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Las Leyes (a propósito de la polémica generada, al menos en este portal, sobre la ley Antitabaco)

Para hablar del beso no hace falta haber besado, así como para hablar de leyes no hace falta ser juez o abogado.

Siempre que hablamos de leyes, de derechos y de deberes, y así de cualquier tema, para tratarlo en profundidad y llegar a conclusiones que de alguna manera contribuyan a alguna cosa positiva, quizá deberíamos empezar por hacer retrospectivas históricas, de modo de comprender de una forma más completa los por qué, los cómo, los cuándo y en fin, las razones que fueron llevando a la aparición, invención o creación de las leyes o las normas o de ese algo de lo que pretendamos discutir.

Porque el fin último de una discusión, es sacar conclusiones y quedarnos con algún aporte, tanto como generarlo.

Luego plantearse, cuales son sus alcances, a quienes benefician, a quienes perjudican y también en que contradicciones caen.

Quien crea la norma y la ley, debe crear también sus excepciones y cuidar que no contravengan con las ya existentes o en todo caso, adaptar las unas y las otras, entendiendo además que las leyes son en esencia convencionalismos que buscan reglamentar casi todo en los aspectos de la vida en sociedad para que la convivencia sea cada vez más posible, y que quienes promulgan una ley deben también sumirse a ellas.

Podríamos decir que mientras más leyes, el ser humano tiende a perder más libertades, visto desde el punto de vista de la supresión, de lo que nos dice la ley que no debemos hacer y de lo que se convierte en ilegalidad, con lo que el ser humano se vuelve más vulnerable y menos libre de hacer lo que su libre albedrío le indique y permita.

Pienso que cada vez los gobiernos tienen más y más formas de hacernos delincuentes e infractores de las leyes, tenemos más formas de caer en la ilegalidad, por lo que, si no cometemos un delito cometemos otro, por la simple razón de que todo está tan reglamentado que cualquier cosa que hagamos fuera de esa reglamentación ya nos convierte en transgresores de la ley, dicho sea de paso, que debemos conocernos todos los textos legales al menos del país en el que habitemos, sin mencionar las leyes que deberíamos conocer de los países a los que viajamos; cosa que, pienso que ni los abogados y jueces más duchos y con más años de experiencia en su profesión alcanzan a saber.

Por otra parte, las leyes siempre, o más que todo, buscan reglamentar al ciudadano y sus actos, en muchos casos, y en el caso particular de Venezuela, pareciera que quien aplica la ley no está sujeto a ella, dicho de otra forma, quien legisla no se somete a la legislación y casi cualquier acto forma parte, de una u otra manera, de una ilegalidad.

Por poner un ejemplo simple y cotidiano, la ley de transito indica que los hombrillos amarillos son prohibición de estacionar, los blancos, son zona de descarga y los rojos son paradas de transporte público, lo que significa en pocas palabras, que es ilegal estacionar en la calle, pero es bien sabido, que eso no es así, entonces, todos esos ciudadanos son delincuentes porque están cometiendo el delito, o al menos están fuera de la ley y son infractores!

En cualquier momento, un funcionario puede aplicar la ley y el ciudadano deberá asumir el castigo o las sanciones a que se refiera la ley.

Esto sin entrar en el tema de las leyes que contradicen a la ley magna, la cual se supone es la base de todas las leyes y que es a partir de esta que deben surgir las demás, de modo que ninguna otra ley puede contravenir a la Carta Magna.

Es en conclusión las leyes venezolanas, son todo un pastel, pero no un delicioso pastel, no un pastel cualquiera, sino un pastel donde se mezcla guanábana, mango, tamarindo, chocolate y ciruelas pasas, y en vez de azúcar, alguien por error le echó sal!

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