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La Censura del Cine hasta en la SOPA


Comenzó la guerra por el «soft power». Lo había pronosticado hace un par de años, Frédéric Martel, en su libro de reciente data, «Cultura Mainstream», brillante análisis de las batallas mediáticas y audiovisuales del tercer milenio. Ahora se cumplen sus peores presagios.
La llamada «mafia de contenidos» promueve la aprobación de una «ley antipiratería» a través de sus tentáculos en el partido republicano, con el objetivo de ser introducida y aprobada en la cámara de diputados. Detrás de la sanción del proyecto, figura la temible MPAA(Motion Picture Association of America), otrora casa del temible, Jack Valenti, principal cabeza visible del lobby de la industria en Washington hasta su fallecimiento. Hoy sus herederos prosiguen con su absurda campaña de censura en contra de internet, para defender los intereses de los grandes estudios.
A tal efecto, se inventaron la creación de una nueva cacería de brujas con un nombre un tanto indigesto: SOPA. El hervido o caldo morado cocinado al fuego lento de la receta de la meca, según el formato establecido por el senador McCarthy. Así vamos de retroceso hacia la época superada de la tensión de bloques. El enemigo solo cambia de rostro.
Ayer fue el marciano, versión de la amenaza soviético. En la actualidad, el peligro lo encarnan las redes sociales. Gracias a ellas, salimos de varios dictadores en medio oriente. Pero a la MPAA no les preocupa la democracia. De hecho, apoyan regímenes de facto en sus negociaciones internacionales. Apenas buscan consolidar el poder de los monopolios de producción, distribución y exhibición. Por tal motivo, aplican sus tradicionales medidas de presión.
En el pasado, intentaron boicotear el fenómeno de las cuotas de pantallas en Europa y América Latina. Resultado: un fracaso. En el presente, recuperan su fantasía de venganza e intimidación, al imponerle un ultimátum al presidente de la república, como si se tratase de una película de buenos y malos. Aquí se les sale la clase y negocian al estilo de un cartel de señores de las sombras. Por fortuna, Obama no cae en el juego de «The Help» y se pone del lado de los ciudadanos. En consecuencia, abonará el terreno para su reelección, a pesar de las movidas infantiles de sus enemigos declarados de la meca y el sistema de estrellas, quienes se premiaron el domingo en los Globos de Oro. A la luz del Óscar, le brindo mi respaldo a los chicos de Silicon Valley en oposición a los viejos zorros y vacas sagradas de Los Ángeles.
Al final, ganaremos de costa a costa, aunque no debemos dormirnos y confiarnos. De algún modo harán lo posible por complacer a los inquisidores y torquemadas. Quizás prohibiendo páginas como Wikileaks. Sea como sea, llevan las de perder en el mundo contemporáneo.
En el siglo xx, se negaron a la radio, a la televisión.
Ergo, carece de futuro la pelea con la web.

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