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Cuando el tiempo, para mí, perdió urgencias

-Yadelcy Hamber Machado
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    Solía gritarme desaforadamente... ¡apúrate!, Vas a llegar tarde como siempre... ¿Por qué te demoras tanto?... el hecho de que seas inducida no te da derecho a llegar tarde a todos lados... ¿por qué siempre llegas de ultima?... ¡de verdad que eres retrasada!... sus palabras se repetían sin cesar en mi interior acompañadas de ansiedad, excesiva preocupación y una abrumadora angustia constante... “mi necesidad” era estar a tiempo, así tuviera que correr, dejar de comer, angustiarme, estresarme o exigirme un ritmo interno superior o por lo menos muy diferente al que resonaba dentro de mi, el motivo central era, sencillamente, el absurdo de creer como “obligación” ser la numero uno, la primera, la mas inteligente, sagaz, rápida y lista de la partida, con independencia, por supuesto, de que “realmente” quisiera ser vista así o sentirme de esa forma... llanamente mi opinión no importaba para nada, lo fundamental y trascendente era mostrarles a “todos” lo lince que era.

    Por ese camino anduve, inconscientemente, por mucho tiempo... un día, una extraña mañana, comprendí, de nada vale el afán para el logro cuando mis esfuerzos consiguieron “absolutamente nada” en un aspecto de mi vida realmente importante. Es cierto, de nada vale el afán para el logro, cuando no obtienes lo que quieres y tampoco vale el bregar cuando alcanzas lo querido. Me explico, ya que quizás pienses que esto es un juego gramatical y no es así. En el primer caso (¡cuando no logras!) es evidente... ¿para qué el esfuerzo si no lo alcanzaste?... en el segundo caso... (¡cuando lo obtienes!) el ansia puede agregarle al objetivo un precio tan elevado que realmente te sientes en la suprema necesidad de sentarte a descansar por el agotamiento, después de cruzar la meta.

    Esta cavilación no tiene nada que ver con los esfuerzos ejercidos en pro de lo deseado, ni siquiera en los valores personales imbuidos en ese empeño, habla de la energía colocada en el intento, aparte de que es sencillamente una visión muy personal, de cómo un inconveniente impulso influyó en mis proyectos durante muchísimo tiempo, otorgándome, en definitiva, un muy mal sabor de boca.

    La lucha, fue un valor incluido en todas mis tareas... la educación externa en mi vida y la forma en la cual respondí a ella inconscientemente me educó para lograr las cosas con lucha... el aforismo, a sangre sudor y lágrimas, fue infundido en mi cultura personal y familiar... las cosas había que hacerlas y mientras más costaran, mayor valor tenían... eso de lograrlo todo de forma fácil y sencilla pues naturalmente dejaba, en principio, mucho que decir y después seguro el logro fácilmente adquirido era sencillamente desechado... claro es que las cosas que te cuestan más las cuidas más (¿Si? ¿Ese axioma será cierto?)... ¡¡¡no lo creo!!! Tengo la costumbre de cuidar de mi misma y de mi entorno, con amoroso celo, independientemente de todo.

    Ese día fue realmente ilógico en mi vida... con un sueño roto, miré a todos lados y en una serena muerte propia, entendí la inutilidad del esfuerzo, cuando resonó desde la angustia y la ansiedad, ella, había dicho la última palabra. Nada había por hacer... desde que nació el sueño estaba muerto, por ello la ansiedad y la angustia... ese día, el tiempo, para mí, perdió angustia, impaciencia, ansias... y tomó otro cariz, color y formato...

    Comprendo, me deslicé en un túnel de fase cero donde la injerencia del tiempo perdió sentido para mí... después de allí todo olvidó importancia urgente y en suma, todo, volvió a ser importante y en un mismo grado de injerencia... entendí como podía ser dueña de mi tiempo y administarlo de forma diligente y provechosa. Noté como en silencio, obedecía, cedió ante mi diáfana administración de él mismo y comenzó a pedirme opinión. Ahora el tiempo me respeta y se muestra generoso... los momentos comienzan a rendirme, soy abundante de horas y puedo hacer varias cosas en la misma circunstancia y muchas el mismo día. Después de ser mi verdugo se convirtió en un grato servidor. Cuando volvía la ansiedad (¡qué es en mi, una reiterada presencia!) la confrontaba... ¿De qué valió tu presencia si contigo no logramos lo querido?... en silencio la veía bajar la cabeza, guardar silencio y retirarse sigilosamente sin ningún tipo de argumentación, realmente vencida ya casi para ¡siempre!.

    No tengo prisa para nada en mi vida y ninguna cosa es lo suficientemente importante como para inhibirme de disfrutar de un muy buen desayuno sosegado, calmado y muy gratamente saboreado, camino despacio, miro a las personas al pasar, respiro acompasadamente y llego a tiempo a todo lugar... le doy a todo y a todos su espacio de tiempo y valor concediéndome el hacer nuevos cálculos a conveniencia para permitirme llegar a buena hora a todo lugar, y entonces los minutos dejaron de gritarme groserías y burlas en mi interior por ir retrasada... ello ya nunca ocurría. Creo que toda persona que conozco, trae consigo su período y mi tiempo le da permiso de mostrarse y transformarse a su modo y paso, conmigo o sin mí... entendí que tengo oportunidad para escuchar a la vida hablarme a través de sus señales naturales, de las personas o las cosas vistas por mi en el diario caminar... discerní que el tiempo me muestra su mejor cara cuando le permito ser él mismo a plenitud y cuando me concedo fluir con él y en él... interpreté que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio ritmo, atenderlo, entenderlo, escucharlo, aceptarlo y bailar con él, pueda Ser quizás la mayor enseñanza de una, como persona, quien está unida a la idea de respetar ese ritmo con independencia de lo sucedido alrededor, y quizás sea ello el meollo de muchos de nuestros asuntos internos.

    Nuestras grandes ciudades, urbes, hermosas y locas en las cuales vivimos, quieren envolvernos en su vorágine de estrés, y en mi muerte, comprendí, puedo vivir en su torbellino resonando a mi propio ritmo y secuencia con independencia del amoroso estrés que quiera otorgarme y seguir amándola como la amo.

    Ya para concluir... ¿es el tiempo para ti un enemigo?... y si lo es ¿hasta qué año, mes, semana y día vas a otorgarle poder de que ello suceda así?... ¿qué tiene qué suceder, quizás morir algo en ti, un proyecto o un sueño, para comprender que el tiempo es un aliado cuando es interiormente administrado?... cualquier comentario, compartir, o experiencia me la puedes enviar al correo electrónico [email protected].

   

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