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Humor en crisis (o cómo Venezuela nos está troleando)

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Cuando Los Navegantes del Magallanes ganaron la serie de beisbol venezolano este año, supe que Chávez estaba muerto. Ahí, un chistecito típico, muy, muy en serio. En aquella época, jamás imaginé lo que vendría: que los buenos tiempos del humor político venezolano y de la famosa capacidad del venezolano para sacarle un chiste a todo, estaban por terminar.

Después de los funerales de la mamá grande, Venezuela entraría en una espiral vertiginosa totalmente impredecible. Y nada de esto tiene que ver con el duelo o la tristeza, no. Simplemente el país empezó a vibrar en otra frecuencia: perdió la capacidad de hacer humor. De repente, nos encontramos a años luz de “la baranda del CNE” o el holocausto marciano.

Este estado mental trágico tiene un punto de quiebre: La noticia del pájaro.

“Maduro confesó que Chávez se le apareció en forma de pajarito” El Nacional (02/04/2013)

Ese día el humor político que conocíamos cambió para siempre. Ese día, el blog de humor político más importante y sólido del país, El Chiguire Bipolar, cae víctima de un knockout en el primer round. Y no es crisis creativa o incapacidad o debacle de unos redactores. Es que a esa noticia es imposible satirizarla. Es humanamente imposible.

Ése fue el primer día que le dije a mis amigos: “Maduro está troleando al Chiguire”

Inciso

Para quienes no estén familiarizados con el término, cuando digo “trolear” me refiero a que Nicolás Maduro identificó, de alguna manera, el ADN del Chiguire Bipolar, entró en su sistema y lo destruyó desde adentro, dejándolo sin capacidad para reaccionar. Que es, exactamente, lo mismo que está haciendo la realidad venezolana con nosotros.

Fin del inciso

A partir de ese momento, la escalada fue violenta y despiadada, y cualquier esfuerzo que hiciéramos era absolutamente inútil. No había manera de superar las noticias que nos esperaban día tras día en unas, ahora, sombrías y grises redes sociales. En un conjuro imposible nos convertimos en ese país, del que antes nos reíamos en ejercicios de (ya no) salvaje imaginación:

“Pedro Carreño anuncia que hablará con Twitter por violencia postelectoral” Últimas Noticias (08/05/2013)

«El diputado señaló que conversarán con la franquicia de Twitter en Venezuela y anunció que se debería establecer una legislación en torno a las redes sociales”

“Gobierno nacional importará 50 millones de rollos de papel higiénico” El Universal (14/05/2013)

«El ministro de Comercio, Alejandro Fleming, aseguró que esa cantidad se va a incorporar a la producción que ya existe, para inyectarle mayor cantidad al mercado para calmar el nerviosismo»

“Afirman que en Venezuela falta papel higiénico porque la gente come más” El Clarín (23/05/2013)

“Hermes Ramírez representará a Chávez en una película” El Universal (30/05/2013)

(Aquí fue donde me decidí a escribir el post: luego de la siguiente conversación que reproduzco a continuación:

Yo: Venezuela nos está troleando mal. Oscura hora para el humor de nuestro país, es imposible superar un titular así

Interlocutor 1: Sí se puede hacer un chiste: Ni él mismo lo vio venir

Interlocutor 2: No da risa)

“Rectora (del Consejo Nacional Electoral) no ve como motivo de escándalo que los muertos voten” El Carabobeño (03/06/2013)

«Ministro de Alimentación asegura que hay acaparamiento en los hogares (Video)» La Patilla (09/06/2013)

¿Lo ven? Intenten hacer un chiste que haga reír más que alguna de estas noticias. No se puede. Estamos siendo troleados por Venezuela. Y esto no es una moralina balurda de autoayuda.

Lo que sucede es más grave y más simple: hay algo metafísicamente desesperante en no poder hacer humor de gente que no solo hace tu vida más difícil y miserable, sino que también te desprecia con rigor.

Miren esta foto, me la pasó un pana. La tomó porque no podía creer que estaba entregando 2 carpetas para cambiar su correo electrónico en CADIVI.

Fíjense bien. ¿A qué les recuerda?:

Cortesía de R.

Claro que se acuerdan

Esto debió ser una noticia del Chiguire Bipolar hace un año. Y Mario con los puddles, un montaje de hace dos.

Épica de un país que no se puede reír

No es tanto lo que dice cada vez que abre la boca, sino recordar que por muchos años fue canciller. Mientras tanto, el capo juega al monopolio, comprando los medios que faltaban. No le hace falta la parafernalia, es tan ambicioso y logró controlar tanto, que la presidencia es un estorbo, una pérdida de tiempo. Haz el ridículo tú, Nic, que yo no tengo tiempo para esas nimiedades. Los puentes se caen, la gente hace cola, surge la figura del “colero” quien gana más que un profesional, se va la luz, y no hay velas, no yesqueros, pero la gente empezará a leer otra vez, con la luz del sol, hasta que se acabe la tinta, y el papel periódico que más nunca madurará los aguacates. Los últimos justos caen y otros te dicen: “Bienvenido a loco video loco”. Ametralladoras cínicas producen titulares por toneladas, imbatibles, sin fisuras. Los humoristas mueren de hambre y los lucidos de sed. Si no existieran los pincha teléfonos no tendríamos política. En la orgia las grabaciones se entregan por partes. Entonces, la última turbina del Gurí se apagará y ya nadie podrá escuchar nada, ni hacer terapia en las redes, ni seguir dándonos golpes contra la pared buscando el enchufe para cargar el BlackBerry. Las balas sin ecos serán el sountrack de las noches azul petróleo. Viscosa, pesada e inútil la esperanza. Totalmente desarticulados, dejamos que la cicuta haga su trabajo. El sinsentido empieza a cotizar en la bolsa que eres tú.

El Magallanes ganará en cada año de la próxima década, y en una crisis de identidad, te das cuenta que el carajo se murió y se llevó consigo lo último que te imaginabas: el chiste fácil. Nos acabó. Nos acabamos. Él nunca fue Chacumbele, Chacumbele somos nosotros

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