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LA CASA DE LOS FANTOCHES

Ya no me da risa. Ya ni siquiera me enojo. Ahora sólo puedo sentir la perplejidad de quien ve un reality show de esos bien montados, donde los personajes se eligen precisamente por su peculiaridad y por la posibilidad de que, al ponerlos juntos, surjan situaciones insólitas para el deleite de la teleaudiencia, el rating de la emisora, y el beneficio de los anunciantes.

Y claro, en este caso, y pese a las fantasías paranoicas de quienes siguen la teoría de la conspiración de moda, no podemos hablar de un equipo haciendo casting. Mirando hacia atrás sólo podemos pensar en las contingencias históricas que dieron lugar a esta serie barata en concepto, pero con mucho presupuesto. Maldita Historia; sin mente, sin destino; errático azar que beneficia a unos y jode a otros (aunque algunos de estos aún siguen sin enterarse).

Podemos ir tan atrás como queramos. Por razones de conveniencia comenzaremos el relato en el momento en el que Francia invade a España y se encarcela a Fernando VII. ¿Y qué carajos tiene que ver esto con Venezuela? Ahí está el detalle. Nadie en Venezuela, ni siquiera los paranoicos conspirativos, parecen notar que la historia de este milagro que salió mal se inscribe en un cuadro un poco más complejo. Antes que el el Imperio fuese el imperio que conocemos, el dominio del mundo se lo peleaban otros reinos y, para el momento que nos ocupa, los principales eran Inglaterra, Francia y España.

Pero bueno, no puedo escribir una tesis doctoral acá, so pena que no la entiendan. Así que me limito a señalar que no es casual que Francisco de Miranda fracasara en sus intentos por «liberar a Venezuela», que la «independencia» de Venezuela recibiese dinero de Inglaterra (soberanía, jajaja) y que la cosa ocurriera de la mano de unos blancos criollos justo cuando la Madre Patria no tenía control de las colonias americanas, pues ella misma estaba en la crisis de la invasión napoleónica. En corto, hablamos de una capitanía obligada a tener a un papel, que como vemos, aún le queda grande.

Tenemos que saltar adelante para entender por qué la mayoría no puede entender esto. Apuremos el paso y omitamos que lo que sigue despues es la pelea entre quienes querían ocupar el lugar de Fernando VII, ahora de manera directa. Comencemos en el capítulo que se inicia con la democracia que, con todo lo malo, fue lo más cercano a una democracia en el sentido usual que se le da al término en el mundo político contemporáneo. Destaquemos como a los líderes se les seguía saliendo su pasado blanco criollo y cómo, sin darse cuenta, crearon el mounstruo que ahora se está devorando a sí mismo.

Se pueden hacer muchas cosas para excluir a la gente, la más grave es dejarlas a la buena de Dios (léase en las garras de la iglesia) y negarle el acceso a la educación. Ambas cosas pasaron en nuestro capítulo democrático (pasaron otras cosas terribles, pero esta son, definitivamente, cruciales). El sistema educativo recibía dinero de manera inversamente proporcional: menos hacia el preescolar, mucho hacia la universidad. Junto a los otros factores, a la universidad tendían a llegar más privilegiados que menos privilegiados (el grueso de la deserción ya ha ocurrido al finalizar el 9no grado). Claro si tú estás leyendo esto (y puedes entenderlo) probablemente no los conozcas, pues tu idea de Venezuela se encuentra un poco distorsionada (precisamente porque no has interactuado con esta gente que, te informo, son mayoría en tu país. Lo creas o no, te guste o no).

Así las cosas, y si me vas siguiendo, puedes comenzar a entender por qué un líder carismático que busca la FELISIDAD de su pueblo tiene el éxito que tiene entre sus feligreses. Y de nuevo, vamos a estar claros, hay muchas razones para defender a Chávez (los intereses de un Barreto, la ingenuidad de un Penn) pero en el meollo de la cuestión se encuentran estos analfabetas funcionales (leen, pero no comprenden), absolutamente desempoderados porque no son capaces de entender cómo funciona el mundo contemporáneo; con su economía compleja (que a veces ni los economistas atinan a entender luego de haber inventado los conceptos que han complicado todo), con su falta de valores absolutos (los valores son cosas abstractas y eso de lo acstrapto, la misma palabra lo dice, no se agarra fácil), la sofisticación tecnológica, entre tantas otras cosas incomprensibles para muchos, obligan a la gente a refugiarse en lo que puede y tiene a la mano. ¡Maldición! ¡Por eso los evangélicos van ganando terreno en Latinoamérica, casi sin que nadie lo note!

