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Restario:

Imposible descubrir la huella del mayo francés en el último Festival de cine Galo. Imposible descubrirla también en el próximo Festival de Cannes, donde ya no resuenan los ecos del prohibido prohibir, sino del prohibido mujeres en la selección oficial y en la presidencia de los jurados, encabezados por tres caballos de los viejos y de los lentos. Nada nuevo se premiará por allá. Nada nuevo se respira por allá. Y por acá menos, donde los vientos de la cartelera siguen soplando a favor de la regresión, el conservadurismo y el estancamiento, salvo por el insólito estreno de La Semilla de Chucky, nuestra preferida del mes por encima de Cruzadas, Spanglish, Una Mente Siniestra y otras francesadas sin compón. Pero de todo eso hablaremos a partir de ahora, por separado y con el estilo de siempre. Como ustedes pueden ver, tampoco se respira nada nuevo por aquí. Con todo, les recomendamos de buena fe el artículo de nuestra ficha más reciente, La Primera Persona del Singular, quien le cae a palo al “teatrito” del Festival de Cine Francés. Sin más nada que promocionar, pueden pasar con confianza a perder su tiempo

Intolerantes somos todos los que vamos al cine

A propósito del acto cultural que en esta ciudad representa ver “cine europeo”


Intentando sobrevivir a aquel silencio, la gente habla, mastica, respira fuerte, hace cariñitos al de junto… todo porque hay demasiado mutis. No hay música, diálogos, bombos ni platillos que animen el “érase una vez”. No toleran que la primera escena no sea una cosa pachangosa, con letritas desenfadas y delatoras del crew. Y tampoco los tolero yo a ellos.

Pareciera que aquello es una experiencia “ilustrada” o algo bien cercano, donde se es partícipe del festín aunque no se sepa qué es lo que se “degusta”, porque además creen que degustan algo. Zampándose quizá es el gerundio más adecuado aunque bastante más chapucero y menos elegante. Lo que están haciendo es zampándose una película.

“Esta no sé de qué es”. Comentaba una señora a su pareja mientras intentaba descubrir, más bien tropezarse, con la sinopsis bendita que la sacaría de todas sus dudas. Sinopsis que junto con otras tantas llenaban la incómoda grilla desplegable (porque aquello jamás será un programa) , que los organizadores del supuesto festival que sobrevive en estos días en Caracas distribuyeron estratégicamente (unos 5 folletitos por sala nomás) . Cubierta toda en medio metro de papel glasé de brillantes colores, aquella señora buscaba y buscaba el resumen que la ubicaría en tiempo y espacio respecto al filme. Es decir: Celarg, 7:00 pm. No más de eso.

Es como quién pide un carpaccio sólo para impresionar. La gente acude masivamente a impresionarse los unos con los otros. Aunque mucho antes del final descubren que no les gusta aquello tan crudo. Sin embargo, todo el mundo quiere ser partícipe de este acto cultural que significa ver al menos UNA película francesa (con redoble de tambores, por favor) . El razonamiento se reduce a lo siguiente: ver una película francesa es ver cine francés, ergo ver cine europeo. No hay necesidad de explayarse en descocer semejante falacia. Perfecto para romper el hielo en una conversación de rumbita intensa en La Belle Epoque o de pasillo de oficina: ¿Ya viste alguna película de “El Festival”? ¡Uy! Cine francés, subráyelo usted mismo, porque yo sé que usted también ya vio Le Choristes.

El festival lleva su propio ritmo que, para algunos de los asiduos visitantes se hace normal. Se sabe que si se quiere ver lo más rarito, denso, contemplativo o más bien lo menos taquillero, obvio y recomendado; pues la única forma es acudir a las salas lo más rápido posible. Pues las probabilidades que desaparezcan después de las primeras semanas son enormes. Siempre terminará pescando una función atravesada un miércoles a las 6:47, en algún lugar lejano.

Ahí está el detalle, si la cita cantifluda es permitida. El público no tolera aquello que siendo quizá más cotidiano les resulta más ajeno. No toleran que se les zarandee, se les reprima, se les llame la atención, que se les permita ver o escuchar, resultan incapaces de reconocerse a sí mismos… Porque vamos, la pantalla es muy grande como para que se diga allí lo feo y lo malo que uno es… o lo mal que se lo pasa la gente tanto en Caracas como en Marsella; porque claro ellos cuando viajan ni se percatan. “¡Ay mira, donde estuvimos el año pasado!” Fue lo máximo que atinó a decir el adulto contemporáneo que calentaba el asiento justo a mis espaldas, durante La ciudad está tranquila de Guédiguian. Ni le prestan atención a aquellos diálogos extensos y extendidos acerca del desempleo, la burguesía o acerca de la izquierda y la derecha. ¿Cuál izquierda? ¿Cuál derecha? ¡La francesa, muchachito, la francesa!

