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RAZONES ABSURDAS PARA TENER HIJOS

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INTRODUCCIÓN: RAZONES, CAUSAS Y RACIONALIZACIONES

Hay una experimento muy interesante para demostrar que los seres humanos inventan razones (absurdas) para justificar sus actos. Bajo hipnosis profunda, a los participantes del estudio se les hizo creer que el salón amoblado en el que se encontraban estaba vacío. Luego se les pidió cruzar el espacio y, por supuesto, lo hicieron evadiendo todos los muebles. Se apostó por el uso de la hipnosis pues uno de los fenómenos del trance profundo son las alucinaciones; en este caso negativa: dejar de ver algo que está físicamente presente. Así, lo que sucedió durante la experiencia es que una parte de la mente bloqueaba la percepción consciente de los muebles, a la vez que su presencia se registraba en un nivel subconsciente. Lo interesante estuvo en lo que pasó cuando se le preguntó a los sujetos por qué no caminaron en línea recta. Cada uno daba una versión distinta (v.g. «me provocó explorar el espacio», «no sabía que tenía que caminar en línea recta», etcétera). Ninguno dijo que era porque había muebles que trancaban el paso.

Este experimento sirve para mostrar la distinción entre causa y razón. La causa está en el factor que incide directamente en la conducta, mientras que la razón tiene que ver con el argumento que esgrime una persona. Una razón puede ser una causa, de allí que hablemos de voluntad o libre albedrío. Sin embargo, este es el punto importante, no todas las razones son causas. De hecho, muchas de las causas de nuestra conducta están muy alejadas de las razones que damos para justificarla.

Sirva esta aclaración de conceptos para abordar la siguiente lista de «razones» por las que la gente se reproduce. Para cada una se coloca el concepto central a la base, la frase típica y un comentario acerca de la frase típica. (Pregunta para psicoanalistas: estas razones ¿son racionalizaciones o, más bien, intelectualizaciones?)

1. SUPERVIVENCIA

La frase típica: hay que continuar la especie/quiero poner mi granito de arena por la supervivencia de la especie.

Comentario: ¿Qué te has creido, un oso panda con delirio de grandeza? De todas las especies, el homo sapiens, con toda seguridad, está fuera de la lista de aquellas en peligro de extinción. Al contrario, los seres humanos somos como un virus, que de continuar reproduciéndonos al ritmo al que lo hacemos vamos a acabar con el huesped que nos aloja, exactamente como hacen esos microorganismos.

Que un oso polar, un panda o un lince ibérico saque crías puede resultar crucial, pero que tú, uno más de los 7 mil millones de habitantes de este planeta decida reproducirse, no aporta nada, al menos nada bueno en términos de la ecología o desarrollo sustentable.

Si este es el argumento que esgrimes, mejor bájale dos (mejor quince) a tu autoestima. Cuida que ese hijo no termine convertido en un número anónimo en una base de datos o en un ladrillo más en la pared.

2. SALVAR EL MATRIMONIO

La frase típica: un hijo puede mejorar nuestra relación

Comentario: Déjame ver si entiendo. Estás mal con tu pareja, lo que significa que están en crisis y que, por ende, la palabra que mejor define su situación es AMBIVALENCIA (una parte de ustedes quiere continuar y otra quiere terminar). Entonces, para resolver el conflicto… ¡TU DECIDES AGREGARLE UN FACTOR ESTRESANTE MÁS AL PROBLEMA! De pana que no entiendo la lógica, pero se que es una de esas ideas brillantes que se les ocurre a algunos.

En algún momento estaba investigando a qué olía un recién nacido. Una doñita me dijo, en un ataque de fantasía supongo, que olía «a vida, a esperanza». Lo cierto es que, como me confirmó un médico, huelen a sebo, a grasa. La supuesta esperanza se acaba en cuanto los futuros padres comienzan a sacar cuentas sobre cuánto cuesta mantener una barriga, traer ese nuevo ser al mundo y por supuesto, mantenerlo por al menos 18 años que es lo que establece la ley (aunque sabemos que el compromiso, en la mayoría de los casos, dura mucho más).

Si esta es tu razón, eres del tipo delirante, y te puede más la fantasía que la percepción realista. Tienes que estar precavido, tu hijo crecerá con una culpa insólita y pasará su vida entre terapeutas tratando de entender qué le pasa. Tú (y tu ex) deberían pagar esos honorarios.

