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Contra la prohibición de la Burka

La hipocresía se disfraza de progresismo, para imponer su agenda de ultraderecha, bajo el velo de la corrección política, la defensa(paternalista) de la mujer y la protección de los valores fundacionales de la revolución francesa.

Se dice prohibir y censurar el uso de la Burka, porque contraviene los principios de integración y libertad de la sociedad civilizada.

El atuendo es, según la lógica tramposamente binaria de Sarkozy, un símbolo de atraso, discriminación e intolerancia, y por tanto, debe ser proscrito como prenda de vestir en espacios de interés social.

Así,las instituciones públicas del país del mayo del 68, comenzarán a regirse y a manejarse en función de normativas de orden privado, donde se reserva el derecho de admisión, por el color de piel, el origen étnico, el pedigrí clasista, el respaldo económico y hasta la manera de lucir.

La nación como alcabala de aeropuerto post 11-S o discoteca chic de Los Ángeles.

Ni siquiera, en broma o en carnaval, se podrá llevar la moda de las esposas del Talibán. Por defecto, y como diría el editorial de “El New York Times”, la medida lejos de contribuir a la consolidación de la democracia, le regalará y brindará, en bandeja de plata, otra justificación al terrorismo islámico para atacar a la población civil de occidente. Uno de los miles de efectos contraproducentes de la absurda norma de etiqueta.

Por lo demás, el periódico cumple con hacer un análisis crítico y cabal de un fenómeno externo, mientras oculta al lector las consecuencias nefastas de la incursión americana en tierra de Osama Bin Laden.

Ambas naciones, como siempre, se hermanan al competir en el juego de la doble moral, sustentada con argumentos nacionalistas y xenofóbicos de guerra fría.

Afuera es horrible, es la barbarie, y nuestra misión es redimirla con responsabilidad, conciencia, firmeza y rectitud. Los indios del planeta Pandora son unos salvajes, y es necesario enseñarles a comportarse y a conducirse como personas decentes.Nada de guayucos, collares vistosos y consejos retrógrados de fashion, a la hora de pedir una cita con el médico. Lo recomendable, lo justo y lo normal es adaptarse a los patrones estéticos de la modernidad parisina.  

Adentro es cool, es la educación y el sentido de integración de las minorías, pero a costa de exigirles su depuración intelectual y cultural. Si quieren ser Franceses y vivir en nuestra casa, únicamente se les exige ceñirse a las reglas de nuestro protocolo histórico. Su asimilación será efectiva, cuando dejen de hablar su idioma de origen. Sin embargo, no se confundan. Aquí no somos colonialistas, autocráticos, discriminadores, fascistas y chauvinistas. Aquí somos franceses y abogamos por la independencia total de los corsés ideológicos( aunque conservamos a Haití en estado de semiesclavitud y explotación imperial, al servirnos como primer destino de nuestras oleadas de turistas sexuales. Ahora con el terremoto, los precios de nuestro prostíbulo del caribe descenderán, para regocijo de la clientela cautiva).

Las trampas retóricas y los chantajes del presidente galo, son increíbles, son los típicos ardides publicitarios de la propaganda oficial.

De tal modo, su populismo nacionalista distrae la atención del electorado y del ciudadano común, al imponerle falsos dilemas y falsos debates, para fungir como potes de humo.

Cuando llegó al poder, Sarkozy no conocía la técnica y pagó caro las consecuencias, ante el descontento creciente hacia su gestión de gobierno.Resultado, el Octubre negro de Sarkozy al calor de paros, huelgas generales, anarquía y descontrol. Todo lo opuesto a su campaña de disuasión policial y militar, en pro de la fortificación del apartheid de la capital. La gente lo votó por mantener a raya a los chicos pobres de las villas miseria, las  zonas satélite,  y las urbanizaciones subvencionadas.

En adelante, entendió el mensaje, e interpretó la lección al pie de la letra, al ejecutar su plan maestro: revisitar a Hitler y a Mussolini, al concentrar su discurso alrededor del tema de la bandera y la pasión por la sangre autóctona. Clásica movida conservadora para disimular su agresivo proyecto de flexibilización laboral y destrucción de los derechos inalienables, bajo el paraguas del miedo a la otredad, al cambio y a la mutación.   

En paralelo, pretende encubrirse con un manto de legitimidad altermundista, al querer encabezar la cruzada por la última beatificación de Camus, a propósito de su centenario. Lo mismo ocurrirá en Venezuela, dentro de poco, al instante de celebrar los 200 años de la gesta emancipadora de Bolívar. Para ellos, sólo existe la historia para manipular al personal. Igual sucede con la Rusia de Puttin y sus marionetas.

Ciertamente, la reacción secuestró la discusión en nuestras narices, desde la caída del muro de Berlín. Por decreto, nos imponen sus teorías y sus dogmas de fe, para despertar la supuesta mirada vigilante del hombre comprometido.

En realidad, nos vendan los ojos, nos tapan la cara y nos cierran los oídos con sus estrategias dialécticas.

Por ejemplo, y para demostrar lo dicho, Sarko nos silencia varias verdades, indispensables para combatir sus clichés.

