panfletonegro

Uribana como política de Estado

317978_10151450515241214_1652364287_n
Héctor Babenco podría filmar en Venezuela una secuela de su película, «Carandirú». No sería un largometraje de ficción sino un documental en proceso de producción dentro de los penales del país, bajo la dirección de la carcelera mayor, Iris Valera.
Fuera de chiste, la realidad vuelve a superar al drama del cine ante la masacre de Uribana, el último reclusorio criollo devenido en campo de concentración, para hacer una cómoda limpieza étnica de hombres olvidados por la justicia, criminales y víctimas de un sistema democrático ineficiente.
De nuevo se repite el modelo implementado en la Planta, Yare y el Rodeo.
A la primera le encajaría la frase de «error humano». A la tercera y la cuarta, cabe definirla como una política de estado.
No les quepa la menor duda. Al respecto, comparto una tesis.
El gobierno hace una escabechina escándalosa cuando la situación se le pone dura y quiere infundir miedo en la sociedad civil.
Siempre ocurre lo mismo en tiempos de olla de presión.
Por menos, la Ministra debió renunciar al cargo. Sin embargo, en el mundo al revés, la consideran una funcionaria eficiente, por aniquilar a gente indeseable. Así la revolución perpetua prácticas fascistas condenadas en el pasado.
A propósito, John Manuel Silva identifica la situación con la matanza del 27 de febrero, la mentada fecha de nacimiento del movimiento chavista.
Hoy el reinado de Hugo comparte la metodología de CAP para instrumentalizar a la Guardia Nacional con fines de exterminio colectivo.
En paralelo, los grupos encapuchados del 23 de enero instauran su regímen de terror, lanzando a pobres inocentes por la ventana, como forma de amendrentar a la ciudad. Es un mensaje claro a cualquier manera de disidencia. A tener cuidado entonces.
Los verdaderos Pranes andan sueltos y les ineresa crear caos, sosobra y confusión.
Es un pote de humo conocido. Lástima por sus consecuencias a corto plazo.
¿Hay futuro?

Salir de la versión móvil