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Dicen…

Dicen, que la noche es el momento donde mejor se mueve la maldad, dicen que las 3:00 de la madrugada es la hora donde se abren las puertas de Lucifer, dicen que las sombras solitarias son almas oscuras en busca de almas débiles a las cuales llevar, dicen que la muerte es una sombra aterradora que vemos pasar frente a nosotros en la noche, dicen que el primero que ve los restos de una persona que haya muerto trágicamente su espíritu se aferrara a él hasta tanto no le permitan proseguir su camino…

 

Hay muchas historias de personas que dicen haber sentido y vivido una experiencia inexplicable, hay gente que se eriza o se paraliza al solo escuchar esas historias, hay gente que dice haber visto y sentido presencias extrañas, y haber oído ruidos que no saben determinar de donde proceden o que los causa, hay gente que dice que algunos eventos nos avisan…

 

Era un miércoles 18 cuando de repente despertó, generalmente tenía buen dormir y al día siguiente no recordaba los sueños, pero esa madrugada de martes para miércoles al abrir los ojos sintió y oyó claramente como si una luz se apagara, y pensó -¿Será que llegaron luego de que me acosté?- y seguidamente se respondió él mismo –pero dijeron que se quedarían donde su mamá- su esposa y sus tres hijos esa noche no estaban, inmediatamente miró la hora, y en esa instante cambió el reloj digital con números en rojo de las 2:59 a.m. a las 3:00 a.m. en punto, y en ese preciso momento se escuchó la puerta del baño cerrar suavemente. Pensó, o más bien le vino a la mente como si el pensamiento no fuera de él – 6 x 3 = 18 – y se extraño de aquel pensamiento al que no le encontraba lógica, pero seguidamente otro pensamiento que parecía más bien de otra persona se le vino a la mente – 6 + 6 + 6 = 18 – y cayó en cuenta sin mucho análisis que se trataba del 666 y que la suma o la multiplicación daban 18 que era el día que empezaba, fue cuando recordó lo que soñaba, un tren lleno de gente como dormida y el conductor era su hermano y sintió un escalofrío y un susto, le invadió el miedo, a pesar de ser un tipo escéptico.

Volvió a ver el reloj con temor, y en ese momento el reloj digital pasó de las 3:00 a.m. a las 3:01 a.m. y sintió como si ese minuto transcurrido hubieran sido más bien 6 o 12 y pensó nuevamente en la presencia de los 6 y en la suma de 12 más 6, se arropó sin querer moverse mucho y sin querer ver hacía la puerta del cuarto, sintió que temblaba como cuando uno tiene escalofríos por una fiebre nocturna, pero la noche estaba más bien calurosa y todo muy quieto. Sintió entonces como el calor lo sofocaba y decidió reaccionar, se quitó la cobija y volteó hacia la puerta, le pareció ver una sombra y pensó en su hermano, no lograba entender todos esos pensamientos que venían a su mente sin que él estuviera pensando o queriendo pensar en ellos y no entendía todas la asociaciones que su mente estaba haciendo y tampoco entendía por qué y de que sentía miedo, pero algo lo paralizaba, algo no le permitía reaccionar como generalmente lo hacía.

Su trabajo, muchas veces lo obligaba a enfrentarse con situaciones desagradables, ya que era trabajador en un subterráneo de la ciudad, y en dicho sistema de transporte, ocurría que a veces alguien decidía terminar con sus días de vida arrojándose a los rieles del subterráneo con la venida a una velocidad suficiente del vagón como para destrozar un cuerpo humano, en esos casos, había un protocolo a seguir por el personal presente, y era activar las alarmas, desalojar los vagones y la estación, llamar a las autoridades de respaldo competentes, cortar la corriente que suministra electricidad al sistema y accesar a la escena de los hechos para empezar a recolectar elementos y piezas pertenecientes al suicida y dar con su identificación.

Por las implicaciones de su trabajo, le había tocado ver algunas escenas muy fuertes y eso a la larga le había permitido controlar el miedo y desarrollar una capacidad para no impresionarse fácilmente con situaciones que a la mayoría podrían causarle un trauma severo o al menos una impresión que quedaría por semanas, ya él estaba preparado para enfrentar escenas que veía o pensaba como naturales, un cuerpo drásticamente mutilado era para él un cuerpo en piezas separadas, solo que separadas con un tanto de brusquedad, pero más bien, se concentraba en observar como era en realidad directa que una pieza del cuerpo se unía a otra y que hacia que funcionaran, eran otras cosas en las que pensaba y se concentraba, más que en lo impactante y lo grotesco del cuerpo diseccionado por la fuerza y el filo de la maquina.

