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Los discos más influyentes de la década (2000-2009)

Lo diré de entrada: me desagradan las listas y las categorías. No les veo sentido. Sin embargo, admito que me siento, igual que muchos, inevitablemente atraído hacia ellas a pesar de que sé que son la perdición. Esta lista nace a partir de las entradas de Daniel Pratt y John Manuel Silva quienes, desde sus respectivos blogs, se lanzaron a la tarea de poner orden en nuestros CD’s y MP3.

Lo que leerán a continuación es entonces una especie de prolongación a lo ya establecido por mis compañeros, a pesar de que difiero mucho en algunas de sus elecciones. Vale decir también que John Ma se salva de que vive en San Antonio y está bien lejos, porque después de leer su apostasía («[Nirvana] es la banda más sobrevalorada de la década pasada»), tiene suerte de que de aquí a que lo vea me dará tiempo de calmarme para evitar ahogarlo como el bebé de Nevermind, con todo y billetico de dólar…

Entonces, sin más preámbulos, les doy los discos «más influyentes», por su proyección y trayectoria.

King Crimson, «the construKction of light». Una obra maestra de la legendaria banda que parecía haber perdido la brújula en la década de los ’90. Grabado después de las experimentaciones de los cuatro «proyectos» que vieron a la banda subdividirse en tríos y cuartetos, este disco muestra a Fripp, Belew, Levin, Gunn y Masteloto en la cúspide de la perfección prog-rock. Trey Gunn, tocando una guitarra de doce cuerdas y Masteloto, sintiéndose cómodo con la programación percusiva, permiten a las guitarras elaborar complicados diálogos y arpegios. Lo mejor que han grabado desde el épico «Thrak» y la partida de Bill Bruford.

The Roots, «Phrenology». Fue el disco que todo el mundo estaba esperando de la banda de Filadelfia: un sonido depurado, producción de beats etéreos y densos que flotan sobre la ejecución de los músicos y rimas agresivas. Cuando todo el mundo pensaba que el hip-hop había muerto y sería basura pop de consumo masivo, The Roots sorprendió a los críticos y al público en general con un disco balanceado y completo que, a diferencia de sus colegas, no desfallece al pasar las dos canciones «hit» que colocan en la radio. Si usted todavía es de aquellos que compran discos de hip-hop (en vez de descargarlos), este es sin duda uno que querrá tener en su discoteca.

Dead Prez, «let’s get free». Por la misma razón y por abrir el espectro del hip-hop a lo que debió ser: música de protesta venida del ghetto, es que «let’s get free» se erige como referencia seminal de la década. Canciones entrelazadas con discursos de Martin Luther King y profundas reflexiones sobre el estado policial de la sociedad, las escuelas y la discriminación, forman parte de este disco que abrió puertas para gente como Immortal Technique y conectó el hip-hop con clásicos como KRS-1, Mos Def y Public Enemy mientras MTV enfocaba las caderas de las modelos en los videos. Anarquistas, totalmente al margen del sistema donde «la música es como una plantación: los raperos recogen el algodón y las disqueras son el hombre blanco», este duo promete seguir pegando fuerte, como en su video «Hell yeah! (pimp the system)«, una guía sobre como robar al sistema. «Quieren hacernos pensar que sólo se trata de fiestas y de bailar, pero se trata de, ¡ser libres!», grita Stick-man en la canción «hip-hop» antes de preguntar, «¿prefieres comprarte un Lexus o tener justicia?». Insuperable.

Nick Cave & the Bad Seeds, «¡¡¡Dig Lazarus, Dig!!!». El ícono del alt-rock y segunda mejor razón para visitar Australia (después de la cerveza Bocks) logró, en 2008, el disco perfecto que tanto había buscado. Plagado de textos y referencias biblicas geniales, Cave nos invita a seguir a Lázaro, resucitado en la actualidad por Dios para vivir en este infierno. El pobre ex-cadáver, obligado a cambiar el descanso por la sociedad de consumo norteamericana, se bate entre la heroína, las prostitutas de Las Vegas y la violencia contemporánea. La influencia de este disco todavía no ha llegado a su auge, pero en un mundo lleno de letras bobas en las canciones, Cave destaca por la calidad de las imágenes en sus textos.

Tool, «10,000 days». Hablar de Tool puede sonar trillado para muchos pero esta banda, de escasas grabaciones y geniales arreglos de guitarra, sacó hace unos años lo que fácilmente puede ser catalogado de mejor disco en físico de la década. La caja del CD de 10,000 days se desdoblaba en un par de lentes y un libro de dibujos psicodélicos en 3-D. En un mundo donde los músicos ya no saben cómo vender los soportes de su música, este trabajo de Tool dinamita la mediocridad de las cajas de plástico con fotos aburridas para proponer un concepto artístico genial.

Nine Inch Nails, «With teeth». Sí, es trampa porque ya JohnMa los mencionó, ¿pero cómo hablar de música contemporánea sin tomar en cuenta el genio de Trent Reznor? Después de haber grabado el impecable «Downward spiral» y haber presentado al mundo su visión oscura y animalística del mundo, Reznor bien hubiese podido echarse a morir o encerrarse a lo Salinger. Sin embargo, después de años de ausencia, la dupla «With teeth» y «Year zero» volvieron a propulsar a la banda a la vanguardia, gracias a sus espectáculos en vivo y su fuerza bruta. La única cosa buena que hizo George W. Bush fue encabronar a Reznor lo suficiente como para que grabara «Year zero» y su disco remezclado con invitados de la talla de Chronos Quartet y Saul Williams.