Los viejecillos y parejas de adultos contemporáneos, acuden “Al Trasnocho”, con su atuendo prêt-à-porter impecable y la actitud serena pero altiva de quien va a ver Madame Butterfly en algún teatro importante. Con el tupé remozado en la Louis Vuitton que llevan a cuestas. Y entran frescos como lechugas a ver ¿qué? ¡Acertó de nuevo señor!: Les Choristes.

También se topa uno con las cabecitas creativas llenas de dreds y los piercings undergrounds, en el nunca bien ponderado Centro Plaza. Que en las funciones nocturnas albergará a cuanto ejecutivo labore en las oficinas de los alrededores o del propio centro comercial.

Hay que reconocer que algunos se arriesgan, quizá sólo empujados por el deseo de ver algo “extravagante” con lo que puedan pavonearse –insisto- en una conversación de pasillo. Sin embargo, a veces no resulta.

Dos parejitas románticas con sendas cotufas en mano, no toleraron el primer plano de Vodka Lemon: un viejecillo irrumpe a toda velocidad sobre una cama en medio de un paisaje absolutamente nevado y sobre todo austero. Eso, que hubiese sido suficiente para algunos de nosotros si alguna vez se le tropieza en un zapping nocturno; para otros, resultó la cosa más aterradora que en una sala de cine pueda ocurrir. ¡Nooo… loco!, habrá dicho el primer valiente que se levantó del asiento, quien desde la puerta llamó a sus incautos compañeros de oficina con rechiflas y gestitos desesperados que amenizaban mi visionado.

Durante esa misma función, un trío de doñas salió despavorido en aquella obscuridad. Todas apuraditas entre agarrándose las pashminas y esquivando los obstáculos que representaban los asientos. “¡Corre Dora (como la despreciable cotorrita aquella) que esta no es la sala! ¿Pero esta no es la sala uno? ¡No, no es la dos! ¿Y cuál era la nuestra? ¡Corre chica, corre!” Adivine qué se proyectaba en la sala contigua. ¡Exacto! Esa misma. Y al cabo de un rato minúsculo, un joven dijo: ¡Ay doña se le quedó la cartera!

El festival me ha dejado la certeza de que sólo tolero las bolsitas que yo abro y los comentarios que yo hago. Sin embargo, como yo no soy nadie, cierro la retahíla de anécdotas con unas líneas que conceptualizan las gansadas que he dicho:

 "(…) la situación antropológica de la cultura de masas se configura como una continua dialéctica entre propuestas innovadoras y adaptaciones homologadoras, las primeras continuamente traicionadas por las segundas: con la mayoría del público que disfruta de las segundas, creyendo estar disfrutando de las primeras".
-Umberto Eco. Apocalípticos e Integrados. A propósito de El Kitsch y la cultura de masas

¿Acto cultural? Será el del colegio, porque aquello de ver cine francés puro teatrito.

-La Primera Persona del Singular

Cannes 2005

Un total de 20 títulos competirán por la Palma de Oro de Cannes, en su edición número 58, dedicada por entero al cine de autor puro y duro, en contraste con la selección oficial del 2004, donde predominaron largometrajes asiáticos, documentales y cintas animadas. Muy por el contrario, en el certamen del 2005 dominarán los últimos trabajos de varios ganadores del Festival, como Lars Von Trier, quien presentará la segunda parte de su trilogía antinorteamericana, Manderlay; Gus Van Sant, quien hará lo propio con la experimental, Last Days; Los Hermanos Dardenne, quienes triunfaron con Rossetta y se vienen ahora con otro demoledor melodrama neorrealista, El Infante; y Win Wenders, quien se alzó con la Palma en el 84 y que aspira a conquistar la segunda con la esperada, Dont Come Knockin. En pocas palabras, todos estos cineastas van por el ansiado doblete.

