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SOS

Una imagen puede llegar a describir a un país. Una imagen puede fungir de radiografía de una época, de un período histórico, de un proceso político, de una civilización. Ésa imagen acaba de ser publicada por El Universal bajo el siguiente título: “Poblada de El Valle arremetió en contra de un presunto violador”.

La fotografía es demoledora y desoladora. De hecho, parece extraída de la serie negra de Goya.

Estéticamente requiere inscribirse en la larga tradición del reporterismo bélico, así como en la corriente del amarillismo de denuncia, con su doble moral, en contra de la barbarie de la violencia pero a favor de su explotación sensacionalista, capaz de hacernos insensibles e inmunes ante ella. A nivel semiótico, la fórmula es clara y conocida. Si un signo tiende a repetirse, no sólo se banaliza sino también se agota. Verbigracia, el caso de la caída de las dos torres, ya transfigurada en una postal de consumo doméstico o en un poster de usar y tirar. De igual modo, ocurre con la imagen del violador de el Valle, análoga y emparentada a varias placas impresas en el marco de la guerra de Vietnam.

En los sesenta y setenta, dichas imágenes lograron conmover a la opinión pública del mundo, sobre la brutalidad de la campaña bélica de Estados Unidos en territorio asiático. A la larga, ello anticipo la derrota moral del Pentágono ante el país de Ho Chi Min. Por defecto, América aprendió la lección y desde entonces empezó a ejercer mayor censura y control sobre sus órganos de propaganda. De ahí la fabricación Hollywodense de una guerra sin imágenes como la de Bush Padre, al mejor estilo video game, analizada y deconstruida por Baudrillard en el ensayo “La Guerra del Golfo no ha tenido lugar”. Años después, vino la segunda incursión en Bagdad y de nuevo se pretendió imponer la ley del silencio, pero la emergencia de los medios alternativos, tipo internet, impidió y combatió la mordaza.

De tal modo, se filtraron imágenes terribles por la web, dispuestas a favorecer y a perjudicar a los bandos en pugna. En menos de tres años, fueron publicadas las fotografías de Abu Grahib y las estremecedoras imágenes de los mercenarios anglosajones calcinados por los tribunales callejeros de la justicia iraki. Al mismo tiempo, varios teóricos, cineastas y periodistas procedieron a investigar a fondo el fenómeno, en la búsqueda de respuestas y conclusiones.

Sobre el tema Abu Grahib fueron estrenados dos documentales: “Fantasmas de Abu Grahib” y “Standard Operating Procedure”, a cual mejor. Por su lado, Román Gubern aprovechó para engordar el copioso y riguroso volumen de “Perversiones Ópticas”, sobre todo en el capítulo de la “Imagen Cruel”, a propósito de Abu Grahib.

En paralelo, Gerad Imbert obtiene resultados similares en el imprescindible “La Tentación del Suicidio”, donde condena y revisa el trasfondo antropológico del uso y el abuso indiscriminado de la porno miseria por radio, prensa y televisión, bajo el respaldo pasivo de una audiencia insensibilizada ante la destrucción de la otredad, mientras es condicionada a disfrutar del espectáculo de la muerte, como en el circo romano.

Tales referentes son el obvio subtexto y el claro precedente de la imagen del violador de El Valle, además de remitirnos a una abundante galería nacional de sangre, sudor y lágrimas, desde la era de Gomez hasta el 27 de febrero y más allá del once de abril.

Así, la imagen del violador del Valle nos permite hacer un diagnóstico, nada alentador, sobre la situación actual de la república Bolivariana.

Para empezar, la imagen denota un perfil sociológico de vocación apocalíptica, sin lugar para los débiles. En pocas palabras, es un retrato crudo y malsano de nuestra deshumanización como sociedad y sistema.

El pueblo del Valle asiste impávido, como nosotros al mirar la foto, a la ejecución de una pena de muerte, sin posibilidad de defensa y sin derecho a un debido proceso. Y después hablamos y nos llenamos la boca al momento de referirnos a la inyección letal, made in USA. Aquí lo hacemos igual, pero con gasolina y candela ante la vista gorda de las autoridades competentes, quienes se muestran incapaces de imponer la menor forma de orden.

En efecto, el pueblo del Valle afirma tomar la justicia por su propia mano, porque “la policía nunca hace nada con los violadores”. En consecuencia, surge y se crea un círculo vicioso de corte darwinista, a camino entre la ineficiencia de la degradación institucional, la impunidad delincuencial y la normalización del ojo por ojo. Un perfecto caldo de cultivo para seguir sembrando la semilla del odio y la intolerancia en el alma dislocada del hombre nuevo de la revolución bonita, fase superior del espíritu atormentado del alemán promedio tras la derrota germana en la primera guerra mundial y de cara a la irrupción de Hitler. Todo muy expresionista, caligárico y esquizofrénico.

Para cerrar con broche de oro, cada partido saca provecho político de la imagen, en la creencia de poder reducirla al esquema binario del blanco y negro o de ellos y nosotros. Ellos los bárbaros, nosotros los civilizados. Por desgracia, la imagen no deja por fuera a nadie, y nos retrata a todos al devolvernos un reflejo distorsionado y veraz de nosotros mismos, al margen de las razas, las clases sociales y las edades. Padres, madres y niños contemplan resignados el castigo implacable de un ser humano, apaleado y torturado hasta la muerte, cual mujer lapidada en el medio oriente. Trágica y macabramente, muchas personas hicieron el registro del suceso con las camaritas de sus celulares, como si estuvieran asistiendo a un concierto de Wissin y Yandel.

En semejante contexto de sálvense quien pueda, una elección viene en camino para enmendar la constitución de la república, con el exclusivo propósito de reelegir al presidente. Si yo fuera él, renunciaría al minuto, convocaría a una constituyente y haría una cadena de despedida para abogar por el derecho a la vida. Lamentablemente, Hugo prefiere esconder la cabeza como el avestruz y mirar hacia otros lares menos incómodos. Allá ellos quienes le siguen el juego.

Según una película reciente, los americanos piden auxilio internacional cuando voltean su bandera. A nosotros, con publicar la foto del Valle en internet, nos basta y nos sobra.

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