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Los hombres pájaros

a Abílio Terra Junior

    ...deambular por Minas en la búsqueda del hombre sin nombre, de los símbolos y los ríos de primavera. Abílio traduce la sombra, el universo de costumbres, la vida en un hilo. ¡Ahora el ángel es mortal! ¡Conoce el gusto del café, la niña y su pan, las risas de estudiantes, colas de cometas!

    Así, buceo en la oscuridad. Escribo cada letra de su nombre en miradas verdes, en la arena húmeda, en la danza púrpura, y en el cáliz ácido del vino latino. Hombre sin velo, sus pequeños pasos en la curva convexa, en las ecuaciones de tiempo completo. Pocas palabras. Soy yo con mi sombra y ni ella percibe mi presencia. En el silencio moderno, sacerdotes celebran rituales: - ¡Oh, Apollo!

    - Pido poesía, la luz de la cura en la piedra dolorida. Ella sonreía un perfume de fuego chamán. En el camino galopaba el horizonte/vientre/sudor/sangre única de los hombres pájaros. - Gigantes adormecidos y vigilantes - Poeta de la madrugada de errores y aciertos, de imágenes y ventanas de viento. ¡Silencio! Un perrito se echa, y pasea la calle sin tonos.

    Traigo emociones a físicos invisibles. Rapunzel ve de la ventana la bebida de los vampiros-grillos. ¿Quiénes son los pecadores? ¿Nosferatu? ¡Pequeños dioses hambrientos de cuerpos!... Marte atraviesa el cielo de perplejas bocas. Entonces; el contador de historias bucea sus hombres pájaros en versos y mujeres cantan fados de dolores, del alma y del cuerpo. El violín murió buscando sentido. Cierro mis ojos al sonido de la flauta. Un rostro femenino (de nombre corto, colores vivos, y de luchas) flota en mis cabellos. Sin luz, ella excita. Y yo acompaño los hombres pájaros que rompen obstáculos en baile de hojas grises, y de corte rápido. Vuelo de Abilio.

(traducción: Alberto Peyrano)


    ...perambular Minas na busca do homem sem nome, dos símbolos e rios de primavera. Abílio traduz a sombra, o universo de costumes, à vida por um fio. Agora o anjo é mortal! Conhece o gosto do café, a menina e seu pão, os risos de estudantes, caudas de cometas!

    Assim, mergulho na escuridão. Escrevo cada letra de seu nome em olhares verdes, na areia úmida, na dança púrpura, e no cálice ácido de vinho latino. Homem sem véu, seus pequenos passos na curva convexa, nas equações de tempo completo. Poucas palavras. Sou eu com minha sombra e nem ela percebe meu vulto. No silêncio moderno, sacerdotes celebram rituais: - Oh, Apollo!

    - Peço poesia, a luz da cura em pedra dorida. Ela sorria um perfume de fogo xamã. No caminho galopava o horizonte/ventre/suor/sangue único de homens pássaros. – Gigantes adormecidos e vigilantes – Poeta da madrugada de erros e acertos, de imagens e janelas de vento. Silêncio! Um cachorrinho se deita, e passeia a rua sem tons.

    Trago emoções a físicos invisíveis. Rapunzel vê da janela a bebida dos vampiros-grilos. Quem são os pecadores? Nosferatu? Pequenos deuses famintos de corpos!... Marte atravessa o céu de perplexas bocas. Então; o contador de histórias mergulha seus homens pássaros em versos e mulheres cantam fados de dores, d´alma, e do corpo. O violino morreu buscando sentido. Fecho meus olhos ao som da flauta. Um rosto feminino (de nome curto, cores vivas, e de lutas) flutua entre meus cabelos. Sem luz, ela excita. E eu acompanho os homens pássaros que rompem obstáculos em baile de folhas cinzas, e de corte rápido. Vôo de Abilio.

-José Geraldo Neres
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Ansiedad y reflexión

    Una imperiosa y agobiante necesidad de escribir, un intenso deseo de extirpar este sentimiento, acabar con esta ansiedad que me está consumiendo, me han llevado a tomar grafito y papel para plasmar en una sola composición lo que por mi mente corre. Y es que este torrente de ideas, encadenadas, anilladas una a una, invaden y se apoderan de cada rincón de mí. En los recovecos de mi alma, en los lugares más oscuros de mi pensamiento, en la más sórdida neurona, allí están.

