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Isla Desierta IV: Cosmo´s factory

 

En la Isla Desierta II (PN41), comentaba que mamá había tenido sus dolores de parto bailando rock n´ roll. A la mañana siguiente nací yo.

22 años más tarde compré para mí una copia de ese, de cierto modo mi primer disco, el Cosmo´s Factory de Creedence Clearwater Revival.

Casi contra las reglas de la Isla Desierta, Cosmo´s Factory es casi un trabajo recopilatorio desde varios puntos de vista: muchas de las mejores interpretaciones de Creedence pertenecen a este disco y más de una tercera parte del disco son covers. Pero bueno, en una antología decente de U2 habría que meter medio Achtung Baby y las versiones que habitan el Cosmo´s son tan propias que los amantes de lo original se las verían difícil a la hora de restarles valor o exaltar a los antecesores.

El Cosmo’s factory arranca con un rock and roll. El Ramble tamble, según mamá, era un fastidio bailarlo, porque se hacía muy lento en el medio. Esa era su manera de explicar la desviación psicodélica que tomaba el Ramble tamble luego de marcar 01:55. En siete minutos se resume lo que viene: solos eternos de guitarra, rocanrol hiperkinético, blues, folk, harmónicas, la voz inconfundible de John Fogerty y los simples pero sólidos repiques de batería.

Ramble tamble consiste de tres movimientos: allegro, largo, allegro maestoso; como Star Wars, como casi todo en nuestro mundo. Es también la primera canción que tuve la sensación que no debía terminar jamás.

Before you accuse me , el clásico blues que luego sería revisitado con mayor popularidad por Clapton, es quizás el tema de más bajo perfil del disco (luego de Up around the bend) y no por ello deja de ser impecable. Aún así, mamá solía pedir a su hermano que lo saltara. Travelin´ band y el Ooby doobie completaban entonces el trio de covers. Dos temas que debían oírse por todo Flor amarillo, mientras eran bailados al ritmo frenético de los golpes de metralla al redoblante y al bajo (mamá habría de pedir entonces que saltaran los temas hasta My baby left me). Luego de esa introducción, arranca en serio el disco.

La alegría country de Looking out my backdoor es contagiosa. Contagiosa de una manera casi infantil. Uno puede imaginarse cualquier ser animado con un banjo, un cigarro y un sombrero destillando whiskey  mientras golpea con un pie el suelo y canta el coro. Luego, tras un ruido, un destello sonoro, Run through the jungle, uno de los temas memorables de su tiempo. Uno de los solos de harmónica más pegajosos que he oído en mi vida. No en vano Dude, el antihéroe de The Big Lebowski, expresa su pesar por la desaparición de la cinta de Creedence que estaba en el repro cuando le roban el carro.

Who´ll stop the rain, un poco como el “I´d love to change the world” de Ten Years After, es un poema naïve de esos que aparecieron en plena contradicción hippie-vietnamita.

El disco cierra con un outro tranquilo, necesario, el Long as I can see the light, que sirve como espacio para recuperarse de la descarga de 11 minutos del cover de Heard it through the grapevine. Una serie de solos que fluyen al punto de alterar la manera en que el tiempo transcurre, hasta hacer que once minutos no sean demasiados.

Ciertamente este trabajo carece de la intelectualidad del Aqualung de Jethro Tull, o de la innovación que representó un Sgt. Pepper´s lonely hearts club band, o la indivisibilidad del Dark side of the moon, eso no se discute. Sin embargo, Cosmo´s factory  no deja de ser, en escencia, la amigüedad de un disco que se debate entre el rocanrol plano, rock de fiesta, rock de colegio, y el rock serio, la psicodelia, la libertad: Cosmo´s factory no deja de ser una representación de un momento histórico. Y no hablo sólo de música.