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Marico y Marica. A propósito del día contra la homofóbia

En 1991 Senel Paz escribió un párrafo que quedó adherido a mi memoria:

“Era un muchacho pelirrojo, de pelo ensortijado – precisó con un suspiro- con esa edad que no son los catorce ni los quince. Un chorro de luz que entraba en lo alto, mas digno de los rosetones de Notre Dame que de la claraboya de nuestro convento de los Hermanos Maristas, lo iluminaba por la espalda, sacando tornasoles de su cuerpo salpicado de espuma. El muchacho estaba excitado, añadió, tenía agarrada la verga y era a ella a quien le cantaba, y Diego quedó fascinado, sin poder apartar la vista del otro, que lo miraba y se dejaba mirar. No hubo palabras: el semidiós lo tomó del brazo, lo volteó contra la pared y lo poseyó. Regrese al dormitorio –dijo- pero iluminado por dentro, y con el palpito de haber comprendido el mundo de un sopetón” Esta soberbia descripción es del cuento “El lobo, el bosque y el hombre nuevo” que luego sería la base para la película “Fresa y Chocolate” de Tomas Gutiérrez Alea.

Creo que ese tipo de revelaciones le son destinadas a las personas que descubren dentro de sí una gran verdad. La misma puede tener muchas aristas e incluso albergar contradicciones sin embargo, como toda verdad, es un camino y solo restaría desmalezar y continuar, contra todo pronostico.

En Venezuela estamos atrasados. Si, atrasados. Como lo estamos (en muchas otras cosas) con respecto a la toma de medidas legales para la igualdad de derechos para las comunidades LGBT. México, Colombia, Brasil y Argentina nos llevan un buen trecho.

No quiero echar mano del matrimonio homosexual, ya que para llegar a ese “estadio” haría falta reconocer, por lo menos, ciertos derechos básicos que la comunidad LGBT  considera pertinentes:

-Que los cambios de nombre y de sexo sean legales.

– Legalización de las uniones homosexuales como una forma válida de concubinato.

Sin embargo hay un tercer derecho que considero imprescindible: El derecho a nombrar.

Judith Butler dijo una vez que las palabras que se usan para ser humillados, pueden ser convertidas en palabras para la reivindicación. Es una de las características del lenguaje: la ductibilidad. En este contexto ¿puede haber palabra mas poderosa que Marico? Por un lado se puede referir de manera fraternal, por otro es ofensiva. Raras veces una palabra pueda ser tan plástica, dependiente  de la semiosfera en la que es nombrada. Hace unas semanas atrás nuestro brillante canciller Nicolas Maduro se refirió a los que el considera “adversarios politicos” cómo sifrinos, mariconsones, fascistas. Nótese que ser mariconson es tan malo como ser fascista en el discurso de Maduro. Después de las presiones sociales de rigor, Maduro se disculpo.

Pero la leche ya estaba derramada. ¿Realmente hay posibilidad de visibilidad política cuando  la homosexualidad es tan mala como el fascismo?  Para nadie es secreto que nuestro país es profundamente machista, tenemos poco de lo que necesitamos y demasiadas cosas por desechar. Hace un par de años, caminando por Sabana Grande (uno de los sitios mas “tolerantes” para con la comunidad LGBT) dos muchachos iban agarrados de mano, con una visible incomodidad en sus ojos. Un hombre de mi edad, es decir no mucho mayor que aquellos muchachos, exclamó con autoridad: “¡Que bolas! Ya hasta se agarran de la mano los maricos estos” De alguna manera el hombre se sitió invadido en su espacio simbólico heterosexista: si quieres ser marico, puedes serlo siempre que yo no te vea. Ese pensamiento es tan fariseo como la gente puede hacer con su culo lo que le de la gana ; Mentira, hay que ser un verdadero gallináceo para comprar la falsa creencia de que en verdad podemos hacer lo que nos place sin ser juzgados.

Esa libertad mutilada parece ser solo asequible para los heteros, ya que sólo hay una sola consecuencia y sólo te afecta si eres mujer. La palabra puta no es tan plástica como marico, ya que sólo tiene una sola connotación y es ofensiva.  Pero marico y su acepción marica si es usada entre las mujeres y muchas veces, entre los mismos homosexuales. ¿por qué adoptar marica y no marico? Me parece que es una forma de suavizar la fuerte carga semántica del segundo término. Decirte marico (si lo eres) es doblemente ofensivo al si te dicen puta no siéndolo. Marico como insulto es efectivo en cuanto termino reafirmativo de una condición. Por eso los varones que se reconocen como heterosexuales la usan con tanta cordialidad, porque si fueran maricos (o enemigos), ese término sería ofensivo.

Es claro que el termino marico fue creado desde el poder heterosexual. Y salvo que el término se convierta en parte de un discurso reivindicativo, seguirá siendo una palabra poderosa en cuanto a su poder coercitivo. Algo así pasa con los medios de comunicación venezolanos. Las telenovelas siguen siendo el 68 % del paquete televisivo en nuestros canales nacionales y algunas de las mismas tienen unos niveles de share considerables.

Hace un par de años la gente de “Reflejos de Venezuela” mandó un documento a RCVT con respecto a uno de los personajes de una telenovela llamada “Mi Gorda Bella” en la cual un personaje gay es tratado miserablemente por el resto de los personajes, como también hay programas de comedia donde el personaje homosexual es humillado hasta la saciedad mientras ríe y se hace el desentendido. Este tipo de estereotipos negativos tienen consecuencias devastadoras para los grupos sociales representados en ellos porque los invisibilizan políticamente al ser considerados inferiores o carentes de madurez política. Es interesante como México y Brasil han transformado la construcción de sus personajes homosexuales y nosotros todavía juguemos al “peluquero loca” en nuestras tramas. Algo pasa con el venezolano que le tiene tanto miedo a ese cambio de patrones de consumo cultural (porque el personaje homosexual es un producto cultural) y prefiere el producto de fácil digestión; una de dos: O somos homofóbicos hasta las raíces mismas de nuestra identidad o somos unos gallináceos. Y las opciones no son mutuamente excluyentes. (No hago mención de los personajes que interpretaron Hilda Abraham y Kiara en «Nadie me dirá como quererte», dos «Lesbianas» discretas y soberbias porque hablo de la homosexualidad masculina)

En ese sentido quedan caminos que recorrer y rutas por abrir. Exigir respeto en los medios de comunicación sería un buen comienzo, pero habría que ver si eso tampoco es coartar la libertad creativa de los genios que elaboran nuestros seriales televisivos. Supongo que  hay que llegar a una concesión que guste a todos y como la historia nos ha demostrado, eso es imposible. Hay que ganarle al poder el derecho a autonombrarse y exigir los términos, tan sencillo y romántico como eso.

Como preguntas finales: ¿vale la pena celebrar en Venezuela el dia contra la homofobia? ¿Hay algo que celebrar? ¿hay mas seguridad para las trans de La Libertador? ¿acaso las campañas presidenciales de H. Chávez y Capriles consideraron los derechos LGBT como parte de su agenda política?

Si bien en la MUD se barajaron propuestas que ayudarían en un futuro el tema de los reconocimientos legales de la comunidad LGBT esto no llego a término. Como también ha habido aperturas importantes dentro de las plataformas del Estado que reconocen los grupos LGBT (como el Movimiento Gay Revolucionario) como militancias políticas con propuestas legales sin embargo todavía hay mucho que recorrer. Yo no veo la cantata victoriosa en un futuro próximo. No mientras Fascismo y Homosexualidad sean lo mismo para las lumbreras que pretenden dirigir al país.

 

 

 

 

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