Primero, apenas 1200 mujeres utilizan la Burka en París. Segundo, la mayoría lleva la prenda con orgullo, de reafirmación de sus raíces, no por mala costumbre o imposición de sus maridos. Tercero, tapada o destapa, la mujer francesa sufre una discriminación política tan brutal como en Irán, Afganistán y Venezuela. Los hombres cobran y se dan el vuelto en sus asambleas sexistas. Cuarto, el empeño por defender la integridad de la mujer, no es un argumento para derogar el derecho a la libertad de elección.

Quinto, el relativismo antropológico de hoy, sugiere tomar con calma las tradiciones ancestrales y religiosas del ayer, como orar, hacer ayuno y andar disfrazado de Rabino.

Si nos ponemos a legislar sobre religiones, entonces terminaríamos por condenar a la católica, por también arrinconar a sus monjitas de los centros de decisión. Naturalmente, el orden jerárquico y monárquico del Vaticano no es la panacea o la utopía consumada. Pero por eso, es un estado dentro del estado, no al revés. Donde manda presidente, no rige el Papa. Zapatero a su zapato.

Seis, la historia francesa es rica en ejemplos de represión textil. En el pasado, piezas fueron censuradas y vedadas del repertorio. Incluso, en la actualidad, se diseñan y se comercian con nuevas formas y estilos de Burka. Para las feministas extremistas, el bikini es la burka invertida, porque explota a la mujer. Por ello, sea cierta o no la tesis de ellas, no vamos a salir a derogar el uso de la tanga en la playa. Ni dios lo quiera.

En tal sentido, cabe traer a colación las interpretaciones de la eminencia en la materia Susan Faludi, quien, desde una lectura radical, asegura padecer en Norteamérica y Europa un clima de cacería de brujas, próximo al medioevo, donde la sensibilidad femenina es vista como negativa y como un síntoma de debilidad, de cara a los enemigos foráneos de la república. Ellos se aprovecharon de nuestra mano suave de tratamiento maternal , y por ende, nos tocaron el rabo al tumbarnos las torres gemelas. Nuestra tarea es rescatar el machismo y acabar con el feminismo, para derrotar a los fundamentalistas, sin piedad, como Rambo. Es el regreso del ideal vaquero y proteccionista de John Wayne. Asimismo, la mujer quedaría relegada a un papel secundario, condenada exclusivamente a preocuparse por su apariencia y por su estatus.

A tal fenómeno, Susan Faludi lo llama “La Guerra no declarada contra la mujer”. Es la obligación de ser bellas, radiantes y jóvenes, por los siglos de los siglos. En palabras suyas, es una manera de opresión no muy distante de la musulmana. Por tanto, no todo lo que brilla es oro, en el camino de Sarko.

A mi modo de ver, Carla Bruni es tan esclava de su físico como una víctima adolescente de la Burka. Es cuestión de saber mirar debajo de la fachada.

Para culminar, la lunática doctrina del Presidente galo, cierra con broche de oro su necia campaña por la reafirmación de la identidad francesa, lanzada como globo de ensayo para sondear el terreno para futuras incursiones en el ámbito del pan y circo.

Para responderle rápido, la mentada identidad francesa es un mito, y hoy merece y requiere diluirse para ponerse a tono con los tiempos de la globalización. De lo contrario, Francia seguirá echando para atrás, en el concierto global, y erigiendo barreras virtuales para separarse del resto del universo, en un aldea oscurantista y engañosamente cosmopolita.

El blindaje de sus fronteras es el verdadero debate, en el contexto de la caída del muro de Berlín.

¿ Continuamos levantando barricadas contra el tercer mundo o nos damos una tregua en el marco de las comunicaciones sin fronteras?

El caso de Haití sella el debate por ahora.

El objetivo es invadirla con el apoyo de los Estados Unidos, para evitar el exilio de sus mareas de desesperados en nuestras costas. El propósito es ahorrarnos dinero a corto plazo, en reenviarlos a su lugar de origen, al mantenerlos encerrados en su isla, en su “Sector 9”.

Por eso, la consagración de «Avatar» en la taquilla no puede resultar más irónica en la actualidad.

Por supuesto, tampoco se trata de vender a la Burka como la única tabla de salvación internacional.Todos conocemos su memorial de agravios y su expediente de dolor.

No obstante, es inútil determinar su prohibición, cuando el asunto va más allá de las afirmaciones categóricas de Sarkozy.

La invitación es a mantener distancia de las eternas disyuntivas maniqueas y a ir en busca de los matices.

Lo otro es abonar el terreno para promover nuevas prohibiciones y censuras más peligrosas, como la regulación del Internet y el consumo de ciertos contenidos.

Recuerden el caso de los Jémeres rojos y su terrible revolución cultural, donde prohibieron desde prendas de vestir hasta cortes de pelo y formas de hablar, pues procedían de “una nefasta tradición burguesa”. 

 ¿Vale la pena retornar a esquemas superados de pensamiento y restricción?

¿Es Sarko el descendiente de Pol Pot, aunque con pinta de yuppie?

Averígüelo muy pronto.

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