panfletonegro

Si yo gobernara el mundo

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_21.jpg

Las computadoras son una bendición. Ya sea la computadora que tienes en tu Smartphone o la que es capaz de demostrar la existencia de la partícula Higgs-Boson, las computadoras son una bendición. Y a pesar de que día a día las utilizamos para llevar a cabo las tareas más banales, sirven, también, para cosas serias. La misma tecnología que utilizan pilotos para aprender a volar bajo circunstancias peligrosas sirve de base para las formas más obvias de entretenimiento para gente de todas las edades. Complejas técnicas de simulación nos ayudan a jugar jueguitos, mientras que con el mismo software podríamos predecir lo que sucede cuando un aparato de dimensiones titánicas debe atravesar una tormenta.

Podemos simular una granja con, ehmmm, Farmville :-) Podemos simular la dinámica de una ciudad con Serious Games como SimCity. Con Civilization, puedes crear, manejar y ver evolucionar todo un mundo.

Los simuladores suelen ser adictivos. Quizás porque la simulación de una situación estimula algún aspecto oprimido de la personalidad del jugador. Puedes convertirte temporalmente en piloto de Formula Uno o en un héroe de guerra. En el caso de Civilization, puedes convertirte por un rato en el omnipotente amo y senior del mundo. Y si hay algo que es adictivo es el poder, ya tenemos suficientes evidencias de ello.

El 18 de junio de 2012 apareció un articulo en el website de CNN sobre Lycerius (LINK) quien había jugado Civilization II durante mas de diez años. Su curiosidad por ver hasta donde podia llegar lo llevaron a explorar limites del juego que sus programadores jamás llegaron a imaginar.

El resultado fue, según sus propias palabras, “una pesadilla infernal de sufrimiento y destrucción”. En el año 3991 habría en el mundo un conflicto entre tres supernaciones que habrían destruido o anexado a todas las demás y habrían de competir entre ellas por las escasas materias primas restantes en un planeta plagado por guerras nucleares.

Lycerius intentaba alcanzar la paz para reactivar la agricultura y salvar a su mundo del hambre, pero no encontraba una forma de detener la guerra. Además se vio forzado a suprimir la democracia y dar paso a un sistema dictatorial, pues un Parlamento limitaría el presupuesto para la compra de armas para favorecer la lucha contra el hambre. El 90% de la población ya habría perecido debido a desastres nucleares y casi toda la tierra fértil se habría convertido en pantanos luego de la n-sima desaparición del hielo ártico.

En su intento de salvar el mundo, Lycerius se había convertido en nada menos que la personificación de la adicción al poder en un entorno post apocalíptico.

El articulo era inquietante, por el enorme parecido entre el mundo de Lycerius y el prospecto que nos imaginamos para nuestro planeta. Pero también porque la lógica que los programadores habían incluido en el juego es la misma lógica que se puede inferir del comportamiento histórico de los seres humanos. Lycerius estaba condenado a ser testigo de la destrucción de su mundo.

Si yo gobernara el mundo, muy probablemente y con las mejores intenciones destruiría el planeta. Yo no sabría como hacer que Israelíes y Palestinos cerraran un acuerdo duradero de paz. Yo no sabría como parar este tren criminal de desarrollo, en beneficio de las capas polares. Yo no sabría como detener nuestro nivel de consumo sin llegar a un colapso absoluto del sistema. Yo no podría imaginar una alternativa para la alarmante explotación de nuestros recursos naturales, para el esclavizante abuso de la mano de obra barata, para el racismo y la discriminación, para la deportación de inocentes, para los conflictos religiosos.

Quizás por ello tomaría distancia del poder tan rápido como fuera posible. Quizás por ello intentaría darle la mayor cantidad posible de poder a otros, a todos. Ver que cada uno de nosotros disponga de tanto poder real como sea posible. Yo no creo en salvadores, yo no podría convertirme en uno. Pero en un mundo en deterioro en el que el culto a la personalidad es una tendencia creciente (Obama! Chávez! De Wever! Putin!), quizás sirva de algo una autentica división del poder. Quien sabe.

Texto escrito originalmente en holandés para el concurso de artículos de opinión “If I ruled the world” de la revista Belga MO*. El concurso aun esta abierto para votaciones y este artículo ha sido seleccionado entre los 5 finalistas. (LINK)

Salir de la versión móvil