Beck, «Sea change». El otro genio indiscutible de su generación, este «perdedor» supo re-inventarse después de imponer la estética contemporánea gracias a su «Odelay». Este disco muestra a un Beck inspirado en baladas y guitarras folk y su creatividad touche-à-tout sin límites ha trazado una senda que ha impactado a todo tipo de músicos. Utilizando acordes sencillos y progresiones básicas, este disco, junto a Mutations, es el puente entre el Beck de Midnight Vultures y los excelentes Guero y The Information.

Varios artistas, «Buena vista social Club at Carnegie Hall». Ya que la película y el disco de Wenders salieron antes del 2000, hagamos algo de trampa para incluir este colectivo que prefiguró el sonido de principios de siglo y fue en gran medida el responsable del «boom latino» que enriqueció a mediocres como R. Martin, E. Iglesias y Shakira. Sin embargo, su influencia musical y la voz carrasposa de I. Ferrer inspiró a más de uno: desde Gorillaz hasta Orishas, de Londres a La Habana, todos samplearon los danzones y boleros perdidos durante medio siglo.

Sigur Ros, «Takk». Los consentidos de la escena alternativa europea, Sigur Ros supo imponerse en una época globalizada de uniformización acústica gracias a su originalidad y su aproximación idiosincrática. Desde títulos impronunciables (¿Sushljott?) hasta canciones que planean y parecen no terminar jamás, «Takk» fue la mezcla perfecta que el grupo necesitaba para imponer su estilo. Súmese a esto una respetada reputación en vivo y mucha humildad y usted tiene los ingredientes para fabricar uno de los grupos indie con más proyección.

Archive, «Live at the Zenith». Este colectivo inglés de bajo perfil y completo desinterés en el mercadeo de su música no puede pasar desapercibido por aquellos que se preguntan a dónde fue el sonido de Manchester después de su apogeo y boom en los ’90. Mientras Portishead y Massive Attack se consolidan como referencias musicales y se elevan como el Ave Fénix por encima del trip-hop y el engendro ese de «lounge music», Archive demuestra en este brillante en vivo hasta dónde pueden llegar los sampleos y los beats lentos. Canciones ambientales de quince minutos, bajos pesados y voces afinadas han mantenido a este grupo a la vanguardia y su más reciente trabajo, Controlling Crowds, promete establecerse como otra piedra angular en el eje de la música inglesa y europea.

Queens of the Stone Age. «Lullabies to paralyze». Una referencia obligada para entender el rock contemporáneo. Separándose del «stoner rock» de Kyuss que él mismo ayudó a establecer, acá Josh Homme termina de deslastrarse de su pasado (y del bajista Nick Oliveri) y produce joyas musicales como, «you’ve got a killer scene, there» y «burn the witch». Un disco polifacético y profundo que cuenta con invitados de lujo y que puede complementarse con las «sesiones del desierto» donde Homme et al. devuelven el rock a sus raíces y lo arrancan de las pretensiones «glam» de pseudo-estrellas mediatizadas y sin talento. Rock. Rock puro. Rock de verdad. Indispensable.

Muse, «origin of symetry». ¿Qué más podía pedir el circuito pop que un genio como Matt Bellamy? Multi-instrumentista salido de una formación clásica, los arpegios y las progresiones que el trío británico proponen en este disco rompieron el mercado en un antes y un después. Canciones como New Born, Plug in Baby o Space dementia crearon la tela sobre la cual el disco de pop-perfección Absolution sería pintado años después. Si a eso agregamos que Muse escribió lo más cercano a una Bohemia Rapsodia moderna con su tema Knights of sindonia, la odisea del grupo puede considerarse completa. Además, igual que todos los grupos antes mencionados, Muse se destaca por sus conciertos increíbles, olas de sonido que ahogan al público con distorsiones de guitarra y coros agudos. Era natural que el grupo girase hacia tierras más comerciales pero «Origin» es una referencia obligada en cuanto a lo prolijo y depurado de su sonido y su capacidad de alejarse de composiciones estándares en música pop.

Gorillaz, «Gorillaz». El brainchild de Damon Albarn, este proyecto abrió las puertas al genial D.J. Dangermouse, responsable de mantener la credibilidad street de los pinchadiscos a través de mezclas ilegales (como el «Gray album», combinación de Jay-Z y los Beatles) e imponiendo sonidos con grupos como Gnarls Barkely. Albarn no se queda atrás, forjándose una reputación de músico serio al sobrevivir a los tabloides ingleses de su época Blur y experimentar con proyectos alternativos como The good, the bad and the queen. Entretiempo, Gorillaz ha ganado fama con presentaciones en vivo de altísima factura musical y visual, aparte de proponer una estética completa que ha llegado incluso a los teatros de las capitales más respingonas.


Entonces, fiel al dictamen de JohnMa (está bien, está bien; te perdono…) acá les dejo un vínculo a una playlist para descargar (107.4 Mb).


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