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Y esta historia... ¿continuará?

Pues sí...

Está concluyendo un año, según las costumbres terrestres, en Diciembre se cierran ciclos.

Y en Venezuela estos hábitos son graciosos. Hay muchas cosas por hacer, se pintan las casas, se compran regalos y en algunos estratos suele haber mucha comida qué preparar, comer y compartir. El ambiente se torna más frío, llueve bastante y hay una melancolía general. Cuando vemos las luces, árboles y decoraciones decembrinas se siente flotar en el ambiente una extraña nostalgia, una alegría suavísima y la pequeña anticipación ansiosa respecto a lo que está por venir.

Diciembre implica cerrar situaciones, aunque a veces Enero nos llega con lo mismo, repetido una y otra vez, pero ahora más gordos, descansados o furiosos por algún acontecimiento amoroso o familiar navideño incómodo, que no suelen faltar.

La posibilidad de comenzar un nuevo año, genera esperanzas temerosas. Si “metimos la pata, hasta mas no poder”, es nuestra ilusión no volver a repetirlas, y si no logramos nada de lo que nos propusimos, es una nueva oportunidad para volver a intentarlo.

El 2004 ha sido para mi uno de los más extraños y repleto de enseñanzas. Extraño porque es la primera vez que no entro en nostalgias. La posibilidad de escribir un año entero, doce textos en total y con millones de palabras viviendo en mi ser, ha sido de verdad reconfortante, gratificador y de mucho aprendizaje. Ser responsable de esta sección fue una sorpresa inesperada de principios de año y responder al reto, sin saber muy bien como lo iba a lograr, se convirtió en una osadía muy interesante por el arte y preparación requerida.

Estar escribiendo disciplinadamente me ha hecho crecer como persona convirtiéndome  en alguien muy diferente a quien era hace un año. Escoger el tema de cada Confesión, estar atenta a los mensajes de la vida, permitiéndome ser un radar de los sucesos externos para tratar solo los temas que me hicieron eco en lo interno y revisando como lo escrito afectaba energéticamente mi realidad, durante ese mes requirió de toda mi atención humanizando mi sentir como persona. Esta posibilidad me ha transformado con una nueva visión de mí y del mundo porque comprendí la absoluta responsabilidad que encierra, con una y los otros, andar conjugando verbos y expresiones a cada rato.

 Las palabras “atan“ y sobre todo ciñen a quien las proclama. Combinarlas con acciones es todo un asunto; el hacer vigente en la vida la palabra escrita o pronunciada genera compromiso con una misma, cuidado en el hablar. Lo que digo, lo hago y esto es lo que digo; es un intento de volverlas realidad. A veces fallo, no logro hacer lo que digo... lo admito... ¡son tantas cosas!... pero intento moverme en un círculo armonioso de devenir constante. Lo que he dicho me reconstruye a mi misma cuando al dudar en el camino atrapo la palabra dicha y la pongo por obra. Entiendo el poder de la palabra y por eso no las lanzo al viento. Únicamente les permito explicar los momentos, desahogar las ansias y dolores. Pero sé que no me arrullarán en las ventiscas frías y desoladas que a veces vivo.

 Ser responsable es un poder y una obligación que  te aleja de la cotidianidad de seres autómatas que respiran y viven porque no les queda de otra, transformándome en un ser completo y respetuosa de mis propios valores internos, sin doctrinas externas a seguir... solo la voz del corazón.

 He sentido muchas dudas este año. En relación con iniciativas propias y ajenas, titubeé, y fui criticada por ello, pero después de la evolución de los hechos pude entender que esa distancia dudosa fue positiva para mí; me atañó porque lo que me hacía dudar, no me convenía, ese “no dar” el siguiente paso me distanció y ayudó a verlo todo desde otra perspectiva. Si alguien se me adelantó tomando mi lugar o lo que  era mío, puedo darme cuenta que “eso” realmente no me convenía. La vida es extrañamente seductora, sobre todo cuando se trata de ganar o perder. Cada vez que he creído haber perdido, una señal a la vuelta de la esquina me indicó que la pérdida no era tal y hubo una ganancia que no estaba tomando en cuenta en la primera desilusión. Y es que soy muy ególatra. Me ha costado aprender esta lección porque el impulso social nos lleva a considerar que debemos ganar a costa de lo que sea y el impulso interno nos lleva a otros caminos menos ardorosos y poco luminosos pero más sinceros con nuestro ser. La paradoja se seguirá manifestando internamente dentro de una mientras exista, porque no está en nuestra intención, por lo menos en los 30 años siguientes, retirarnos a una vida ascética.

Todo esto es una nutrición en virtud de la sencillez de escribir cotidianamente y con responsabilidad. No sé hasta cuando apuntaré palabras en el computador, no sé si será “PARA SIEMPRE” y no quiero embarcarme en esas diatribas mentales. Por ahora (y para algunos esta frase ha resultado de muy buena suerte) me sigue apasionando y seguiré esta senda un tiempo mas, hasta que la vida diga lo contrario.

