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Respuesta a Daniel Pratt (Montejo)

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La presente no pretende ser una “respuesta” propiamente dicha. Surgió al intentar escribir un comentario y constatar que la extensión lo hacía detentar otras pretensiones.

Más que una “respuesta”, es una “prolongación” de su diagnóstico, que se me hace paticojo y flojo. Pratt dice que la gente que no conoce la obra poética de Montejo sufre de flojera o recargamiento de información, a lo cual podríamos agregar la desinformación en torno a la obra del venezolano.

Pero esto me parece poco convincente, ya que la “flojera” o la “cantidad de información” que manejamos, no es exclusivamente dominio de los individuos, de nosotros, de los venezolanos.

Para mí, el desconocimiento de la obra de Montejo se debe a las causas estructurales de la literatura en Venezuela, algo muy distinto a las excusas individuales.

En este sentido, creo que en Venezuela no tenemos un movimiento intelectual. No lo tenemos, porque no lo podemos tener: porque en nuestro país, carecemos de incentivos a la lectura, ignoramos el valor de la cultura literaria y hacemos horrorosos intentos bruscos de literatura for dummies, en Ferias y eventos preparados a la carrera.

Esto no quiere decir que no haya expresiones literarias ni espacios para la difusión, como el propio Panfleto Negro. Pero lo que tenemos son una serie de espacios marginales, alternativos y enanos donde los pocos raros que escapan a los atractivos culturales predominantes (deporte y dinero), logran expresarse.

Existen medios alternativos muy buenos. La gente de Ficción Breve o Letralia intenta hacer lo propio. Pero son, repito, espacios pequeños y alternativos, y decir que en Venezuela hay literatura porque Montejo publicaba semanalmente en una oscura revista de dudosa distribución, equivale a decir que en Venezuela se practica la lucha Sumo porque hay dos gordos que se dan panzazos los sábados en un club de Guarenas.

Obviamente, no es tarea de ninguno de esos espacios crear la cultura literaria, algo que es más inherencia del Estado. Que Montejo muera en medio de la indiferencia más sepulcral, es la corroboración del diagnóstico según el cual el Estado ha hecho una pésima labor en la creación y valoración de los talentos literarios venezolanos, que sí los hay, y bastante.

No tapemos el sol con un dedo. Afrontemos y denunciemos la desgracia de ser ignorado al tener un talento tan grande, en vez de indignarnos y culpar a la gente de las erradas (o inexistentes) políticas culturales del país.

Si no asumimos seriamente esta falla, en cinco años morirá otro excelente escritor, ahogado en el desconocimiento público, luego otro, luego otro… No es creyendo que era el deber de la gente interesarse y descubrir a nuestros talentos que lograremos subsanar este enorme bache, que hace que alguien que escribe en Venezuela sea visto como un bicho raro, un ocioso, un don nadie sin valor.

Como veía Venezuela a Montejo.

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