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Sombras en la Universidad

UCV

Nicolás Maquiavelo, en el capítulo V de “El príncipe”, dice que para conquistar una ciudad que se ha gobernado por sus propias leyes durante mucho tiempo, “no hay medio más seguro para conservar semejantes estados que arruinándolos”.  Es más que sabido y analizado que Venezuela es un estado gobernado con sus propias leyes que está siendo sistemáticamente arruinado por un poder extranjero que piensa adueñarse del, y que casi siguiendo al pie de la letra las palabras de Maquiavelo ejecuta tan bien sus enseñanzas que casi pienso que es el libro de cama de los Castro. No es una sorpresa entonces que se ejecute la misma técnica con el movimiento estudiantil.

Los sucesos ocurridos en la UCV 12 de marzo de 2014 son una clara muestra de ello. Mal que bien, el movimiento estudiantil se ha movilizado siempre que sus derechos son violentados de alguna manera. Desde la quema de autobuses cuando se aumenta el pasaje estudiantil hasta la paralización de todo un estado cuando se intentó violar a una estudiante dentro del recinto universitario, no es justificada la violencia, pero no se puede decir que los estudiantes no luchan por lo que creen correcto. Sectores de este verdadero colectivo son manipulados por líderes políticos desde siempre, es bien sabido en la política venezolana de ambos bandos que los estudiantes son una fuerza considerable que se puede manipular hasta cierto punto cuando apelas a la emocionalidad de los jóvenes. Sin embargo, como Roma o Esparta, las ciudades que usa Maquiavelo como ejemplo, los estudiantes tienen sus propias leyes, su propio código. Analizando los sucesos del 12/03/14 está claro que las decisiones que provocaron el enfrentamiento con las fuerzas represivas (incluyendo aquí a los colectivos que hacen vida en la universidad), fueron más por la ausencia o el exceso de líderes que nunca dejan en claro su propia agenda. Pero también, ayer se demostró que el plan de represión de nuestro gobierno es arruinar al movimiento quitándonos el símbolo más representativo no solo de la lucha estudiantil, sino de todo el movimiento: la Ciudad Universitaria.

La crisis presupuestaria actual que atraviesan las universidades, aunada a la terrible gestión de sus autoridades, ha tenido claramente la intención de arruinar económicamente por medio del desgaste a la representación estudiantil, los baños no funcionan, el comedor está cerrado y las clases son cada vez más difíciles, aunado a la inseguridad constante que debemos enfrentarnos. La idea es tan simple que parece increíble. Que te desagrade tanto ir a la universidad que dejes de estudiar y no te puedas reunir y manifestarte. Si alguien está en desacuerdo con esta lógica, que escuche las palabras del ministro de educación con aquello de “no queremos que seas clase media para que no te conviertas en escuálido” descontextualizado y todo, hay cosas que simplemente no necesitan explicación. La incomprensión del Gobierno respecto al estudiante es tan clara que no deja de ser obvia la razón por las cuales no han parado las protestas. Los problemas a los que nos enfrentamos en el día a día en clases son los mismos que vivimos en nuestras casas, son los mismos por los que salimos a protestar: escasez, inseguridad, falta de servicios públicos. Es por ello que ahora tienen que cambiar la estrategia, es por eso que ahora no pudieron esperar el momento y violentaron la universidad.

Insisto tanto en este punto porque la ciudad Universitaria es más que una estructura, incluso más que un patrimonio universal de la humanidad. Al convivir en paz dentro de ella movimientos de izquierda, derecha, políticos, sociales y culturales, al tener la calidad académica que tiene, al ser tan abierta como es, la universidad central es el símbolo de lo que es la democracia, un sitio donde se crean las ideas que definen a nuestro país. Es verdaderamente un faro de luz, el faro que vence a las sombras.

Y es tan pero tan importante por eso, hay universidades casi exclusivamente llenas de manitos blancas y hay otras controladas por franelas rojas, pero pocas son aquellas donde ambas tendencias pueden escucharse, mirarse a la cara y quitarse estos símbolos foráneos y convertirse en expresiones venezolanas. Al ser la ciudad universitaria el símbolo donde ideas distintas y diferentes entre sí surgen de las discusiones y debates que ocurren en cada salón, cada pasillo y hasta en cada palmo de grama de tierra de nadie, esta representa el espíritu de lo que una verdadera democracia necesita. El dialogo y la evolución de las ideas. Arruinar este espacio es arruinar el espíritu de la verdadera lucha. La lucha del pensamiento. Y ahora nos la van a quitar.

Nos la quitaran si tenemos miedo. Nos la van a quitar si dejamos que la violencia nos domine. Nos la van a quitar si no pensamos con inteligencia. Nos la van a quitar si la dejamos sola. Si nos la quitan, pueden dejarle los días contados al movimiento universitario. Es necesario que hoy nos acerquemos a nuestra casa de estudios y la defendamos de la mejor manera posible, que nuestra sola presencia sea el mensaje de que no nos pueden desarticular, que como un enjambre donde no existe una sola mente que lo controla todo, no hay cabeza que cortar, y no puedes destruirlo sin destruirte a ti mismo. Dejemos que los represores nos vean hoy, y que Tierra de nadie sea ahora la Tierra de todos.

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