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El mejor sonido del mundo

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En algunas entrevistas a famosos les suelen preguntar cuál es su sonido preferido, y las respuestas son más o menos como el sonido de la lluvia, el ronroneo de un gato, la respiración de un bebé dormido…, o quizá otras respuestas podrían ser el Réquiem de Mozart o Another Brick on the Wall de Pink Floyd. Mi sonido preferido es la ausencia total de sonido, el silencio absoluto.

Quizá en sólo dos lugares he sentido silencio absoluto: en la Cueva del Guácharo y en los páramos merideños. En el primero, luego de pasar la primera galería en donde los guácharos hacen su atemorizante ruido (cuando fui era un niño), y luego pasar a la galería del silencio, el contraste es brutal, de un ruido intenso al silencio total, sólo escuchaba mis latidos y mi respiración, es un recuerdo que no se me borra. La segunda experiencia, en los páramos merideños, si uno está completamente solo, no se escucha absolutamente nada, si está muy lejos de algún río, no se escuchan pájaros ni grillos, ni nada, es un silencio que arropa.

Pero aún, en esos lugares, hay algo que hace ruido, aparte de ese sonido lejano de millones de grillos, también ese ruido que hace la mente. Al prestar atención me doy cuenta que mi mente parece un televisor haciendo zapping constatemente, sin parar, no se queda en un solo pensamiento, sino que va de a uno a otro, sin orden. Es un ruido que está ahí, constante, puede que me concentre unos minutos y aprecie el silencio en su totalidad, pero la mente, como si fuera aire para respirar, busca de nuevo los pensamientos.

Ese ruido mental está ahí, presente, día y noche, quizá al dormir se silencia, pero entonces sueña y de nuevo los ruidos. Es un ruido leve, que no se escucha bien si uno está en medio de un ruido más fuerte. La mente, al no querer quedarse quieta, quiere estar siempre recibiendo sensaciones, si de pronto no hay recepción de sensaciones entonces la mente se encarga de fabricarlos, casi con desesperación.

Estando largos períodos en silencio, me he dado cuenta que la mente, poco a poco, va cediendo al silencio, al principio con rebeldía, luego empieza a darse por vencida, empieza también a silenciarse, acercándose cada vez más, luego de varios días o semanas, a lo que sería un silencio absoluto.

El silencio absoluto es lo más cercano a la felicidad absoluta.

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