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Selección

-Marcos Vieytes
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Alta voz

no hay mujer como esa mujer que abre y cierra
la comarca de su corazón sin olvidar
que no es de fierro la fe
ni de bronce el amor

alta voz farera iluminando
los residuos de una noche sin argumentos




















A propósito


la palabra
siempre es otra palabra
imprevista al instante
de escribir la palabra
siempre es otra





















Partidas de espanto


en el antiguo silencio de esos rostros
sobran rastros
heridos
de la zozobra silenciadora del ser:

elocuencias de la nieve
sobre la piel expuesta en partidas
partículas de espanto



















Roídos bien amados


entre siestas y hogueras
olvido para recordarme
nutrido de la carne bien amada de poetas
roídos hasta el hueso por el hambre de saberse

de ambular me hago
de adioses y de absurdas
gambetas al deseo

la caliente luz y el abrazo de la voz
cascada de envites
y de embales detenidos en los dientes

los párpados abiertos
de cero a cinco nomás para no verles
las caras a los hombres sin cara

para no violarles los labios a las rabias
que reptan con un nido seco entre los ojos
y el corazón lleno de pájaros desalados





















El orzuelo de los héroes


la mecánica del chantaje reproduce la baba que nos muerde
desde los músculos estrechos de las potestades hasta hoy

en el ojo de los héroes un orzuelo entorpece la mirada
del niño animado de verdes insolencias y animales inquietos
que lee en silencio la desobediencia mientras el grito
le frota cadenciosamente los lagrimales hasta alzarle
el llanto caliente y expulsado

cuántos cielos abiertos le aplastarán el cráneo...
cuántas lluvias añejas le ampararán el duelo...

sabrá que hay hombres como estatuas inútiles
y que hay mujeres
que hay noches de luna negra que duran treinta años
y espesa leche acumulada
que hay púlpitos profanados
y parásitos impávidos, pero también

que hay hombres y mujeres que hacen el amor con fe: sabrá
que hay un misterio mayor que el de la muerte: descifrar
los codos donde se oxida la alegría, donde se acumula
el sarro de la ofensa





















Párpado candado


quedate a tiro
del espanto: a tiro
de la nada: a tiro
de la luz: como
un gran párpado callado: como
un gran párpado candado: como
un gran párpado blindado: perforado por
las balas del espanto: por
los ojos de la lustrada mano que te lo arranca
degollándolo de un solo
tajo prolijo con amor: eso sí...
con amor




















Poema con precipitaciones
(incluye poética)


llovizno desde las afueras de la voz recordándote todo
era buenos aires entre tu cuerpo y jueves
de dulcísima tristeza sobre el follaje azul partida
de primaveras en tránsito balancéandose en los goznes

(¿cómo haré para que el poema se desprenda
de mi yo siempre tan igual a sí mismo
y ensaye simultáneas variaciones para no ser
sólo un prolijo carbónico de oficio manchando
apenas los huecos abiertos del original?

el giro de los espirales irá ensanchando el cuerpo
de la voz secamente ceñida por la boca de vidrio
hasta que se desanime del nombre y riele solo con el rastro
del olor derramado del verso a cuestas)

crepitaban hojas gajos telarañas que ahora van construyendo ayer
como siempre pasó que las palabras ni se enteraron
de cuanto te quería y ahora con la caricia qué
entre los pliegues de astros como camellos vives
desbordándome el beso vienes a veces entras al sereno avisas
que no tienes hora sentada de amanecer trepas
trepas de nuevo por el surco de mi antojo trepas
como la línea que apura la mano trepas por el cuello
de botella de este verso o mar abierto confuso de sabores
donde recuerdo que todo era buenos aires y partida
de tu cuerpo en tránsito crepitador sobre el follaje
azul del ayer bajo los astros lloviendo de dulcísima tristeza
por el rumor de los goznes oxidados del beso...





















Mujer con aguacero


todo
lo que una mujer no le dice a un hombre cuando llora todo
lo que un hombre sabe que no sabe nada de todo
lo que una mujer no le dice cuando llora y todo
lo que no sabe decir un hombre cuando una mujer
llora porque dice no saber por qué llora o no sabe
decir por qué llora o prefiere saber no decir que llora porque...

o Bogart esperando en el andén bajo parís con aguacero
mientras el tiempo pasa eterno entonces
y hace lo que está bien sin mérito
con un pucho cansado de valor
entre los labios flacos de la niebla






















Poema prefabricado


este libro que respiro por los ojos: el aire
lleno de palabras a veces
no es más que el encadenamiento de los insomnios
adolecidos por un viajante de noches que busca
escapar del olor a hoja mojada: a montón
de libros húmedos, llovidos por goteras
de cielorrasos descascarados, cubiertos del musgo
invertido y urbano de la voz
ahogada como una lepra encinta, rancios
y raídos como la piel de los viejos
inmóviles en su ausencia populosa
de cadáveres danzantes: de magras
resonancias como ajuares de gaviotas
en un ayer que no me deshabita todavía
tanto como a ellos, que destierro
en este instante a un continente
más blanco y aún
más vacío que la suerte: la página
desnuda, la hoja
intacta, el hueso
siempre hurgado por la letra posible: por la golosa
vocación corrosiva del agua -santa rosa se anuncia
en el húmero del aire

el sol se abrirá en cuatro partes iguales
sólo cuando tus ojos y los míos, fieramente felices
:dulcemente feroces, lo miren a la cara: cuando tu sonrisa
me acerque un almíbar de damasco entre las piernas
o cada vez que te lleves a la boca
mi corazón de hojaldre y
lo acunes en la lengua: lo
presientas intacto entre los dientes

























Poema que emigra de las cosas clausuradas...
(tiempo de este poema: el que tardan los ojos en abrirse)


me falta mucho saber
del amor en ejercicio
de cómo se alimenta
de su implacable comercio
de la certidumbre sin sombra que requiere
la delicada decisión de soñarlo, pálido pavor
de no estar a la altura de esa única belleza
que no proviene de la muerte

compongo este poema que no necesitamos
o que vos, en todo caso, no ignorás no necesitar
con el aliento de una vocación contusa que prolonga su estancia
de espaldas a la puerta que descorchan los apurados de caminos,
como si un irse veloz fuera más irse

yo ya no profeso ninguna de las dos
religiones argentinas: la fe
de que quien va al Paraguay volverá con un loro
o con un queso de Tafí quien fue al norte, yo sólo
soy un regresado de la fragilidad

¿y ese dejar cada uno su familia, su pasado, su soledad
que es la lectura?

                                ahora somos atropellados por la vida
como antes por la ausencia suspendida entre página
y página: ahora
comenzamos a desentendernos de la fatalidad de ser felices
de hoy en más no habrá un beso
que no sea otra cosa que un beso, una brusca
travesura del afecto

un poeta ha dicho que los poetas
deben evitar lo poético, tal vez para no infligirle
al lector lo irreparable: la piedad

por un instante
me quedé triste de imposible
¿pero has visto el respirar de los que viven?
¿esa manifestación del aire por el pecho?
¿la apertura inescrupulosa de sus fosas nasales?

no niego ese despido de amor que es la muerte
:esa muerte de amarte con olvido de que te amaba
:ese tedio de tener que andar explicando la voz
:esa confirmación de que hoy hay más pasado que ayer
pero escribo que prefiero hacerme quedar en la vida
conversando con vos, mi lector, que no sos
poco lector












   

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