antes que te atiendan.
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Intentar emigrar de Venezuela.
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Cenar en el 5to piso del Tolón y sentirte en Nueva York en especial cuando llegue la cuenta.
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Quejarte de la especulación mientras vendes dólares a mercado negro
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Irte a Suiza de vacaciones porque te sale más barato que la Gran Sabana.
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Caerte a coñazos en algún Central Madeirense porque alguien tomó tu paquete de Harina PAN.
100. Ir a una oficina del SAIME y gastarte la mitad del sueldo comprando un puesto en la cola, un banquito para sentarte y un jugo de tamarindo.
101. Ser asesinado y que tu cadáver sea abandonado en Parque Caiza.