  También figurarán en el cuadro de honor, algunos directores que han concurrido varias veces al Festival pero que nunca han ganado la Palma, como David Cronenberg y su compatriota Atom Egoyan; Jim Jarmusch con su nueva producción, Broken Flowers; y el israelí Amos Gitai.Por último, debutarán en la selección oficial, tanto el actor Tommy Lee Jones como el francotirador Robert Rodríguez y su más reciente hit, Sin City. En suma, el cine norteamericano volverá a reinar en las pantallas de Cannes, al tiempo que la representación Latinoamericana quedará reducida a su mínima expresión: una sola película, del mejicano Carlos Reygadas. Igualmente, extrañaremos la participación del género femenino, en un evento cada vez más parecido al club de Toby.

  Por otra parte, según los organizadores del programa, dos temáticas determinarán los contenidos de la selección oficial: el problema de la paternidad y la violencia como fenómeno transpolítico, un argumento deconstruido por Cronenberg en el emblemático título, Historia de la Violencia, una de las favoritas de los apostadores. Aunque todavía resulta prematuro emitir algún pronostico, se da por sentado que ningún veterano se irá a casa con las manos vacías. En cualquier caso y sea el veredicto que sea, los mantendremos al tanto por esta vía.


 La Semilla de Chuky

Dir.: Don Mancini.2004.


En este manifiesto parasurrealista, ultragore, lleno de guiños a la filmografía de Hitchcock y sobresaturado de conceptos heterodoxos, usted no sólo se conseguirá con una feria de atracciones terroríficas, sino con una serie de personajes, homenajes y situaciones absurdas que hacen de esta aparente bazofia, una pequeña “joda maestra” del cine posmoderno, ecléctico y deconstructivo.

Dirige Don Mancini, el creador de la criatura y antiguo colaborador en las demás secuelas de la serie, cuyos primeros capítulos se limitaron a describir las atrocidades del asesino por naturaleza en cuerpo de Garbage Pail Kid. Ante el agotamiento de la franquicia, la tercera parte se plantea como una visión paródica y sarcástica del personaje, en medio de un apócrifo remake del largometraje The Bride of Frankestein. Hasta el momento, La Novia de Chuky constituye el mejor episodio de esta fotonovela de horror, pues al igual que Scream, marca distancia con el género, satirizándolo y desmontándolo al develar sus engranajes. Siguiendo el mismo tono desmitificador, llega a la cartelera el cuarto eslabón de esta cadena cinematográfica, proyectada ahora como un gran teatro de marionetas subversivas, que se mueven al ritmo de sus antepasados, de los clásicos y de muchas fuentes de inspiración iconoclasta.

Así las cosas, La Semila de Chucky cuenta con alguna que otra secuencia poderosa, en términos estéticos, y con un puñado de referencias tanto de la cultura de masas como de la contracultura underground. Primeramente, habría que celebrar la gratificante presencia del padrino del mal gusto, John Waters, quien aparte de tener la suficiente madurez como para reírse de sí mismo, nos deleita de igual modo en un personaje secundario situado en las antípodas de su imagen: un paparrazi indiscreto que husmea en la vida intima de la protagonista, Jennifer Tilly, quien vuelve a la franquicia del muñeco diabólico, tras participar en la entrega pasada, haciendo también una caricatura de su perfil de estrella en decadencia y venida a menos como Gloria Swanson en Sunset Boulevard.

En segundo lugar, cabría destacar dos escenas de antología: el prólogo en clave de pesadilla donde el hijo de Chucky reinterpreta el famoso plano secuencia a cámara subjetiva que funge como obertura de la película de Carpenter, Hallowen; y la viñeta donde el repollito maligno arremete sobre un Hummer contra el descapotable de Britney Spears, en lo que semeja una reconstrucción bizarra, un re-actment a lo True Hollywood History, del choque mortal entre Detto y Vidal.

Por último, sólo nos queda glorificar otro par de aciertos: el argumento central del guión, en el que se desnuda el lado oscuro de la meca, al narrar la historia de una actriz que se prostituye con un productor para conseguir el papel protagónico de un proyecto sobre la Virgen María; y finalmente la cita textual y conceptual a la película Glen or Glenda, un maravilloso bodrio dirigido por el peor director de todos, Ed Wood, quien ya fue homenajeado por Tim Burton en una exquisitez de reciente data. De este modo, La Semilla de Chucky se erige por mérito propio en una extraña pieza de culto, exclusiva para devotos del trash, el dadaísmo, el humor macabro y el “bad taste”, con violencia tipo Z, sexo tipo C y lenguaje tipo X. Niños snobs, pedantes intelectuales y cinéfilos VIP, favor abstenerse.

