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NO TE VISTAS QUE NO VAS: LAS LECCIONES QUE FRANKLIN BRITO NOS RECUERDA

Si algo me dejó pensando de los comentarios que recibí al post anterior fue la palabra complejidad. Es cierto. La muerte de Franklin Brito toca muchas aristas (aunque no precisamente las que la oposición-oposicionista quisiera). En todo caso, para nada es una situación confusa. Este término implica que los elementos son difíciles de identificar; complejidad, por el contrario, apunta a que son muchas los partes en cuestión y que, sin embargo, éstas pueden verse de forma clara y distinta.

Con ésta idea delinearé lo que a mi parecer son los puntos mas importantes que pueden percibirse en la muerte de Franklin Brito. Así pues, este artículo continua la conversación que estableciera Sergio M. con su Franklin Britto: Contra el Pensamiento Famélico.

1. El individuo, desnudo frente al Estado, morirá aplastado.

Cualquiera con un poco de sociología lo sabe. Se requiere un nivel medio, el de las instituciones, para proteger a los individuos ya que, por definición, la vida social está marcada por el conflicto entre sus partes constitutivas. Y ¡vamos!, que es obvio que una estructura puede más que un individuo. Este es el precio que se paga por la libertad individual, el de necesitar un grupo, so pena de morir desamparado como parece haber muerto el personaje que sirve de pivote a esta articulación. Claro, una cosa es leer sobre el asunto o imaginarlo y, otra muy distinta, vivirlo así como lo vimos con la muerte de Brito; de cerquita.

Pudo ser cualquiera de nosotros con los cojones de ese señor (y ya me referiré a este tema de los cojones). Cualquiera que valore el actuar conforme a su conciencia no puede menos que sentir escalofríos ante la posibilidad de que su voluntad sea violentada por un otro omnipotente. Este es, precisamente, el tema de la obra de Kafka, el de «eso» que nos manipula a su antojo. Así pues, la muerte de Franklin Brito encajaría en el apelativo de kafkiano, pues esta marcada por el horror de vernos en esa situación. Esta muerte es una situación kafkiana. Una buena prueba la encuentran en este video (que no inserto por puro asco). Mario Silva y el Escarrá chavista, en el papel de cretinos que hacen gala de un cinismo fuera de límites nos dicen que «el Estado lo protege» ya que él no está en capacidad de cuidarse de sí mismo. Es más, y como para dejar en claro que entre 1984 de Orwell y la V República de Chávez no hay diferencias, dicen que hasta lo están «repotenciando», dándole un trabajo dental que no se relaciona con la huelga de hambre y que, por supuesto, no merece. (Sólo para drenar un poco de la impotencia que se siente frente a este par: es impresionante como crueldad e ignorancia – o simple psicopatía -van de la mano ¿acaso no saben que uno de los efectos de la desnutrición es la descalcificación de los dientes?).

2. Lo de Franklin Brito fue una querella personal.

Pese a la náusea que puede causarnos la posición del gobierno, una cosa debe reconocerse en su discurso, a saber, que tienen razón los que dicen que la oposición intenta capitalizar esta muerte. Vamos por partes. Primero, es poco probable que Chávez se reuniera con Fidel para «decidir el destino» de este hombre. Esa es la fantasía fácil de quienes piensan de manera conspirativa (¡ah, venezolanos, se nota que todos estamos cortados con la misma tijera!). Todo pareciera apuntar a que este es un simple caso de negligencia. ¿Para qué tomarse el tiempo en alguna acción si la mera omisión bastaba?

Además, y como apunta Humberto, mi compañero de travesías intelectuales, en el comentario que dejó en mi intervención anterior: a Brito lo mató la indolencia del gobierno, tanto como la falta de apoyo – de apoyo real- de la oposición.

no hubo nadie, ni ONG, ni partido de oposición, ni institución política que asumiera su reclamo y lo respaldara.

Sólo como estuvo, y sin poder tramitar su queja por las vías usuales en un país democrático occidental, llegó al último recurso, el del uso del cuerpo como arma de protesta. La estrategia no es nueva, es la obvia cuando ya no se tiene más nada con que luchar por lo que se cree. Así que amigos opositores, no se vistan que no van. Para nada tienen velas en ese entierro, del que son sólo unos arroceros que buscan sacarse alguna de las tazas de chocolate que el funeral ofrece.

Mediante su incapacidad, la oposición definió el asunto como Brito versus el Estado Venezolano y, como sabe cualquiera con un poco de sociología, el individuo aislado es fácilmente aplastado por el peso del Estado. El gobierno, como agente de Estado, así lo demostró.

3. Las pataletas de los opositores versus la franquicia chavista

Mi pana Humberto entendió perfectamente el planteamiento, hasta en su estrategia efectista de publicarlo de inmediato; Franklin Brito es la metáfora perfecta de la oposición porque ésta no ha logrado cuajar como un movimiento social; no pasa de un conjunto de individuos sin capacidad organizativa, sin poder de convocatoria y, por encima de todo, absolutamente desconectado de la realidad social venezolana.