    Salto de una a otra, las intercalo, las escribo, las borro, las vuelvo a escribir ilegiblemente para no poder leerlas una vez más. Pero siguen ahí, como dicen: ¡al pie del cañón!, como el más fiel de los caninos.

    ¿Cómo hacer, cómo olvidarte? Es la pregunta, sí apenas pasados tres días ya siento que no te tengo desde tiempos inmemoriales, tan remotos así que si quisiera recordarlos no podría. ¿Será que me voy a sentir así todo el tiempo? ¡Por favor, no seas absurda!, alguien en mi mente ha respondido. Es mi otro yo, el “racional”, el “mal consejero”, el que me dice no lo llames, sé fuerte, te vas a sentir mejor al cabo de un tiempo. Por cierto, no me ha sido formalmente presentado. Es como un “invitado” indeseado que aparece justo cuando no quieres. Te dice, te persuade e induce a hacer lo que menos deseas. ¡Fuerza arrolladora, avasallante posee!.

    Al otro lado de la marea, agujas de relojes hacen su trabajo sin cesar, efectivas no son, pues pareciera que el tiempo se ha detenido, vivo aun en el pasado, siento en presente y me pregunto sobre el futuro. ¿Qué hora es? Ninguna, la misma desde que el reloj dejó de funcionar. ¡Qué curioso!, precisamente cuando necesitas que el tiempo despliegue sus alas y se adentre en el horizonte, es cuando ha decidido no volar, excusándose: ¡Lo siento, irremediablemente estoy fuera de servicio para ti!.

    Este desperfecto temporal, vaya decir, del tiempo mismo me hace agonizar, con ellas, las ideas y con ellos, los pensamientos, que nombre y apellido tienen. Y... ¿entonces?, le pregunto yo al mal consejero, en un tono burlesco, ¡ilumíname con tu sabiduría!, ¿Qué puede hacer una mortal para dejar de pensar en lo que la lleva a la más oscura y profunda de las depresiones?.

    Desahógate!!!, ha dicho.

    Pues bien, creo que debo reivindicarme, este consejo parece funcionar. Aunque sea sólo un tapón de goma a punto de colapsar, tratando de contener al más caudaloso de todos los aguaceros.

    Sensibilidad, alivio, desespero van llenándome poco a poco. La sensibilidad está aquí, manifestada en puño y letra, conócela que yo acabo de hacerlo y me ha deslumbrado!. Alivio, arma de doble filo, mejor me siento... de a ratos. Desespero, un petardo travieso e insaciable que explota una y otra vez dentro mí, y sus huellas, ¿qué decir de sus huellas,? marcas indelebles ha dejado en medio de mi ser existencial.

    Por más que quiera, no puedo, no debo, no tengo el derecho, no se me ha concedido. Aturdirte, atormentarte, agobiarte. Cambio de puesto como si estuviera en el más frío de los trenes, me pongo en ti, me asomo en tus pensamientos por un pequeño orificio que he construido a lo largo de casi siete años. Y, ¿qué veo?, me veo a mí. ¿Pretenciosa?, no, no pretendo serlo, es solo un espejo haciendo lo que mejor sabe, “la reflexión” y no el reflejo.

 




      Ambivalente en mi cuarto, con mi cuerpo tendido sobre la cama, dibujando con mis ojos rastros de luces que se apagan, robados de la sonrisas falsas de lo que me rodea diariamente, tratando de discernir entre palabras guardadas, entre recuerdos olvidados.

    Llenando espacios en blanco con los colores del alba, admirando la caída de la lluvia, que lentamente va formando charcos llenos de rocío que se esconden tras mis ojos cansados por la búsqueda de la verdad deseada.

    Creo estar aquí, caminando entre el mundo, respirando locuras robadas de la cotidianidad de una vida completamente simétrica y lineal, esperando convertir en un espiral parte de esta historia que no he querido contar, por miedo a encontrar psicosis destructivas en mitad de la nada.

    Palpando como se marchitan las ganas, que te impiden desear sueños y convertirlos en hadas, que viajan a lo largo de tu camino, que seducen tus sentidos con sus encantos alucinadores, que te impiden respirar verdades, ocultándolas en alegrías que solo existirán para tu ser insaciable de naturaleza utópica.

-Daniela Suárez
<[email protected]>





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