Una Cruzada , dos lecturas


A Favor

Película a contracorriente tanto del género épico como de la política exterior de Estados Unidos. A diferencia de El Retorno del Rey, Cruzada no reconstruye una victoria sino una soberana derrota para el arquetipo del héroe imperial. Por eso, los paralelismos entre Alexander y el Orlando Bloom del Reino de los Cielos, son innumerables y evidentes. Ambos pierden en su última batalla, ambos se retiran sin obtener nada a cambio. ¿Alguna indirecta hacia el futuro de Bush en Irak? Quién sabe. En todo caso, la cinta de Scott ostenta el mérito de no dejarse llevar ni por modas intelectuales de corte republicano, ni por las nuevas leyes de la superproducción belicista, donde se le rinde culto al colonialismo como forma de religión. A propósito, la visión teocrática de la película también se aleja del enfoque ortodoxo y benedictino de largometrajes como La Pasión de Cristo, en cuanto se dignifica a la cultura musulmana, bajo el reinado de Saladino. Sin embargo, el director olvida humanizar a uno de los bandos en conflicto: los templarios, quienes terminan encarnando a los villanos unidimensionales de la partida. A pesar de ello, Cruzada resulta valiosa como cinta por su insistencia en dibujar matices sobre una realidad cada vez más en blanco y negro, la de la guerra y sus proyecciones posmodernas. En suma, descúbrala sin prejuicios y compárela con el maniqueísmo imperante en el medio oriente.  

 
En Contra

Entre 1095 y 1270, los papas exhortaron a los cristianos a oponerse al Islam en una sucesión de guerras santas, Las Cruzadas. Sus objetivos declarados eran religiosos, combatir al infiel y expulsarlo de los sacros lugares; y los ocultos, políticos, económicos y de expansión territorial.
-Vicente del Castillo: Personajes Históricos en el Cine.

  Es tiempo de cruzadas dentro y fuera del cine. Es tiempo de guerras por el territorio, en algún lugar no muy lejano y por todos los medios posibles. Verbigracia ,la intervención de Irak tiene lugar en horario estelar. Asimismo y como prolongación de la realidad bélica del mundo contemporáneo, la gran pantalla proyecta imágenes de acción y reacción en forma de películas épicas, como las que se estrenarán en lo sucesivo: Guerra de Los Mundos, Star Wars y Cruzada, la primera del conjunto y un espejo(distorsionado) del nuevo orden mundial, con sus batallas y conquistas por el control del medio oriente. En cualquier caso, le dedicamos un análisis de contenidos, no sólo para profundizar en ella, sino para descubrir sus resonancias estéticas sobre el pasado y el “Apocalipsis Ahora” de nuestra civilización.


Marco histórico

Según el profesor de la Universidad de Nottingham, Bernand Hamilton, “ las cruzadas formaron parte de la constante guerra entre las potencias cristianas y musulmanas por el control del Mediterráneo, una pugna que había comenzado con el ascenso del Islam en el siglo VII, y que ha continuado hasta el presente. Lo que distinguió a las mismas de otros momentos del conflicto fue el ardor de la lucha por Jerusalén”.

En efecto, se desplegaron desde el viejo continente hasta el hemisferio árabe un total de ocho cruzadas por el dominio de la ciudad santa. De todas ellas, sólo la primera constituyó un triunfo absoluto para el bando occidental. Las demás significaron una serie de reveses para los cristianos ante la contraofensiva musulmana, encabezada por el sultán Saladino.

Curiosamente, la mayoría de las películas occidentales sobre el tema, han reconstruido la victoria de la primera cruzada, evocándola con nostalgia y sin atreverse a rememorar sus subsiguientes episodios de derrota. Es el caso de la reaccionaria cinta Jerusalén Liberada, dirigida por Enrico Guazzoni en 1918.Inversamente, King of Heaven ha sido ambientada entre la segunda y la tercera cruzada, lo que en apariencia representa una ruptura con la tradición del género, pues se trata del principio del fin para los aliados del frente europeo. Sin embargo, la visión de la película no se distancia de la clásica moraleja etnocentrista, esgrimida y defendida por todos los cultores del cine imperial, entre los que figura el propio Ridley Scott, tanto por su lamentable y racista La Caída del Halcón Negro, como por el mensaje colonialista de Cruzadas, bien disimulado, por cierto, bajo un manto sagrado de pacifismo y corrección política de lo más idealizado, reduccionista y descontextualizado. Pero antes de proseguir con las condenas y las opiniones en contra, mejor recapitulemos y vayamos por partes.