Lo contrario no es cierto, nunca dije que la oposición fuese metáfora de Franklin Brito. No puede confundirse la gimnasia con la magnesia, como dicen por ahí. El nivel de lo individual queda incluído y desbordado por el de lo social («el todo es más que la suma de las partes», ¿recuerdan?), y no puede pensarse el plano social del mismo modo que el individual; son dos universos distintos.

Así pues, la descarga a ese conjunto de individuos autodenominados «la oposición» -para nada aplicable al señor Brito- es bastante simple: envuélvanse en periódico y maduren. En más de una década parecen no haber aprendido una sola lección sobre cómo se juega la política:

Como se desprende de lo que dice Sergio en su post, mientras esos individuos que se autodenominan «de la oposición» hagan vida política sólo en su fantasía, sin conectarse con otros venezolanos en la vida real como lo amerita el caso – con participación ciudadana organizada y canalizada a través de instituciones – nunca, pero nunca, derrocarán a Chávez. «¿Pero cuando se va?». ¿Cuando te unas con otros para construir algo mejor mi-amor!

Fíjate, algo similar ocurre con los defensores mediáticos de Franklin Britto. Como tú y como yo, no conocen la necesidad. Se alimentan bien y disfrutan de su tres golpes diarios. Desayunan arepas, almuerzan en restaurantes y cenan en la casa, como dios manda. Pero después se llenan la boca en nombre de la huelga de hambre de Franklin Britto.

Veo algunos videos de rock venezolano contemporáneo por youtube, y creo que son el ejemplo perfecto para mostrar la banalidad típica de un grupo que, como los dinosaurios, se extingue sin darse cuenta. Hay control de cambio, el grueso de la inversión privada está quebrada, pero las grabaciones de estos adolescentes que ponen cara seria porque son rebeldes son hechas en HD. Eso por nombrar un detalle. El asunto acá es que la gente «de oposición» (casi como si eso fuese una casta) sigue intentando mantener una vida moderna en un país que va justo en la dirección contraria. Así, el cuadro de la niña bien que estudia diseño y que en sus ratos libres, cuando no sale a comer con sus amigas, es DJ, es casi tan obsceno como los cadáveres regados en desorden en la morgue de Bello Monte. Y no por el reclamo proletario que podrían hacer algunos chavistas; sino porque no hay ningún tipo de conciencia política, salvo decir «marica esto es insoportable, yo no se a dónde vamos a parar» y por supuesto, ampliarlo a 140 caracteres para la «acción cívica» del día. Así de simple.

Por cierto, sí sabes a dónde vamos a parar mi-amor, es sólo que te engañas. La «revolución bonita» lo que sea que eso signifique, sí avanza a paso de vencedores, pues no tiene ninguna resistencia real que la frene. A propósito, vayamos directo al grano, porque todos los venezolanos están cortados con la misma tijera: EL CHÁVEZ DE LA OPOSICIÓN NO VA A LLEGAR COMO LE LLEGÓ ESE BOLIVAR REDIVIVO A LOS CHAVISTAS.

Allí la superioridad adaptativa del chavismo. Nos guste o no, Hugo Chávez  no ha hecho sino articular un nivel medio de pseudoinstituciones que apoyan «el proceso». El chavismo se vive como una religión, eso es cierto, pero está montado en el más puro estilo de una franquicia; los procesos ya están definidos y a los chavistas solo les queda por hacer eso que tanto disfrutan: cohesión simbiótica y solidaridad mecánica. ¡Eso sí es un leviatán! Boina, estrella, patria-socialismo-o-muerte y acción… Daniel Esparza ahonda sobre este asunto.

Y claro, son pobres, menos educados, no encajan en el ideal de belleza de «la gente bien», entre otras cosas porque son más oscuros (¡ah, no verdad que en Venezuela no hay racismo!). ¡PERO SON TODOS IGUALES ENTRE SÍ Y MIRAN EN UNA MISMA DIRECCIÓN! Sólo por eso, por las ínfulas de superioridad de los privilegiados venezolanos, es que Chávez merece todo lo que ha logrado.

En resumen, la gran maldición, en última instancia, no es Chávez, sino la condescendencia con la que se mira la «oposición venezolana» a sí misma.

3. Al que escupe pa’ ‘rriba el gargajo le cae en la cara

Bien. Como mi gemela Violencia Rivas, ya he recobrado la compostura  y puedo pasar a otro punto.

Creo que la oposición no sabe cómo se pone el cuchillo en la garganta al decir que «ese hombre si tuvo cojones». No están haciendo sino abonar la hipótesis expuesta en el punto anterior. Frankin Brito actuó, a su manera y con todo lo que tuvo, pues en el plano social, no hay organizaciones que respalden a los ciudadanos; es decir, en Venezuela, ya lo sabemos, nadie hace nada por nadie, ni siquiera para el propio grupo de referencia. «Pero los venezolanos somos muy solidarios». ¡Gafa! ¡No has entendido nada!

