Reflexiones desde el exilio

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Los venezolanos que vivimos en el extranjero, a diario recibimos críticas por haber “abandonado” el país (aunque este no sea el mejor término, algunos lo describen así). En muchas ocasiones, se nos pide que no opinemos si no nos encontramos en Venezuela. Se les olvida a quienes critican que aunque no estemos, en primer lugar: nacimos, crecimos y vivimos allí; en segundo lugar: el hecho de no encontrarnos en Venezuela, no implica que no nos importe o que nos importe menos lo que allí suceda; en tercer lugar: tenemos gente en el país que nos importa mucho (familia, amigos, conocidos). Encontrarse en el exilio (entendiendo al término como la “separación de una persona de la tierra en que vive”) no es fácil. Hay muchos detalles que se deben tomar en cuenta al comenzar una vida nueva en otro país:
  • Diferencias culturales de toda índole: las costumbres del país que te acoge son completamente diferentes a las de tu país de origen. Por ende, si deseas adaptarte, tienes que aceptarlas y en algunas ocasiones involucrarte en ellas. Se sorprenderían de la cantidad de diferencias culturales que existen: desde la hora de apertura de un comercio hasta la celebración de un cumpleaños. Y si menciono la forma de hablar, dedicaría un artículo entero.
  • Adaptación al horario y al clima: situaciones climáticas extremas (olas de frío, olas de calor, nevadas, vientos fortísimos, tormentas de arena provenientes del Sáhara, ciclogénesis explosiva –todas estas situaciones verídicas-, y un sinfín de fenómenos meteorológicos a los que no estás acostumbrado y que inclusive, por experiencia propia, pueden afectar tu salud y tu cuerpo). Asimismo, el cambio de horario afecta, y mucho. En España, por ejemplo, hay una época del año en la que oscurece cerca de las 10 de la noche, los días son extremadamente largos y como consecuencia de ello, se pueden sufrir alteraciones del sueño.
  • Adaptación a otras lenguas: en mi caso particular, al gallego. En otros casos –encontrándose en España-, al euskera y al catalán. Inclusive, si buscas empleo, te pueden exigir que domines la lengua local. De modo que en muchos casos debes estudiarla, así no la utilices en otras localidades fuera de España.
  • Alejamiento de la familia, amigos y demás seres queridos: en lo personal, una de las situaciones más duras del exilio. Saber que estás lejos y que tu país de origen está mal, que tu familia y amigos están pasando situaciones realmente difíciles, y, peor aún, que pierdas a un ser querido y que no puedas estar allí, o que no puedas compartir momentos tan importantes como bodas, nacimiento de nuevos miembros de la familia, etc. es, en mi opinión, lo más duro que nos toca vivir a quienes nos radicamos en el extranjero.
  • Situaciones de xenofobia, racismo e intolerancia: en pleno siglo XXI, aunque sea difícil de creer, el colectivo extranjero aún sufre vestigios de intolerancia por razones de raza y procedencia. En muchas ocasiones, se escuchan comentarios desagradables como “la crisis fue provocada por los extranjeros”, o si se refiere a un determinado crimen, “seguramente fue un extranjero”. Términos como “sudaca” dan cuenta de ello. Que apenas hables y te pregunten “no eres de aquí, ¿verdad?”. Lo notan y te lo hacen saber: no perteneces a este lugar. No siempre es así, pero ocurre aisladamente.
  • Comenzar de cero: aunado a lo anteriormente expuesto, se debe comenzar de cero. Esto implica, entre otras cosas, estudiar nuevamente si es necesario para que tu nivel educativo sea reconocido u homologado; conseguir empleo, que en ocasiones resulta difícil por el hecho de ser extranjero (falta de confianza y “mala fama”); adquirir vivienda; adquirir vehículo; familiarizarse con el lugar en el que ahora vives –transporte público, calles principales, avenidas, organismos públicos, hospitales, consulados… etc.-; tramitar la documentación respectiva, y mucho más.
  • “Ni de aquí, ni de allá”: acostumbrarse a los cambios que supone vivir en el extranjero, te hace ver las cosas de una forma distinta. Influye tanto en el comportamiento como en la estética, las costumbres, las formas. La influencia es tal que cuando regresas a tu país de origen, te ven como una persona extraña. Algunos van más lejos y te critican que los aires europeos (en mi caso) te han “sofisticado”. Entonces surge una inquietud adicional: en el extranjero, no encajas propiamente en el país que te acoge. Siempre serás extranjero. En tu país de origen, ya no te sienten que pertenezcas a él, te ven como a un europeo (o norteamericano, o canadiense, o australiano –por poner ejemplos-). Luego, no puedes más que inferir: “No soy de aquí, ni de allá”.
Todas estas situaciones, sin duda alguna, te hacen madurar y verlo todo desde otra óptica. Quienes critican u opinan acerca de los venezolanos en el exterior no tienen idea de las experiencias, en algunos casos extraordinarias, en otros casos desagradables, que nos toca vivir. Adicionalmente, no puede ser condenable que queramos una mejor calidad de vida, que queramos brindarles a nuestros hijos un mejor futuro, que a pesar de los inmensos sacrificios que nos toca asumir, queramos vivir en tranquilidad, seguridad y paz. Hacer comparaciones es inevitable, sobre todo cuando viajas a otro lugar y percibes que hay orden, hay seguridad de toda índole, hay respeto a las leyes. Ocurre que nos acostumbramos tanto a la anarquía, al caos, a la agresividad, al desorden, al irrespeto, que no somos capaces de abrir los ojos y ver que hay otro mundo mejor allá afuera. Consejo: viajen, conozcan, observen, comparen y luego, saquen sus propias conclusiones. Y, partiendo de allí, critiquen. Pero critiquen siempre con fundamento.

