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Centimetreando

Luego de leer el texto de “OneChot la culpa es tuya” me sentí impelido a escribir lo siguiente porque hubo muchas cosas ahí con las que reverberé fuertemente. Si bien ese texto me sirvió de inspiración mi aproximación es distinta (sin ser opuesta) y quizás hasta más banal.

No soy lingüista pero por lo poco que he leído el tamaño de nuestro mundo siempre lo marca los límites de nuestro lenguaje (Wittgenstein et al). Y el mundo no es igual por ejemplo para un esquimal que tiene cientos de maneras de referirse al agua y al hielo que para un alemán que tiene otros tantas para referirse a la cerveza.

Los franceses se sienten “dépaysé” cuando se trasladan a otros países por largas temporadas o de hecho a vivir permanentemente en territorios de ultramar. Nostalgia es un término muy amplio como para decir que ésta sería la traducción en español. Que yo sepa no hay nada parecido en nuestro idioma.

Está claro que para que estos términos se cuelen en el lenguaje corriente tiene que pasar mucho tiempo, pero sobre todo tiene que haber razones evolutivas muy poderosas. La evolución tiene que privilegiar a los términos que profieren ciertas ventajas. Cuando el esquimal A le dijo al esquimal B “¡cuidado que está guarateghu!” y guarateghu es un tipo de hielo lo suficientemente resistente como para pasar rápido y sin mucha brincadera pero frágil si uno se queda manguareando viendo a las focas, a las de verdad digo, claramente comunicar tanta información en una solo palabra es algo que confiere ventajas substanciales a la tribu, en este caso a la de los esquimales.

¿De dónde vendrá la palabra manguarear por ejemplo? ¿Será lo que hacían los revolucionarios en la época de Bolívar cuando se quedaban absortos viendo a una mata de mango mientras Boves y los realistas estaban acechando cerca?

“Lo reventaron por andar manguareando”

En las guerras se ve mucho este tipo de fenómeno. Los militares llegan de ellas siempre con tres cosas: traumas, mutilaciones y su propia jerga. Lo que sucede es que el vocabulario no permea en el resto de la sociedad porque afortunadamente las guerras la hacen solo (normalmente) un tipo de tribu minoritaria, la de los militares. Además, el estado normal del mundo, a pesar de todas las guerras que han habido en la Historia es el de la paz (aunque esta sea frágil muchas veces).

De tanto que las turbas checas lanzaban a personas por las ventanas para asesinarlas surgió una nueva palabra que traducida al español se la conoce como defenestración. Muchas veces no hay que buscarles las cuatro patas a una palabra para aquellos que conocen un poco de etimología.

Todo esto viene a colación porque aquí en Venezuela hay la suficiente presión lingo-evolutiva para que se esté gestando una cantidad importante de nuevas palabras relacionadas con la inseguridad.

Son más de 100.000 muertos, 20 o 30 cada día en los últimos 4.745 días. Y no es solo la inseguridad en si misma sino toda la parafernalia alrededor. Nada más el trance que tienen que pasar los deudos para buscar a su muerto en la morgue daría para un Pequeño Larousse.

Cuando los grados de libertad se reducen en una sociedad, por una razón o la otra, desaparecen los hechos fortuitos e insignificantes y estos dan paso a conceptos y metáforas (por ende palabras). No hay hechos minúsculos cuando la vida es la que está en juego.

Tristemente no estamos lejanos del día en que oigamos este tipo de dialogo:

“¿y qué le paso, como sucedió todo?”

“Mira parece que estaba por la Avenida x con la novia y…”

“¿Y qué? ¿qué le pasó? Si él andaba en una camioneta mega blindada”

“Bueno tu sabes hay mucha inconsciencia en estos días y él era un muchacho joven”

“¡Dios mío no, no, como es posible!”

“Tal parece que se le salió un peo y bueno bajo la ventana unos centímetros para airear el carro, que se yo le daría pena con la novia y por ahí fue que entró la bala”

“¡Coño de la madre pero esa es la vaina chico! ¡Como se le ocurre! ¡Quien lo manda a estar centimetreando por ahí!

Y ambos saldrán del funeral con la falsa sensación de seguridad que a ellos no les pasará nada porque no centimetrean y en vez se calan sus pestilencias. Hasta que lamentablemente les pasa algo “fortuito”. Y lo fortuito se hace común y lo común se hace verbo.

“Mira chico hay que tomar precauciones. Coño tu sabes que hay inseguridad no centimetrees entonces vale. ¿Tú sabes que la vaina está fea en tu zona? Embañate entonces huon” (dormir en la bañera/baño con la puerta cerrada con llave y con una glock armada en el lavamanos).

Engalaparse (de las tortugas Galápagos) será vivir absolutamente toda tu vida confinado a un área no mayor de diez metros cuadrados totalmente encerrada. Nacer, crecer, comer, cagar y procrear en esta área para evitar “riesgos” innecesarios y tener una vida bien longeva. Como la de las Galápagos.

No exagero. Los japoneses tienen una palabra para referirse a un fenómeno similar en sus adolescentes: hikikomori. Aunque por causas diametralmente distintas.

Francamente estoy cansado de oír cualquier clase de ridiculez argumentando que la muerte violenta de fulano o fulana pudo haberse evitado si no hubieran tomado tal o cual riesgo. Si no hubieran sido tan desprevenidos. Si no hubieran estado centimetreando por ahí.

Lo siento pero andar en tu carro a las cinco de la mañana en Caracas no puede ni debe de ser lo mismo que desarmar una bomba en Irak, o ir de la provincia Helmand a Kabul en un convoy británico con cientos de talibanes acechándote dispuestos a dar a la vida por un harem de vírgenes en el más allá.

Pero aquí sí lo es y tarde o temprano estos “riesgos” que se toman, de otra manera insignificantes y despreciables pasaran a formar de nuestra jerga y de nuestra manera de comunicarnos. Marcaran los límites de nuestro mundo al menos para los caraqueños y los venezolanos. Y una vez que esto suceda es muy difícil sino imposible de erradicarlos.

La  muestra más fehaciente de que esto ya está sucediendo, de que este fenómeno ya es parte de nuestro mundo, es la falsa apreciación de muchos de que la “inseguridad es un fenómeno global”. No solo hablo de los sospechosos habituales, de los que dicen lo anterior por razones políticas. Hablo de amigos, conocidos, gente que en verdad siente que ese es el caso. He tenido la fortuna de viajar a muchos países incluyendo africanos y latinoamericanos y lo que aquí se vive NO es normal entendiendo normalidad como la media +/- 2 desviaciones estándares. Sí, a lo mejor en Haití la vaina es peor y en cinco países mas de los cuales tres están en guerra. Pero no más.

Pronto iremos a ciudades y países seguros (la Vasta mayoría) y nos sentiremos como se sentiría un esquimal en el Sahara. Incapaces de comunicarnos y de apreciar lo que vemos y experimentamos porque gran parte de lo que somos está relacionado con conceptos que no aplican ya. Nos sentiremos “dépaysé” en el termino exacto de esa palabra.

La psicosis será nuestra compañera de viaje, como la que le da a algunos Japoneses cuando visitan París por primera vez.

 

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