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Atraco Frustrado en Cinex Tolón: Cuando la Estrella no eres tu sino la Inseguridad


Yo no creo en las casualidades, como diría Jung en «Método Peligroso». Ayer hablábamos de la inseguridad en las salas de Cinex. Mientras tanto, una situación irregular con siete personas armadas se presentaba durante la proyección de una película en el Tolón.
John Manuel Silva nos alertó por Facebook y de inmediato nos activamos por la web. Tarde pudimos acostarnos, reconciliarnos con la almohada.
La situación fue harto confusa porque el centro comercial dejó de ser un lugar de encuentro ciudadano, para convertirse en una pesadilla de puertas y estacionamientos cerrados. Los pobres consumidores terminaron pagando los platos rotos. Demasiadas facilidades deben haber en el Mall de las Mercedes, para permitir el acontecimiento de un hecho así de irregular.
En paralelo, una tormenta de informaciones encontradas se desató en Twitter, al punto de poner al tema como «trending topic». Al respecto, compartimos el comentario llamado a encender la alarma de la denuncia: «@MelanioBar Acaban de atracar a toda la sala 7 del CINEX Tolon, yo estaba en la sala 1. Hay senda peluca en el centro comercial».
Después, a las dos de la mañana, la Patilla aclararía la verdadera naturaleza del incidente.

Aunque las primeras versiones del hecho publicadas por usuarios de la red social Twitter hablaban de un atraco masivo en la Sala 7 del mencionado centro comercial, luego se pudo aclarar que un grupo de personas – seis hombres y una mujer- habrían sido retenidas por funcionarios de la Policía y seguridad del Centro Comercial por porte de armas de fuego, pues presuntamente planeaban asaltar la sala. “Entraban y salían frenéticamente de la sala. Se veía que estaban planificando algo cuando fueron atrapados. Interrumpieron momentáneamente la película mientras los sacaban del cine”, dijo uno de los espectadores a La Patilla.

El dato oficial no sería muy distinto al ventilado por las redes sociales. Al respecto, las replicas de los colegas y del humor negro, no se hicieron esperar. Recupero la opinión del director de «Secuestro Express»: «@JoJakubowicz Atracaron el cine del Tolón en plena función. La revolución lleva el 3D a otro nivel. #hechoensocialismo».
Por la hora y la circunstancia, los medios tradicionales no pudieron publicar la noticia el lunes, el día de hoy. Esperaremos mañana por su reconstrucción del caso.
Por los momentos, nos queda una sensación amarga en la boca. Por lo visto, se evitó a tiempo el robo del establecimiento. Sin embargo, los clientes lo pagaron caro con su angustia, su pérdida del derecho a la libre movilidad y acceso, su miedo e incertidumbre.
El terror piscológico de ellos se tradujo en un ataque de pánico colectivo a través de internet, donde todos nos compartimos los papeles de víctimas y rehenes del hampa. Por supuesto, la posición oficial de las autoridades competentes brilló por su ausencia.
Apenas se manifestaron los políticos de oposición y con intervenciones secas, kafkianas, superficiales, burocráticas. El saldo es negativo. Evidencia el asidero real de las sospechas de la gente ante el incremento de la delincuencia organizada en sus recintos de ocio, así como brinda argumentos para justificar la paranoia del ciudadano común.
La industria de la exhibición se verá afectada en lo inmediato, como ocurrió a raíz del robo en Concresa. Para rematar, ambas coyunturas comparten un mismo trasfondo social y corporativo, aunque con una gran diferencia. Al lado de Concresa, hay una villa miseria. Alrededor del Tolón no existen semejantes condiciones. Por tanto, Caracas deviene en una zona peligrosa, al margen del contexto y del emplazamiento en el mapa. Del este al oeste, se prolonga el manto de la violencia.
Los primeros en sufrir las consecuencias son los negocios del ramo, desde los Multiplex hasta los entornos para el esparcimiento. ¿Habrá futuro para la plataforma de las películas, las cotufas, las pantallas y los refrescos? La respuesta es incierta. Los invitamos a buscarla en el foro.
Por último, cabe una reflexión. Antes, durante los setenta y los ochenta, la crisis nos llevó de lo público al encierro privado, de la calle al Minicentro el Marqués, CCT y Chacaíto. Las viejas salas de cine y los autocines cerraron sus puertas. Nadie protestó por el cambio y la mayoría se adaptó con resignación a la agresiva metamorfosis. Los de la minoría, condenamos el asunto a través de diferentes vías. Libros, documentales, ensayos. A propósito, hicimos un capítulo para la serie, “Estado Crítico”, con los principales referentes y estudiosos del problema: William Niño Araque, Nicolás Zidorkof, Rodolfo Izaguirre y Guillermo Barrios.
Ahora los peores pronósticos se cumplen y las alternativas se reducen. ¿Cuál es entonces la salida si el peligro se extiende de la acera, del pavimento al interior de un centro comercial?
Lo dicho. La gente escogerá a su hogar como el único refugio. Se incrementará la percepción de una capital desierta, a partir de la caída del sol. Somos testigos de otra despedida en Caracas. La de la muerte de un patrón de conducta humano, de un paradigma, de una forma de entender la interacción simbólica y el medio ambiente.
Paz a los restos del sueño moderno de la convivencia del hombre con su prójimo en la urbe.
De regreso a la ciencia ficción, a la distopía.
Como en la segunda entrega de la franquicia de George Romero, los zombies atacan y se adueñan de una suerte, de una especie de Sambil del pasado.
Nuestro presente es casi igual.
El fantasma del Rodeo y de la Planta, sigue su ruta y su marcha triunfal por CCS.

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