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La falacia de la naturaleza humana

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Es regular que en una conversación, al relucir los problemas del mundo, de las guerras, de las miserias… salga alguien que diga: «Lo que pasa es que hemos perdido nuestra naturaleza», o «Es que nos hemos desnaturalizado». Pero, ¿cuál es esa naturaleza humana, que supuestamente hemos perdido?

Una de las características de la naturaleza de los pingüinos emperador es que es monógamo seriado, es decir, sólo tiene una pareja por un tiempo determinado, en el caso de esta ave es de un año. Nuestra naturaleza humana es la de ser polígamos, incluso somos la especie más sexual. La monogamia, en el caso de los humanos, es por imposición cultural.

Una adolescente de doce o trece años de edad, que ya esté menstruando, es ya capaz de procrear, y puede aparearse con cualquier macho que también esté en capacidad de procrear, es la cultura la que impone el criterio que la pederastia es penalizada en muchas culturas, y el embarazado precoz no es bien visto.

Por tanto, nuestra naturaleza humana nos permite aparearnos cuantas veces quisiéramos con quienes quisiéramos, ¿es a esa naturaleza a la que debemos volver?

En el imaginario de quizá todas las culturas han existido básicamente dos mitos: el del Paraíso Perdido en un pasado remoto, o el Paraíso que habrá en un futuro lejano. En el primer caso, el Paraíso Perdido en un pasado remoto, también se le denomina el mito del buen salvaje, ideas difundidas sobre todo en la Ilustración, con John Locke y sobre todo Jean-Jacques Rousseau. Este mito pretende hacernos creer que en la antigüedad, o en zonas remotas de la civilización, sus habitantes son buenos por naturaleza, pero dicha teoría, o mito, no ha podido ser comprobada, al contrario, según parece no han existido nunca sociedades perfectamente armónicas o pacíficas en ningún momento de la historia dela humanidad.

Cuando un niño se le abandona, o se le confina, lejos del contacto humano, suelen presentar un desarrollo cerebral diferente al del resto de las personas. Se ha observado que el dominio del lenguaje en estos niños no va acompañado del desarrollo gramatical, aunque al parecer la expresión de las ideas es algo innato en el ser humano. En estos casos ha resultado difícil integrar a estas personas en la sociedad. Por el relativo poco o nulo contacto con otros seres humanos y por el trato vejatorio que han sufrido en ocasiones, educarlos resulta en extremo complejo y a menudo frustrante quienes se ocupan de su reinserción. No permanecen en un lugar adoptivo por largos periodos, y es frecuente que mueran jóvenes.

Un ser humano, para que sea tal, debe estar en contacto de otros seres humanos, y adquirir entonces una cultura y la capacidad de raciocinio, es decir, debe desnaturalizarse, para culturizarse. La compasión, el amor al prójimo, la sabiduría, se aprenden, se cultivan, debe haber una “desnaturalización”, y por ende una culturización, para que esa manifestaciones nobles surjan, y se manifiesten.

Recuperar nuestra naturaleza implica, por lo tanto, volver a nuestros orígenes, cuando éramos unos salvajes, y no muy buenos, la verdad.

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