6 Comentarios

  1. Felicidades Kjaimes, que buen articulo y que reflexivo a profundidad.

    Yo me quisiera inclinar que toda esta condena a los que nos fuimos por cualquier motivo es un juego político mas. Me inclino a pensar que en Venezuela luego que la revolución llego hecho mano de todo en el ende social para usarlo como «boya de flote» para la revolución. Debates serios, y consecuencias del éxodo en Venezuela son escasos.

    Ademas no hay que olvidar que vivimos en un mundo globalizado y pensar que Venezuela va a ser una excepción a eso es absurdo. Rechazo a los que llevan este debate al puro plano emocional / afectivo. Es decir SOLO al plano emocional / afectivo por que como emigrado siempre lo pienso y lo digo. El migrar es contra natura, no es normal alguien que haya nacido y crecido en un sitio de buenas a primera lo abandone, nadie en su sano juicio dirá que es normal. Por consiguiente uno (los que migran) sigue teniendo afectos y recuerdos y todo lo demás pero eso no lo rige todo.

  2. Hola David, muchas gracias por tu comentario! Yo también creo que han politizado el tema e incluso ha sido objeto de análisis muy pobres (sin irnos muy lejos, el famoso vídeo de «Caracas, ciudad de despedidas»). Coincido contigo en que no pueden regir los sentimientos, las emociones y la afectividad a la hora de emigrar puesto que si fuera así, no pudiéramos hacerlo, en mi opinión sería imposible. Conozco personas que no han tomado la decisión precisamente por ese apego. También conozco quienes han emigrado y no lo han soportado mucho tiempo por la misma razón. En fin, como agrego en mi artículo, el análisis debe ser objetivo y profundo, y de buenas a primeras no puede llegarse a la conclusión de que emigrar es malo, o que quienes emigramos somos egoístas. Irse o marcharse no es condenable y cada quien tiene sus razones, muy válidas, para hacerlo. Un cordial saludo y de nuevo, agradecida por tus apreciaciones.

  3. Me parece q la total ausencia de debate en relación a este tema se debe sobre todo al hecho de q el venezolano es extremadamente nacionalista. Llegando a un nivel de irracionalidad escandaloso, todo termina encajado en el binomio «traición / lealtad», tan en voga en estos últimos años.
    Se ha vuelto tan común escuchar barbaridades como «venezuela es el mejor pais del mundo» (vociferadas casi siempre por gente q lo más lejos q ha pisado es Margarita y los únicos extranjeros q ha conocido son el Portugues o el Español q tienen como vecinos) que el margen para la discusión seria y fundada es practicamente nulo.
    Aunado a esto viene el echo de q la emigración en Venezuela es un fenómeno nuevo. Es otro producto más de la mal llamada «revolución».
    En Europa tiene siglos de historia y se le ve como lo q es, periodos aleatorios en los q unos van y otros vienen.
    El mundo es mundo porque los hombres se van moviendo dentro de él y nuestro pais es lo q es precisamente por la enorme diversidad de culturas y costumbres q de él han hecho casa. Quien quiere vivir en un sitio donde todo el mundo come, habla, celebra y se viste igual?
    Esa visión de q no es natural para alguien mudarse del lugar donde creció me parece erronea. Para algunos tal vez lo sea, para otros no.

  4. Desgraciadamente es verdad Keyla. Parece no importar mucho este tema en particular. A mí, para serte honesto no me duele tanto como a otros compatriotas. He aprendido a detestar el nacionalismo por lo q es, un rancho cerebral q mantiene a personas e incluso paises enteros en situaciones de atraso (el nuestro como gran ejemplo) y me considero un hombre mucho más libre de lo que era cuando aún vivía en Venezuela y era más propenso a caer en esa patraña.

  5. Tengo un solo comentario: la palabra exilio sugiere extrañamiento forzado, generalmente por motivos políticos. Aunque la gran mayoría de los que se van lo hacen por no aguantar la situación económica y/o política, lo cierto es que se van por su voluntad, es decir, no los están echando explícitamente. Creo que la palabra más adecuada sería emigración. Es cuestión de semántica, meramente. Claro, no se si tu caso califique de exilio, hablo de manera general.

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