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Sobre “Milagros en la vida de un pastor”
autobiografía del reverendo Germán Núñez Bríñez

-Jesús Nieves Montero
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    Toda historia, sin duda, tiene por lo menos dos caras y, al menos teóricamente, estamos en libertad de creer en aquella que nos parece más creíble y cuando se viven en los extremos, como ahora en Venezuela, puede ser una generalización de cierta utilidad.

    La imagen de los pastores evangélicos están relacionadas en la mente del venezolano común con el pastor Luis, el obispo Roberto o cualquiera de los líderes de la organización que tiene como lema "pare de sufrir", de lo cual es fácil concluir que un pastor evangélico es un individuo de acento brasilero, algo charlatán y que promete, previa visita a alguna de las sedes de su iglesia en todo el país, sanaciones milagrosas de tipo financiero, corporal o espiritual; entrega de rosas, aceite o agua bendecida o recepción de peticiones para que sean llevadas a Tierra Santa. También en las plazas, en las calles, evangélicos son aquellos que megáfono y trípticos en mano tratan de convencer a los transeúntes de una verdad de la que disfrutan en exclusiva y de la dicotomía tú pecador-yo santo.

    Germán de Jesús Núñez Bríñez es parte del anverso de esta moneda. Tiene 87 años y restando una precaria formación con todas las limitaciones de nacer en el monte y culebra de la Venezuela gomecista, ha dedicado toda su vida a llevar la palabra de Dios como predicador y líder de iglesias y asociaciones evangélicas, predominantemente bautistas, en todo el país.

Sus padres lo querían sacerdote, él terminó siendo ministro pero evangélico pero llevaba consigo el augurio de la cifra de su vida profesional. "Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve", dicen Las Escrituras y en estos días de lealtades en subasta, de incertidumbre, leer sobre alguien que renuncia concientemente a cualquier otro amparo que no sea el de Dios (o Fuerza, Naturaleza o cualquier otra etiqueta que tenga según el lector) es casi un placer exótico. "Dios es mi pastor desde que existo" es una frase que frecuentemente utiliza el reverendo demostrando donde está el impulso de sus acciones, y es como un estribillo de canción, que atrapa e invita a pensar que alguien que tuvo que luchar contra una población predominantemente católica, con todas las reservas de los venezolanos ante esta nueva lectura del cristianismo donde no hay intermediarios entre Dios y el hombre, donde las escrituras son interpretadas por cada miembro de la congregación, donde se disminuye el valor de los ritos y se condena como idolatría el culto a las imágenes, debía extremar recursos más allá de la simple humanidad.

    Pero lo que subraya el interés en este libro es que no se trata de una espiritualidad abstracta y congelada, hay reflexión sobre asuntos como la necesaria separación de Iglesia y Estado, un compromiso con la gente también en sus preocupaciones menos celestiales, una fuerza dinámica que lleva a este pastor a observar en la realidad venezolana no sólo almas perdidas sin el alimento espiritual sino un pueblo que luchaba por reivindicaciones. El viaje del pastor Núñez por diferentes lugares de Venezuela en el desarrollo de su carrera está profundamente ligado a la historia del país, y es una observación participante que le lleva incluso a ser representante del partido Acción Democrática detentando los cargos de concejal y síndico procurador en el estado Portuguesa durante el breve gobierno de Rómulo Gallegos. Los pobres siempre los tendréis con vosotros es también palabra bíblica, pero está en la esencia de la concepción evangélica no esperar recompensas en el cielo sino acompañar a los creyentes en la búsqueda de comodidades y dignidad acá en la tierra que, aquí y ahora, también importa.

    Hay muchos años de historia personal y venezolana en esta biografía, de los ataques de un sacerdote a la iglesia de paja en un caserío donde comenzaba el pastor Núñez a la apoteosis del encuentro evangélico celebrado en el Poliedro en 1982 hay una novela de aprendizaje para cualquier lector, hay el camino de un tipo de héroe.
No, no es exageración del autor. Germán Núñez no es Bolívar, es decir, nadie pensará que tiene un valor fundacional sobre quiénes somos como venezolanos el día de hoy, apenas tiene sus iglesias, las personas que se convirtieron al evangelio a través de sus prédicas y la credibilidad que durante muchos años le aseguró la confianza de líderes políticos e invitaciones a diferentes programas radiales y televisivos como voz autorizada de las iglesias evangélicas. Pero, como toda historia tiene dos caras, pienso que es probable que en estos pequeños actos de heroicismo de un pastor evangélico que casi a sus nueve décadas de vida sigue con una actividad espiritual importante nos desconecten de la miseria humana que tanto nos presentan los medios de comunicación y nos regalen unos minutos de comunión con nuestra condición de seres humanos. Y cuando decimos pequeños actos de heroísmo y leemos que Germán Núñez no quiso cambiar al mundo en general sino que con esmero detalla cómo bautizó a un niño o a una niña que luego llegaron a ser miembros importantes de sus congregaciones tenemos la imagen del artesano y podemos recobrar un poco de lo que en ocasiones nos falta, un punto de partida para ser nosotros mejores y hacer un mundo mejor porque, de cualquier manera, todo lo que nos rodea con sus dos, tres, cuatro o cinco caras nos sobrevivirá, y no hay nada más odioso que los huéspedes que dejan un desastre a quien le toca organizar la habitación para los próximos visitantes.


   

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