La tesis

Sobre el argumento de la obra en cuestión, el autor ha manifestado: “la historia comienza en el año 1130, con Saladino, el musulmán conocido como el más sabio de los caballeros, que ayudó a mantener la paz en Jerusalén junto al rey cristiano Balduino IV. Este era un rey que propugnaba que todas las religiones eran bienvenidas en la ciudad, y por eso hubo un clima de respeto entre ambos. De hecho, Balduino , apodado el rey Leproso, era entonces rey de Jerusalén y murió de Lepra a los 25 años. Saladino podía haber conquistado la ciudad mucho antes, pero dado el respeto que le tenía a Balduino, que estaba enfermo, prefirió esperar”.

Ahora bien, ¿hubo tal clima de respeto y tolerancia hacia todas las religiones, durante las cruzadas inaugurales? No exactamente. De hecho, las investigaciones de Bernand Hamilton llegan a conclusiones muy diferentes: “La primera Cruzada se había convocado para liberar Jerusalén y los francos la convirtieron en una ciudad Católica. El matrimonio o las relaciones sexuales de cualquier tipo con los musulmanes estaban prohibidos por ley, a no ser que la persona musulmana hubiese sido previamente bautizada. A las comunidades judías se les exigió pago de impuesto, pero mantuvieron sus sinagogas y escuelas rabínicas, y los litigios civiles entre los mismos se dirimieron según la ley talmúdica. Sin embargo, y aunque los francos les permitieran visitar Jerusalén y seguir rezando ante el muro occidental , solo unas pocas familias judías se les permitió vivir en la ciudad santa”.

De igual modo, habría que recordar que este Reino de los Cielos no surgió por generación espontánea, sino por efecto de una carnicería: “los cruzados celebrarían su posterior victoria masacrando toda la población antes de cumplir sus votos de oración en el Santo Sepulcro: como ha demostrado la historia del siglo XX, las situaciones de guerra prolongadas dan lugar a atrocidades de este calibre”. En resumen, el film evade olímpicamente los detalles más escabrosos de la mitología medieval, para narrar otra épica de utopías y hazañas imposibles, desde la óptica de los vencedores y conquistadores del asunto, quienes protagonizan la trama al tiempo que acaparan la mayor proporción del metraje, en detrimento de los personajes musulmanes. Todo bajo una estética colosal “donde la espectacularidad y las convenciones novelescas triunfan por encima de los dictados de la historia”(Jaume Genover).


Marco Referencial

Antes de la Cruzada de Scott, se registran tres películas emblemáticas sobre la misma materia: Las Cruzadas(1935), del ultraconservador Cecil B. De Mille, El Talismán(1954), de David Butler y Saladino(1963), del prestigioso Yussef Chahine, el más importante realizador egipcio en activo. Obviamente, las dos primeras producciones son la antitesis de la tercera, es decir, son la encarnación literal y gruesa del punto de vista occidental, confrontado por el enfoque orientalista del último autor citado, quien “se plantea la realidad histórica de las Cruzadas desde la perspectiva de los pobladores árabes de la zona”(Jesús Martínez).

 En paralelo, Vicente del Castillo sostiene el siguiente análisis sobre Las Cruzadas y El Talismán: en ambas producciones los hechos históricos sirven de mero trasfondo para sumergirse en una aventura próxima al western, cuyos principales patrones temáticos y narrativos comparten. De modo análogo al del cine del Oeste, el paisaje adquiere valor dramático; la peregrinación hacia otras tierras expresa un espíritu de conquista que lleva aparejada la imposición de una civilización sobre otra; el encuentro entre líderes de distintas naciones genera expectación y pone de relieve profundas diferencias; el enfrentamiento entre dos pueblos deviene en epopeya que no excluye el valor del heroísmo individual; a la postre, inexorablemente, mito e historia se confunden.