4. Del derecho moderno de decidir qué hacer con nuestra vida, o de libertad humana que le llaman

¿Y por qué Franklin Brito se suicidó? A algunos no les gusta que use esta palabra, aunque técnicamente define muy bien el acto. Ya luego escribiré sobre los suicidios para que se comprenda el contexto. Por ahora resumo el asunto diciendo que, si entendemos que entregar la vida por una causa es una forma de suicidio, la cosa queda muy clara. Ahora, la causa puede que no sea tan evidente: ¿fue por honor?, ¿por pérdida del sentido de la vida porque estaba colocado en sus tierras?, ¿por soberbia? ¿por falta de creatividad? Además, todo acto es un llamado a un otro. ¿Y quién era este otro al que Brito quería devolver el golpe? La respuesta fácil es apuntar al gobierno, pero si leemos con atención lo que digo, ¿no sería más bien a la oposición el llamado? No a sentarse con él a pasar hambre, advenedizos ignorantes, sino a hacer una cadena humana, una red simbólica llamada institución X, Y o Z para rescatarlo y devolverle su dignidad como ciudadano. ¿No es eso lo que todos necesitamos en el plano social?

Sólo Franklin Brito podría dar cuenta de su trayecto. Sin embargo, me distancio un poco de la pretensión de Sergio de que la problematización llega al punto de la imposibilidad de articular palabra, de bordear el enigma para tomar una posición. Así, rechazo que mi planteamiento, por transitar las superficies, se tilde de superficial o, peor aún, que se lo coloque en la misma familia de las posturas polares que, entiendo yo, estoy criticando. Hasta ahora es que estoy hablando de Franklin Brito, pues anteriormente todo se ha referido a la oposición, incluso en el post anterior.

Venezuela no existe, al menos no como Nación Moderna. Pareciera más una finca donde el señor Chávez y su modelo son protegidos por un nivel medio de capataces que siguen sus ordenes y oprimen al resto; a los chavistas les encanta, y los opositores se quejan pero renuncian a la acción auténtica. Frente a este cuadro, la sociedad civil puede describirse con esos cuerpos desperdigados. Desmembrado como está, lo social en Venezuela está reducido a individuos aislados que sobreviven como pueden.

Yo pude haber sido un Franklin Brito, la gran diferencia es que cuando me vi con el agua al cuello me fui. Personalmente opino que la mejor venganza está en ser feliz. Obviamente, Brito pensaba distinto y yo, al menos, se lo respeto. Trabajo con frecuencia con suicidas y estoy lejos de la respuesta tranquilizadora de una persona que comentó mi post anterior. «Son unos cobardes». Hay miles de razones para suicidarse, como particulares son los deseos íntimos de las personas. A veces es sólo un síntoma, que se va cuando se atiende la depresión que la origina. En varias ocasiones, y en contra de mis deseos, he tenido que decir, con reverencia, «respeto tu decisión de morirte».

Para terminar, les dejo una cita extensa que les dará una pista de por qué algunos nos vamos, y por qué otros se suicidan. Ambas tienen en común el ser una toma de postura que pesa, como pesa toda libertad humana. Allá los «opositores» de pacotilla que están atrapados en el limbo de la mala fe. Ni asumen su barranco ni se van (al exterior o al más allá); tan sólo se inutilizan como la doncella mojigata que se congela cuando el muchacho la seduce y que, después del encuentro sexual, dice «yo no tuve nada que ver con eso» (Si panitas, Chávez se los está metiendo completico).

‘En la vida no hay accidentes: un acaecimiento social que de pronto irrumpe y me arrastra, no proviene de fuera; si soy movilizado en una guerra, esta guerra es mía, está hecha a mi imagen y la merezco. La merezco, en primer lugar, porque siempre podría haberme sustraído a ella, por la deserción o el suicidio […]. Al no haberme sustraído, la he elegido: pudo ser por flaqueza, por cobardía ante la opinión pública, porque prefiero ciertos valores a la negación de hacer la guerra […]. De todos modos, se trata de una elección; elección reiterada luego, de manera continua, hasta el fin de la guerra […]. No me queda, pues, sino reivindicar esta guerra como mía. Pero, además, es mía porque, por el sólo hecho de surgir en una situación que yo hago ser y de no poder descubrirla sino comprometiéndome en pro o en contra de ella, no puedo distinguirme ahora de la elección que hago de mí y de la elección que hago de la guerra: vivir esta guerra es escogerme por ella y escogerla por la elección de mí mismo. […] Entonces, soy esta guerra que delimita y hace comprensible el período que la ha precedido. […] Así, totalmente libre, indiscernible del período cuyo sentido he elegido ser , tan profundamente responsable de la guerra como si yo mismo la hubiera declarado, puesto que no puedo vivir nada sin integrarlo a mí situación, comprometerme en ello íntegramente y marcarlo con mi sello, debo ser sin remordimiento ni pesar así como soy sin excusa, pues, desde el instante del surgimiento al ser, llevo exclusivamente sobre mí el peso del mundo, sin que nada ni nadie pueda aligerármelo’ (Sartre, 1976/1943, El ser y la Nada, pp. 676-677).

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