Este año aprendí muchas cosas; comprendí que no es mi momento para algunas situaciones (salvo que la vida de un vuelco sorpresivo y misterioso de último momento cambiando rotundamente las cosas). Tengo mucho que aprender aún. En pareja entendí que deseo una relación de vanguardia. Vengo de afectos enraizados en conductas de control, ansiedad y necesidad. Ya recorrí ese trecho sin recibir ningún provecho. Hay una tendencia muy actual a considerar que la mujer debe asumir la voz cantante en la relación, llevar y traer al chico en cuestión, invitarlo, seducirlo, montarlo en la cama y hasta ayudarlo a que le pongan, a una, el hijo. Y si bien, quiero ayudar en esa parte, vengo de regreso de allá y no me gustó. Quiero experimentarme desde mi más sencilla feminidad, volver a lo “cero”. Una mujer que seduce mas por calidez que por iniciativa y casi sin querer; alguien que emana una fragancia enloquecedora sin necesidad de perseguir a nadie. Una sutileza que atraiga a gente de calidad con ganas de relacionarse desde otras conductas, donde haya un compartir y un colaborar juntos en la construcción de formas creativas a dúo.

 El hombre que quiero o no existe o se está formando. No podría arrejuntarme con alguien que me trate mal, sea indiferente o pretenda criticarme constantemente aduciendo que soy esto o aquello. Este chico tendría que ser alguien que me aceptara y amara completamente como soy y con quien yo pudiera hacer lo mismo y desde allí permitirnos SER disfrutándonos mutuamente. No quiero otra cosa, y este año me di cuenta que “perdí”, en algunos momentos, pero estos me reafirmaron en lo que deseo. Quizás algún día me pueda relacionar con algún chico, estar “empatada” e intentar formar un sueño común, una pareja de baile para una danza de tango, que se ve muy intrincada y sin embargo los bailarines parece que solo volaran sobre el suelo. Mientras tanto, intentaré “vivir” con todos los riesgos que esto implica.

Contacté con un nuevo empleo, es algo muy novedoso y distinto a todo lo hecho hasta ahora. Requiere de la mayor parte de mi atención y puedo seguir escribiendo robándole estas palabras al tiempo en algún momento de la noche, permitiéndome una nueva “estabilidad económica”. Puse entre comillas la ironía, en mi vida no hay nada quieto en este momento (¡!!!¡¡¡)

El caos me acompañó, a cada instante, mientras intentaba ejercer el título con el cual bauticé a este año... “consolidar”... y hacia finales del mismo me entretuvo el dolor en algunos momentos. Intenté desistir en oportunidades y devolverme a mis orígenes, pero la vida, tiene otros planes para mí... no acabo de entenderla totalmente y solo tengo sospechas de su guía pero me permito conducir hacia sus desconocidos lugares, no libre de temor e incertidumbre.

Quiero dar un exagerado y merecido reconocimiento a la Editorial de Panfletonegro por la sagaz gentileza de permitirme entrar a formar parte de tan maravilloso equipo. Fue un riesgo admitir a una absoluta desconocida, que escribe tonterías del alma, del corazón y de forma deficiente. La editorial nos dio un magnífico apoyo del que estaremos por siempre agradecidos con independencia de lo que suceda de aquí en más.

Y por supuesto a ustedes; a todos y cada uno de los que tuvo la osadía de leernos, la valentía de ser constantes en estas lecturas y la grandeza de escribir opiniones al foro y  al correo electrónico. Ni idea tienen de lo que esto significó para mí; sepan que si ven alguna chica caminando y sonriendo “sin motivo aparente” en cierta calle caraqueña, de seguro seré yo con la alegría manifestada en la consolidación de este logro.

Por último, les deseo de todo corazón que estas navidades estén repletas de cosas buenas y maravillosas para ustedes. Que puedan disfrutar de las fiestas decembrinas en la manera en que siempre lo han deseado y que el venidero esté repleto del cumplimiento de todo lo anhelado incluyendo aquello que ni siquiera se atreven a pronunciar. Que lo secreto y oculto sea verdad para ustedes y una manifestación benigna de su verdadero sentir.

Hasta ahora nada mas existe la palabra GRACIAS, para la sensación que brota ahora en mi corazón y que se repite hasta el cansancio...

Gracias a ti
que estas presente atendiendo,
escuchando mis palabras
entendiendo su significado escondido
y perdido en ellas.
Hasta ti un agradecimiento por hacerme sentir
que no pierdo tiempo,
cuando escribo
la intimidad de mi alma
Gracias a ti
por leer, entender
y no malinterpretar...
¡¡¡Gracias!!!

 Con amor,
Yade

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