Pero esa madrugada, algo le hacia sentir miedo, una sensación que era casi ajena a él y su forma de percibir los eventos, entonces se dijo – si me toca hacer lo que hago que miedo voy a estar sintiendo, parezco idiota – y en ese momento sonó el teléfono de la sala, haciéndolo pegar un brinco y acelerando su corazón, el teléfono había repicado dos veces, cuando se dispuso a pararse de la cama, pero cuando se sentó al borde, el teléfono dejó de repicar. Se paró y se asomó desde la puerta, pero hacia fuera todo estaba inmerso en una oscuridad profunda, entonces giró su cabeza hacia el reloj digital y vio como cambiaba de las 3:05 a.m a las 3:06 a.m. giró nuevamente la cabeza hacía la sala y cuando intentó encender la luz del cuarto accionando el interruptor, la luz no encendió, miró rápidamente el reloj y en ese instante el reloj se apagó, entendió que la luz se acababa de ir y supuso que el bombillo se había quemado, se quedo quieto en la puerta abrazado al marco de la puerta y tratando de ver en la oscuridad una claridad, pero la noche seguía invadiendo todos los espacios.

Habían entre los trabajadores del subterráneo algunas historias curiosamente similares de cosas extrañas que veían o que sentían o que escuchaban en algunas estaciones del subterráneo, sobre todo pasadas las 3:00 de la madrugada, pero esas historias eran algo que se mantenían muy bajo perfil, ya que no les estaba autorizado hablar de ello con sus compañeros o familiares, si algo debían contar, comentar o relatar, debían hacer cita con el psicólogo asignado, quien era el encargado de hacer seguimiento y estricta y secreta anotación y archivo de las mismas, y quien requería de alguna terapia o de algunos días libres, se le concedían luego de una evaluación rigurosa, el perfil del personal encargado y autorizado para hacer labores de recolección e identificación de cadáveres era definido con antelación, de modo que solo el personal que pasaba las pruebas y entrevistas previas, era el autorizado para el trabajo, lo cual, les aportaba cursos y remuneración adicionales.

Finalmente, ante la inquietante e intensa oscuridad, y subyugado por el temor de enfrentarlo, se devolvió a su cama y se arropó hasta la cabeza, sin importar que tanto calor podía sentir, así se quedó sintiendo la asfixia y su corazón latir muy aceleradamente. Sentía que había alguien parado justo al final de sus pies, pero el temor de mirar lo tenía paralizado, sin saber que pensar o que acción tomar, se encontraba indefenso e inútil ante aquel temor al que no le encontraba razón pero el cual lo había desarticulado de todas las herramientas aprendidas para enfrentar esas contingencias. Cuando sentía que no podía respirar, la luz del cuarto se encendió, y el temor se convirtió en terror, sentía que iba a estallar por dentro y que su respiración hacia que sus pulmones se inflaran hasta un punto que podrían estallar, fue cuando cayó en cuenta, que la luz había regresado y que él había dejado el interruptor encendido, entonces se descubrió rápida y bruscamente y miró desesperadamente hacia sus pies y dio una mirada angustiada por toda la habitación. Se tranquilizó un poco con la claridad y observó el reloj, el cual marcaba las 3:18 a.m. pensó que no entendía pero asoció el 18 con el día que era, no sabía que hora podía ser, aunque el desespero por saber lo hizo levantarse de la cama para buscar un reloj, pero al llegar a la puerta la luz volvió a apagarse y el teléfono repicó nuevamente. Corriendo salió hacia el teléfono, que era la única luz que se veía a lo lejos de la sala, tropezó con la mesa de centro y luego con el comedor y algunas cosas cayeron al piso, él tomo el aparato y respondió gritando – Aló aló aló por favor díganme – un silencio se sintió al otro lado de la bocina y el silencio de la sala a oscuras era más bien aturdidor, él sudaba intensamente y se aferraba estático al teléfono, oyó entonces una voz que dijo su nombre, él respondió llorando – si, soy yo – entonces la voz continuo – es de la estación y necesitamos que venga hacia acá – era desde la estación del subterráneo donde él trabajaba, entonces respondió sin preguntar más nada – voy para allá ahora – colgó la bocina se devolvió hacia el cuarto, tomó del closet unos zapatos, una camisa y un pantalón y así salió hacía la estación.

Durante todo el trayecto fue llorando, sin saber porque realmente, con la mirada fija en la carretera, al llegar, miró el reloj de la estación, el cual marcaba las 5:05 a.m. se quedó mirando el reloj un rato, pero parecía como si se hubiera quedado marcando esa hora, alguien le llamó por su nombre, y sintió como si hubiera despertado de un sueño de repente, miró a su compañero de trabajo, el cual se acercó a él y le dijo – lo siento, que broma – y le entregó una carpeta con un informe del suceso de esa noche.

Abrió la carpeta y lo primero que leyó fue el nombre de su hermano que luego de ser arrollado habría muerto a las 3:06 a.m. logrando únicamente mencionar su nombre.

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