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LA IZQUIERDA RENGA Y EL PROGRESISMO SONSO

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LA IZQUIERDA RENGA Y EL PROGRESISMO SONSO
DE AMÉRICA LATINA. CORSI E RICORSI

 

-POR CARLOS SCHULMAISTER-

Cuando uno escucha los constantes llamados a la construcción del socialismo del siglo XXI por parte de políticos, intelectuales, dirigentes y activistas de la izquierda renga y el progresismo sonso de América latina, acompañados por su propio coro de jubilados y pensionados VIP del Estado -los bolas de bronce curtidos en el ataque al Estado pero viviendo siempre privilegiadamente a su costa- no puede menos que lamentar que ni la Historia ni la memoria colectiva dan lecciones a la posteridad, o si las dan son pocos los que las comprenden.

Si a ello se agrega la pretensión de los fogoneros antes señalados de establecer filiaciones con los relatos del comunismo internacional y del nacionalismo popular revolucionario, nunca tan pareja y artísticamente representados como lo hace el Tragaldabas latinoamericano, uno siente ganas de espetarle ¡¿por qué tienes tantos enemigos si supuestamente eres tan bueno?!

Si nos detenemos a pensar por qué era tan atractivo el mundo socialista y comunista y la utopía revolucionaria en la América latina de los años 60´s  y 70´s del siglo XIX caeremos en la cuenta de que es inexplicable (¡bueno, quizá no tanto…!). Ocurre que por estos lados se conocía bien poco y verdadero acerca de la vida en la URSS, en China o en Vietnam. Todo era propaganda falaz y montajes fotográficos como los de Novedades de la Unión Soviética que ni los militantes de los PC locales creían ni tomaban siquiera en cuenta.

De modo que las adhesiones al comunismo, la agitación, el melodramatismo izquierdista, la propagación del romanticismo socialista y su estética no se basaban en el convencimiento de supuestos brillantes logros probados y demostrados por aquella alternativa en países tan lejanos. Nada de eso, el comunismo internacional no hizo propaganda de supuestas ventajas para atraer feligreses, sino que enfocó y comentó con dramatismo acontecimientos y situaciones injustas para los sectores sociales mayoritarios en el campo capitalista, especialmente en la subzona Tercer Mundo.

Pero más allá de sloganes muy generales y muy efectistas, los comunistas no ponían el acento en programas concretos de gobierno, ni en programas eventuales para el caso de llegar al gobierno o al poder. Nada de eso. Constantemente enfocaban los supuestos peligros que se cernían sobre un país comunista, provenientes del enemigo externo o de la traición que anidaba en su interior. En consecuencia, si en el ínterin había que privarse, padecer, sacrificarse y sufrir de muchas maneras era por culpa del enemigo, el club imperialista.

De ahí que resulta falso de toda falsedad que el comunismo propusiera paz y paraísos en la tierra cuando lo único  que proponía -pues no puede proponer algo distinto jamás- era unirse para luchar contra su imprescindible y constante enemigo, aunque no necesariamente fuera el mismo siempre ya que podía rotar, pero siempre el comunismo habrá de tener enemigos a los que atribuirá la culpa por no dejar, supuestamente, que  el país comunista de que se trate crezca, se realice en todos los campos y sea feliz, siendo que él mismo dice ser bueno y tierno como un osito de felpa.

Por lo tanto, hay que pensar que los creyentes en las presuntas bondades del comunismo –tanto los de aquellos años como los de antes y después- no necesitaban “ver para creer”. No eran, entonces, hombres de poca fe, sino de mucha. La única explicación posible para semejante prédica a favor de cualquier cruzada comunista era que sus acólitos tenían con ese ideario una vinculación moral y práctica de tipo religioso. Si se piensa en el valor que para ellos tuvo El Capital, de Karl Marx, podemos compararlo con la Biblia para los judeo-cristianos y admitir que el primero de los libros nombrados era su propia La Palabra. Y al igual que toda religión revelada los comunistas (los de la Nomenclatura de cada país, no sus víctimas) fueron dogmáticos.

Ahora bien, el dogmatismo no ha muerto, y si bien existen muchos otros dogmatismos horribles y peligrosos, acá me refiero solamente al que aún sobrevive en Cuba, China, Corea del Norte, etc. ¡La Palabra Comunista no puede morir, como el ave fénix nace y renace constantemente porque es eterna! Quiero decir… así pregona ella sus presuntas  bondades. Pero lo más grave es que se disfraza camaleónicamente siempre: unos retoques aquí, unos afeites allá. ¡El zorro pierde el pelo pero no las mañas!

El dogmatismo utiliza las palabras -las que utiliza, recalco- no para comunicar con transparencia sino para anular una comunicación tal,  de modo que gana con lo que dice pero más gana con lo que no dice cuando no le conviene decirlo. Para decirlo mejor: el dogmatismo no deja espacio para otro pensamiento diferente. ¿Cómo lo hace? Imponiendo un recorte de pensamiento como verdad indiscutida, desviando la producción de pensamientos  de sentido opuesto o no favorable, censurándolos cuando ya éstos han aparecido, ocultándolos y silenciándolos mientras le es posible, y si no es posible mostrándoles indiferencia y desprecio. Así, su triunfo estará asegurado por cierto tiempo.

En consecuencia, para sus apóstoles no existe autocrítica, ni revisión, ni debate tras el colapso histórico sufrido en las décadas finales del siglo XX. El dogma es intocable, absoluto, resiste al tiempo. Si algo falla ha de de ser por culpa  los seres humanos, a) los comunistas que no han sabido, no han querido o no han podido llegar a las metas comunistas por imperio de condiciones objetivas adversas, incapacidad política, mala formación ideológico-política, desviaciones en esos mismos campos, traiciones, etc, b) los integrantes del campo enemigo en sus diversos grados de responsabilidad y culpabilidad que han trabajado en contra del Pueblo del país comunista.

Los hombres al servicio de las ideas. Nada nuevo bajo el sol. Corsi e ricorsi.

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