Feliz Cumpleaños

Venía de regreso luego de haber visitado a la tía con la que comparto el gusto por Paris, el cine y los foulards. Las dos habíamos vivido allá con treinta años de diferencia. Ella había escuchado los Beatles en pleno apogeo mientras yo en cambio escuchaba Manu Chao. Recordaba todo esto mientras caminaba en dirección al metro en Altamira. En la vía me topé de nuevo con la exposición fotográfica La terre vu du ciel. La frustración de nunca haber podido comprar el libro de la exposición me hizo entrar y atravesar el Jardin de Louxembourg sin voltear si quiera a mirar las fotos. Empecé a sentir que me pasaba gente corriendo por un lado, aunque no sería raro que hubiese una protesta o una huelga por algo. Alcancé a ver banderas negras y rojas. También una que otra pancarta con un Interdit interdire inscrito. Preferí alejarme, pues si se es extranjero se lo es en todas partes. Una señora de baja estatura y que agitaba mucho las manos, hizo que me acercara para colocarme un prendedor que contenía consignas políticas. Era un símbolo de prohibición de algo que yo no lograba distinguir. Tal vez se me había prohibido entender algo. Entré rápido a comprar cigarros y le pregunté a la señora qué era lo que pasaba. Ella me respondió, señalando las noticias en primera plana, que si acaso yo no leía el periódico. Seguí sin entender pero me causó gracia que me hablara en francés, porque hacía tiempo que yo no lo practicaba. Le compré el diario y corrí al metro. En el trayecto leí los titulares: PRES DE SIX CENTS INTERPELLATIONS au cours des violents incidents du quartier Latin. Miré la fecha y tampoco entendí nada: 10 de mayo de 1968. Me dio risa al mirar mi cédula y comprobar que yo había nacido un 10 de abril de 1979 y que además, mañana sería mi cumpleaños. Alguien debía estar en un error. Tenía que bajarme en Chacaíto pero terminé bajándome en la línea 6, en Passy. No me quedó más remedio que subir por las escaleras los nueve pisos que me separaban de mi cuartico en le Square de l’Alboni. Tenía al menos la esperanza de fumarme un cigarro y mirar por la terraza cuando se prendieran las lucecitas de la torre Eiffel. Lo que vi en cambio fue una mata de mango y un letrero en el estacionamiento de enfrente: Prohibido estacionar. Me despertó algo que parecía una alarma de guerra: era mi tía al teléfono. Me deseaba un feliz cumpleaños.



   

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