3. TRASCENDENCIA

La frase típica: quiero dejar una huella de mi paso por el mundo

Comentario: Huella, Rastro, Traza, Residuo Conductual… ¿Es así como piensas llamar a tu hijo? De todas las formas de trascender (v.g. escribir un libro, plantar un árbol, constituir una fundación…) has elegido la más problemática, pues pretendes usar a un ser humano para llenar tus aspiraciones narcisistas o tu complejo de inferioridad. Eso no se le hace a nadie, mucho menos a un hijo.

Si esta es tu idea, revisa tus vacíos interiores y aprende a llenarlos de maneras más saludables. Tu hijo está en riesgo de ser un perdedor (es tu sombra, ¿no?).

4. EL AMOR OBJETIVIZADO

La frase típica: para dejar testimonio de nuestro amor

Comentario: De todas las razones, quizás ésta es la menos nociva. Claro, si es que de verdad es amor lo que fluye, y si la pareja trabaja para que ese amor se mantenga una vez que los hijos crecen. Con la tasa abismal de divorcios, esta razón plantea una serie de interrogantes; una de ellas, por ejemplo, si la separación llega a ocurrir ¿son los hijos, ahora, la prueba del fracaso?

Si esto del amor es lo que te dices para justificarte, trabaja duro para que ese amor sea incondicional, y para entender que te estás refiriendo al capítulo de la concepción, estrictamente. «Lo único constante es el cambio» decía Heráclito, y eso vale especialmente para el matrimonio y las uniones que culminan en hijos. Dice el mismo filósofo que «nunca nos bañamos dos veces en un mismo río», lo que aplicado a la terapia de parejas significa que debes reeditar constantemente tu relación, para que ese amor que se tenían en aquel momento dure, como dura el agua en un arroyo; no será la misma, aunque lo parezca. Si te sirve de consuelo, eres el menos neurótico de todos, comparado con los personajes anteriores. Tus hijos también tendrán ese honor.

5. REPARACIÓN

La frase típica: quiero hacerlo mejor que mis padres.

Comentario: ¡Uy! Te gusta jugar con fuego. A menos que hagas el trabajo de sacarte los patrones que recibiste, tanto como de fortalecerte para abrir el espacio de tu autonomía, lo que va a suceder es que terminarás repitiendo sus errores. Cada padre que se prometió no ser cómo sus padres termina descubriéndose igualito a ellos. Es la triste realidad.

¡Empieza tu terapia ya! Te recomiendo los enfoque sistémicos. Tus hijos corren el riesgo de parecerse… adivina a quién. Seguramente querrán tener hijos para hacerlo mejor que sus padres.

***

Dicen los existencialistas que la vida de cada uno de nosotros es algo que sobra, es decir, no hay nada que justifique nuestra existencia. Estamos acá por un hecho gratuito y fortuito; casi por un error. Así que deja de engañarte pensando que hay razones para traer hijos al mundo. No las hay. La causa real por la que quieres traer hijos al mundo es porque estás en una cultura reproductiva; vives en una sociedad que valora tener hijos y, para conformarte a la norma social, para no sentirte culpable porque desentonarás o por el miedo a dejar de pertenecer, crees que necesitas traer hijos al mundo. Es una sensación profunda, que justificas inventando razones absurdas, como las listadas anteriormente.

Tener un hijo, en definitiva, es un acto de autoafirmación. Al final la única razón válida es «porque me da la gana». Por el bien de tus hijos, espero que tengas la fortaleza para digerir el imperativo reproductivo que te han imbuido desde que viniste al mundo (¿por qué crees que la pregunta inmediata a los meses de casarte es «y para cuándo el primogénito«? o ¿de dónde crees que proviene la angustia de la abuela para que le des al biznieto?); que seas capaz de tener hijos porque te da la gana y no porque debes cumplir el siguiente punto de la lista en ese guión social que tu grupo de referencia tiene para todos sus miembros. Así estarás listo para asumir la vida del nuevo ser como lo que es: la continuación de la Vida (así con mayúscula), esa vida que pasa a través de ti, pero que, para nada, te pertenece; una vida que es un flujo azaroso, con un curso que está más allá de nuestra comprensión. Tomar esta perspectiva no te garantizará que las cosas salgan bien, o que no haya problemas, pero al menos te protegerá de lo que, te aseguro, va a suceder: no importa cómo lo hagas, tus hijos siempre tendrán razones para quejarse de ti.

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