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Recuerdo

Recuerdo el reflejo de la lumbre en tus pupilas, el fulgor de primavera que irradiaba tu sonrisa, los rosales sin espinas que te envolvían
su rostro nacarado  en verano  como la arena blanca de aruba
Recuerdo su grácil silueta que entre las sombras giraba ufana y esbelta
asaltando abismos, obsequiando luz.
Su mirada con cierto desconfío se embelesaba en el hombre que solo servia como tragaluz
Recuerdo las montañas sin nombre, vivas y candentes en la alborada donde tu pasos surcaban senderos de frangancias prestadas
te abrías paso en las virgenes praderas bañada del rocío del arcoiris acuarela
Recuerdo tus cartas con su inolvidable sutileza, erigias un templo con una belleza sin parangón por cada palabra escrita
tatuandose profundamente en mi piel
Olvidando lo que fue ayer para esculpirte en mi mente con severo placer
Recuerdo, la rosa temblorosa colmada de delirios bajo el cielo índigo
que conseguía oler, agitandose, sonrojandose por mis insolentes respiros 
y un dia se volvió ajena, y mi alma errante no volvio a pisar  otro jardin
Recuerdo la Dulce indiferencia que me hería y el goce soslayado en mi retina
recuerdo a la mujer clara con cabello oscuro que me desprendia del suelo
festejo sus ojos curiosos y lamento mi andar ordinario y errático
Recuerdo a la niña confundida que no creia en su familia, y ataviada en oscuros matices extendia sus brazos con cientos de cicatrices ofreciendome compañia.
Entre aquellos pocos recuerdos estas tú que vuelves zigzagueante con tus manos sutiles apreciando el arte apoyandote en la luz, en el glamour y en la sordidez padeciendo a la mujer que soñaste.
Aún recuerdo celebrar tu «cumpleaños de soledad» en una tierra minada de prolificidad.
Tus complejos, tu inseguridad, tu tristeza incandescente se desvanecia raudamente y tu horizonte se hacia percibible en los albores de una nueva vida, de un nuevo amor.

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