El bueno, el feo y los malos 

Orlando Bloom. Es el arquetipo posmoderno del género épico, por sus consecutivas participaciones en gestas de corte militarista como El Señor de los Anillos y Troya, donde caracterizó a un par de guerreros disímiles, uno valiente y otro cobarde. Se le considera el Errol Flynn de la aventura contemporánea, aunque todavía debe probar su efectividad como estrella comercial, pues siempre ha trabajado a la sombra de alguna figura principal. Ahora tiene la oportunidad de encabezar el reparto de Cruzadas, a la espera de convertirse en el próximo Di Caprio. Mientras tanto, en el film de marras “interpreta a Balian, un herrero que ha perdido a su familia y casi también su fe. Entre la magnificencia y las intrigas del Jerusalén medieval, se enamora, se convierte en líder y al final usa todo su arrojo y su habilidad para defender la ciudad frente a fuerzas enemigas muy superiores en número”. En fin, un personaje romántico y unidimensional, digno de un melodrama de época con visos de folletín.

Edward Norton. Se ha especializado en papeles de antihéroe truculento y desdoblado en varias personalidades. Aquí encarna al Rey Balduino IV, consumido por la lepra, y ocultado tras una máscara de plata. Muchos lo perciben como el típico secundario revulsivo, omnipresente en la filmografía del autor.

En cuanto a los personajes islámicos, “Scott insistió en que todos los papeles de musulmanes fueran interpretados por actores musulmanes. Ghassan Massoud y Khaled el Nabawy, que encarnan a Saladino y al fanático mullah, son grandes estrellas en el mundo árabe”. Con todo, vale la pena reparar en las siguientes palabras del crítico Juan Antonio González: “según The New York Times, con la película se corre el riesgo de divulgar una imagen errónea del mundo musulmán. De hecho, el diario consultó a un catedrático en ley islámica, Khaled el-Fadl, de la Universidad de Los Ángeles, quien censuró a Ridley Scott por propiciar el odio a los musulmanes”. Asimismo, cabría destacar otra reflexión en el mismo tenor, formulada por Jaume Genover: “el árabe en el cine es un ser cruel, inculto, y tiene la osadía de apoderarse de lo más sagrado para un caballero cristiano: Los Santos Lugares”. De cualquier forma, el director también ha sido cuestionado por delinear un perfil barbárico de los cruzados. Sea como sea, un film a caballo entre los arquetipos y los estereotipos de siempre.


¿Happy end?

“Hemos elegido un momento histórico en el que se vive un estado de paz, algo que no parecemos capaces de lograr actualmente”, asegura Scott y agrega: “el centro de El reino de los Cielos es la tolerancia”. A lo cual habría que replicarle: ¿pero de cuál Paz y de cuál tolerancia hablamos? ¿De una paz impuesta y tutelada con benevolencia por parte de una potencia dominante y ocupante? ¿De la paz de Irak? ¿De una paz conquistada mediante la guerra? Vea la película y descubre usted mismo las respuestas.

Spanglish

Dir.: James L. Brooks. 2004.


Una española que hace de mejicana. Una película en inglés y en castellano donde nadie habla spanglish a lo Tego Calderón. Una serie de promesas incumplidas. Eso es la última propuesta del director de Mejor Imposible, James L. Brooks, insuperable en su vertiente de realizador de tragicomedias agridulces pero irreconocible en su nueva faceta de director de sitcoms largometrados, teledirigidos a la audiencia de Sábado Gigante, My Wife and Kids y The Nanny.

Cuando uno se aproxima a un telefilme como Spanglish, lo primero que uno se imagina es que todo el reparto va a decir las cosas como Eglantina Zingg, mezclando el yes con el chido. Pero no. Acá el asunto es en términos de Adam Sandler,Tea Leoni y de vez en cuando, de Paz Vega.

Lo otro que uno supone es que el “power” latino hará acto de presencia en la película, aunque sea en plan de Patricia Velásquez (haciendo otro de sus papelazos) . Pero tampoco. Aquí, como cuando Banderas cantó en El Oscar por Jorge Drexler, los españoles nos representan, porque desde la óptica anglosajona, todos somos igualitos, desde la Patagonia hasta Madrid.

 Así pues, ¿qué cuenta esta serie de Sony estirada y masticada para competir con las comedias rosa de la temporada? Cuenta la búsqueda del sueño americano por parte de una chica mejicana, quien viaja a Estados Unidos para trabajar como “mucama” de una pareja en crisis. Paralela y contradictoriamente, la cinta reflexiona sobre el tema de la identidad hispana, pero a través de una voz en off de lo más yanqui (o transculturada) .