Bueno, ya estamos en el escenario actual: militares que se desmayan frente a «la presencia del espíritu santo», un líder que mezcla a diestra y siniestra cuanto libro le pasa por delante para crear el delirio de moda llamándolo «misión» y, el verdadero problema, un pueblo que entiende que ser pueblo es padecer de desesperanza aprendida, es decir, que está convencido que no se puede salir adelante si no te dan una ayudita, que tiene que se en forma de pescado, no de la habilidad de aprender a pescar. Y claro, las voces ilustradas criticarán el paternalismo, y esa crítica se queda de forma masturbatoria en una élite con un intelecto un poco más desarrollado, sin que impacte en el grueso que disfruta de su presidente, el sabio, el tuerto entre tanto ciego. Y ojo, tampoco te creas que la oposición es mejor. Mira a Maria Corina, mostrando su ingenuidad/ignorancia política al resumir al cosa diciendo «hay que luchar contra este comunismo».

Puedes hacer el estudio de campo, salir en plan antropológico. Entre las perlas que he encontrado está esta, del twitter:

HCH vino impregnado de mucha Dialéctica, Hegel, Marx, JeanPaul-Sartre. (Afirma, niega lo primero y niega lo segundo)

Yo pensé que era una manera cínica de burlarse del cantinflismo del máximo líder. En lo absoluto, la muchacha que escribió esto está genuinamente convencida de la coherencia de su comandante. Pobre. ¿Cómo le explicas? ¿Cómo sacas a los ilusos que ponen su corazoncito por encima de la capacidad de distinguir lo político, lo ideológico, lo estratégico, lo táctico?  Es precisamente por esta ignorancia crasa y supina que se le atribuye al pueblo (y que el pueblo con tanto gusto cultiva) que seguiremos escuchando estupideces como la de este video:

Porque claro, las soluciones tienen que ser concretas y por concretas se entiende algo que este pueblo pueda entender. No hay para donde agarrar. ¿Cómo les explicas que lo urbano tiene ciertos límites? (no entremos en el tema de la producción agrícola, pues la mayoría ni siquiera conoce qué significa la palabra Monsanto) (¿bueno y acaso ellos defienden una idea de lo urbano como se le suele entender? ¿Más aún, sabrán ellos que es lo urbano?). Cuando estabamos en plena modernización, al 23 de Enero tuvo que llegar la Guardia Nacional, para obligar a la gente a dejar de sembrar en los techos, de tener gallinas y cochinos en los baños de los apartamentos. Era la década de los 50, cuando Venezuela, y Latinoamérica en general, hacía la transición de lo agrícola a lo urbano. Fue acá donde se gestó otra de las heridas que aún no superamos. En Brasil surgieron las favelas y la armamentización de las pandillas que ahí se formaron. En Venezuela empezaron los barrios a crecer y a armarse también. ¿Por que nadie habla de esto? ¿Dónde están los planificadores, los urbanistas, los historiadores, los politólogos, los sociólogos? Bueno, casi todos ya estamos en el exterior, o buscando como irnos de un país que ya no sentimos como el nuestro, a pesar de saberlo como el nuestro. ¿Para qué nos quedamos si el Estado no tiene una estructura que nos incorpore y la planificación es así de insólita como la ves en este video? Cuando salimos al exterior, vemos cosas asombrosas: gobierno, comunidades y academia trabajando articuladamente para mantener sólidos sistemas de salud, educación y demás. Eso es un Estado, pero en Venezuela nadie lo sabe y Chávez, la verdad sea dicha, disfruta de estos «experimentos sociales» que carecen de cualquier fundamento. Se honesto contigo mismo, en Venezuela no hay Estado, sólo gobiernos que toman el control. Además, la poca infraestructura simbólica que teníamos ha sido desmantelada para crear esta relación directa entre nuestro líder y sus delirios y nosotros y nuestra incapacidad para autodeterminarnos. Es la era de las comunas, de los saberes populares (con la ignorancia como el primero de ellos), el desarrollo endógeno y de todos esos conceptos que muestran las ganas de hacer algo nuevo, de ser distinto y que, a la vez, encubren el desconocimiento del verdadero proceso en curso, junto a nuestra incapacidad para resolver la verdadera crisis.

Por eso ahora los cargos los ocupan jóvenes revolucionarios o vacas sagradas del chavismo. Todos a la saga del nuevo Fernando VII, al que aún parecemos extrañar. A estas alturas yo sólo digo una cosa: a mí este show ya me tiene fastidiado y estoy agarrando fuerzas para, por fin, cambiar de canal.

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