Por supuesto y como reza la moraleja del T.L.C., tanto los gringos como los chicanos se benefician del encuentro de sus razas, en un mundo ideal donde las barreras nacionales se han derribado por la fuerza de la tolerancia. En suma, son las ventajas de la integración global, según el punto de vista etnocéntrico de un país que no sólo ha blindado sus aduanas contra la inmigración latinoamericana, sino que además permite que sus mercenarios cacen como conejos a los aztecas que intentan cruzar a pie las fronteras de Norteamérica. Un realidad de muerte encubierta por biombos audiovisuales como Spanglish.

Una Mente Siniestra

Dir.: John Polson. 2005.


Usted ya me conoce, pero no soy Carmelo, aunque bien podría serlo porque tengo tantos sobrenombres como un rapero caraqueño: Toro Salvaje, el tipo de Taxi Driver,“el camaleón de la actuación”, el actor fetiche de Scorsese (hasta que llegó el infeliz de Di Caprio) y otras sandeces por el estilo. En realidad me llamo Robert De Niro, pero mis panas me dicen “Bobby”, de cariño.

Tengo dos Oscar en la casa, cogiendo polvo, y por los vientos que soplan no me ganaré el tercero, a menos que deje de hacer papelitos alimenticios para engordar mi cochinito. Pero de momento sigo encasillado, sigo matando tigres a granel y sigo pagando las cuentas a punta de interpretar los mismos personajes que le ofrecen a Dustin Hoffman:  papás disfuncionales de todo tipo, es decir, papá focker retirado de la C.I.A. (acusado por Eva Golinger de participar en la conspiración del 11-A) y el papá chalado de Una Mente Siniestra, cuya hija no ve “gente muerta” como el niño de Sexto Sentido, sino que dice tener un amiguito imaginario, medio Psicho Killer, medio Norman Bates,medio Cabo de Miedo, que obviamente puedo ser yo.

Si quieren salir de dudas, échenle un ojo al “sugerente” cartel de la película, donde aparezco al lado de Dakota Fanning, pero bien separado de ella por una puerta y por una leyenda que reza: “sal de ahí, sal de ahí, seas lo que seas” (así como “sal de ahí chita, chita”) . De modo que soy el último el bogymen, el último“coco” de la temporada, después de ser el bufón de la navidad en la secuela de Meet the Parents. Así que mi dilema creativo en la actualidad es reírme de mí mismo o preservar mi identidad de hombre duro con mirada intimidante. Y como ambos estereotipos funcionan en taquilla, no tengo razones para quejarme, aunque sí extraño los guiones complejos de antes, pues los de hoy son de una pieza y parecen una fusión de otros libretos. Por ejemplo, Una Mente Siniestra luce para mí como una ensalada de cine de terror, aderezada con ingredientes de producciones como Los Otros, El Resplandor y Psicosis.

La película, por supuesto, se plantea como un juego de sospecha, donde todas las pistas apuntan en dirección de quien les habla. Aun así, la intriga dramática se mantiene de principio a fin, a base de explotar todos los clichés del género, desde los silencios incómodos hasta los cortes abruptos, desde el fuera de campo hasta el golpe de efecto, desde la niña trastornada hasta el patriarca esquizofrénico, sin contar con la heroína de la función: una psiquiatra que salva la patria a último hora, para restituir el orden de la cordura o para extraer la piedra de la locura, con los métodos más ortodoxos. Es el combate moral entre una mente siniestra y una Beautiful Mind, según el enfoque de un manual de psiquiatría infantil. Definitivamente, la terapia que hice en Analize This para controlar mi agresividad, como que no sirvió de nada.

Enamórate

Dir.: Clare Kilner.2003.


Invasión de minidivas por radio, cine y televisión. Hacen conciertos, películas, discos y reality shows. Son comodines de los medios de comunicación. Son las chicas materiales en la era del todo vale (por la fama) . Y como el mercado y las franquicias trasnacionales, no creen en ideologías, sino en oportunidades de negocio, más allá de fronteras geográficas y políticas. Por eso, viajan al tercer mundo, cobran lo suyo y huyen por la derecha, en menos tiempo de lo que se aprende a decir “Chévere”.

Se venden al mejor postor y bailan por la plata como el mono. Doblan en vez de cantar y las nominan al Razzie (el antioscar) por sus actuaciones. Pueden venir acá, como Hilary Duff, a brindar un concierto sobre una pila de barriles de petróleo, y a la semana siguiente, las veremos filmando un comercial de Pepsi, tras recibir una fortuna por aparecer en un especial de MTV sobre la catástrofe del Tsunami.

Aparte de ello, tienen nombres compuestos como Britney Spears, Lindsay Lohan, Jessica Simpson y por supuesto, Mandy Moore, quien después de la peregrina visita de “las hermanas de la canción”, arriba a la cartelera nacional con algo que no sabemos si llamar video clip, producción, hit, programa o una mezcla de todo eso. Sea como sea, la cosa se titula como una orden de corte marcial impartida por Adriana Azzi: “Enamórate”, así como “Empátate” y “Resuélvete” (en verdad se denomina “How To Deal”) .

Y si de comparaciones hablamos, el cacofónico argumento de la cinta parece inspirarse en un tema de Cristina Aguilera: “Habiendo conocido numerosas historias de amor fracasadas, como la de sus padres o de su mejor amiga, una adolescente (Mandy Moore) decide que el amor no existe hasta que el chico perfecto (Trent Ford) le demuestra lo contrario”.

Aunque no podemos negar que las minidivas tienen su público, tampoco podemos ocultar que sus películas son tan prescindibles y desechables como un compacto de Belinda, quien por cierto, también se llenó con nuestros petrodólares sobrevaluados. Es la realidad más real en versión pop y siempre con una sonrisita hipócrita de lolita ingenua, por delante. Toda una máscara del poder. Desilusiónate.

 

 

 

Voces Inocentes

Dir.: Luis Mandoki.2004.


Esta película sobre la guerra civil centroamericana y los niños reclutados para participar en ella, ha dividido las opiniones de los críticos, quienes por un lado la encuentran muy urgente y comprometida con las causas políticamente correctas de la ideología zurda, mientras por el otro la consideran sencillamente otro producto de exportación para el mercado neosocialista y neocomunista, a la mejor o a la peor manera de Diarios de Motocicleta.

Naturalmente al Gabo, que como Ramonet es un digno representante de la llamada “izquierda caviar”, le ha gustado la película un montón, al extremo de dedicarle una carta de amor, entre cursi y lugar común, a su realizador, Luis Mandoki:  “las guerras civiles son el principal flagelo de la humanidad”, sentencia el premio Nóbel de literatura a la forma de Alicia Machado en un concurso de belleza o de Horacio Blanco en un concierto patrocinado, paradójicamente, por la Coca Cola, donde también participa Molotov, echando pestes contra Bush, tipo el innombrable en cadena.

Como dato cinéfilo, Oliver Stone ya había hecho una película sobre el mismo tema, bajo el título de Salvador, otra irregular producción política del antiguo Michael Moore del cine norteamericano, cuya tesis le hacía tanto favor a Reagan como a su contrapartida insurgente: todos se equivocaron, todos cometieron errores en la guerra de El Salvador, que es como decir que aquí todos somos culpables del descalabro de nuestra nación. El típico mensaje tranquilizador para no quedar mal ni con dios ni con el diablo.

Con este precedente audiovisual se estrena entonces Voces Inocentes, una película que se encuadra perfectamente en una casilla de la oferta seria y solemne de la cartelera: el film sobre niños abusados por el estilo de La Mala Educación y Río Místico. De las cosas que hemos leído sobre la cinta, rescatamos para concluir un comentario de Lilian Ivanoch, que resume perfectamente lo que pensamos de este largometraje:

Esta película se exhibe gracias a Fox Searchlight Pictures y Cruz Roja Internacional." Los avales de la promoción circunscriben a priori la importancia de "Voces inocentes": se trata de "denunciar" el reclutamiento de chicos de doce años por las Fuerzas Armandas durante la guerra civil de El Salvador en los años 80'. Dejando de lado valores testimoniales agregados; la película se nutre de estereotipos, subrayados, toscas escenas de balaceras y un romance bastante pastoso. Entre tanto ternurismo forzado se escapa azarosamente algún momento interesante; el de los chicos remontando globos luminosos. Nadie le quita relevancia a la guerra civil salvadoreña ni a su gesta dolorosa. Por esto mismo, hubiera merecido una película mejor.