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Fuegos Pálidos


-Pedro Enrique Rodriguez
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En el epílogo de Lolita Vladimir Nabokov escribe: "El primer débil latido de Lolita vibró en mí a finales de 1939 o principios de 1940, en Paris (...) si mal no recuerdo, el estremecimiento inicial de la inspiración fue provocado de algún modo por un relato periodístico acerca de un chimpancé, en el Jardin des Plantes, que, después de meses de incitaciones por parte de un científico, hizo el primer dibujo que haya esbozado nunca un animal. Ese dibujo mostraba los barrotes de la jaula de la pobre criatura".

Un extraño caso de inspiración literaria, desde luego.

Recién en estos días acabo de descubrir un breve artículo firmado por Michael Juliar, presunto bibliógrafo nabokiano (lo que sea que esto signifique), quien en Octubre de 1998 envió a un grupo de nabokianistas de internet una breve pero decisiva evidencia para los anales del detectivismo literario sobre ese "relato periodístico" de la que Nabokov pudo haber extraído su primer leve latido nínfulo. El asunto es así: Juliar advierte que en la edición del 5 de Diciembre de 1949 de la revista Life, aparece una nota lepidopterológica de Nabokov sobre la posible identidad de una mariposa que se mantiene suspendida en el famoso Jardín de las Delicias de Hieronymus van Aeken Bosch (para nosotros, El Bosco). Comenta en esa nota -en realidad, apenas una breve carta o aclaratoria de lector a la que no cuesta imaginar que pudo ser aficionado, dirigida quizá a unos presumibles articulista de la revista o, incluso, al mundo entero-, que: «it may interest you to learn that the butterfly wings in the Third panel of the Bosch triptych belong to a female of the common European species now known as Maniola justina, wich Linnaeus described some 250 years after Bosch knocked it down with his cap in a Flemish meadow to place it in his hell». Resulta que, dos páginas después, aparece otra carta, remitida por el Sr. H. Hubert Clark, de la ciudad de Nueva York, en la que intenta explicar (nuevamente, refiriéndose a un posible artículo de un número anterior) que: «el Cookie del fotógrafo Bernard Hoffman (Life, Nov. 14) no fue el primer chimpancé en tomar una foto. Mi protegeé, cuyo nombre también era Cookie, fue un aventajado shutterbug hace ya siete años atrás, cuando un artículo al respecto apareció en la revista This Week Oct. 11, 1942». H. Huber Clark acompaña su aclaratoria sobre la originalidad de su Cookie con un par de fotografías en las que, en primer lugar, aparece el animalito explorando con evidente interés la superficie de una cámara fotográfica (posiblemente una Kodak Brownie, según Juliar) y, después, una espantosa si bien admirablemente encuadrada fotografía tomada desde el interior de una jaula, desde la que es posible ver en el exterior las arremolinadas cabezas de los visitantes humanos en pose espontánea. Esta:




Pero hay más. En la página diez de esa misma edición de Life, se publica una segunda carta sobre el tema de fotografía primate, remitada por un tal Sr. Jones Jr. de Jacksonville, Florida (ese condado de jubilados memoriosos) en la que señala que Life ya había publicado fotos similares a las del chimpancé de Hoffman en su edición del 5 de Septiembre de 1938 en su sección de "Fotos a los editores". Estas fotografías (que la revista tiene la amabilidad de anexar a la carta y de las que el lector puede ver una muestra justo al final de este párrafo) son, en rigor, una toma idéntica desde el interior de una jaula en un zoológico berlinés, lo que vendrían a rebatir la primacía del Cookie II, convirtiéndolo así en el tercer mono en la historia de la fotografía, y no el primero como soñó Hoffman.




Con estas sugerentes evidencias en mano (Strong Evidences), Michael Juliar se pregunta:¿Es posible que Nabokov se estuviese refiriendo a alguno de estos tres sets de fotografías: uno publicado en 1949, otro en 1942 y el otro en 1938? Luego, razona que de ser en realidad el "primer latido" de la novela, entonces debería referirse a la foto berlinesa tomada en 1938, justo el año antes de escribir Volshebnik, un cuento largo en ruso que según la propia confesión del autor es donde por primera vez aparecen los espectros de quienes serán la nínfula Lolita Haze y el bizarro sátiro Humbert Humbert, metamorfoseados en otro espacio geográfico diez años después. Ahora, si el latido al que nos referimos ocurrió para Lolita, pero no para Volshebnik, (cuya traducción al inglés, dicho sea de paso, fue editada en 1986 por Putnam, bajo el título de The Enchanted, después de ser rescatado entre los escombros y traducido por Dmitri Nabokov), las fotografías podrían ser, incluso, las de cualquier de los dos Cookies shutterbugs. Aún así, quedaría por aclarar la referencia al Jardin des Plantes.

Juliar (Sherlock Holmes metafórico), se permite sugerir otro sendero que se bifurca en los bosques especulativos, sin necesidad de matar a un chino. Cito: «I don't know Frech, but does "jardin des plantes" (or "botanical garden") ever refer to the Garden of Eden, the source of "Life"? And "Eden" means delight or pleasure. I don't know the Bosch painting, but I assume from its title taht it has some kind of reference to Eden, even though the third panel Nabokov refers to is of Hell».

Esta hipótesis, por supuesto, resulta mucho más razonable, aunque sólo parcialmente. Ahora, digamos que tomo por un instante la actitud de otro Sherlock Holmes dedicado a mínimos y espurios misterios literarios y me apresuro a decir que si bien Juliar parece estar en lo cierto al sugerir, con la timidez de los signos de interración y las dudas sobre el idioma francés, que este episodio fotográfico pudo ser el inicio de la referencia al mono dibujante en el Jardin des Plantes, en realidad su enrevesada interpretación sobre "la fuente de la vida" en el tríptico de El Bosco es un ardid que sacrifica la parsimonia en beneficio del falso deleite de una interpretación que es también un carámbano semántico y rebuscado.

Me parece más plausible esta otra hipótesis: El Jardín de las Delicias suele ser denominado en inglés como Garden of Earthly Delights. El chiste de atribuir el episodio del mono al Jardín de Plantes no parece tener ninguna relación con la revista Life, sino más bien al mismo Jardín de El Bosco al que Nabokov hace referencia en su nota sobre la mariposa del tercer panel. En ese caso, la alusión al Jardin de Plantes serviría para introducirse a sí mismo (como comentarista del Tríptico) en el origen apócrifo de la supuesta inspiración, quedando así definitivamente fijado el juego de mentiras blandas y pistas falsas. De esta forma, podríamos prescindir de toda referencia trascendente a la vida, el placer, etc. y resaltar lo que, a fin de cuentas, pudo haber sido el motivo de este sutil enredo: una parodia privada contra las odiadas interpretaciones de los motivos inconscientes y la romántica sutileza introspectiva.

Precisamente, casi diez años después de la aparición de Lolita, en el prólogo a la edición inglesa de Zashcita Luzhina, publicada en 1963 bajo el título de La Defensa, Nabokov comentaba este otro episodio de inspiración textual: «Comencé a escribirla en la primavera de 1929 en Le Boulou, un pequeño balneario de los Pirineos orientales en donde me hallaba cazando mariposas, y la terminé en Berlín ese mismo año. Recuerdo con especial nitidez una gran roca inclinada entre colinas cubiertas por encinas y acebos, donde tuve la primera inspiración del libro. Podría añadir alguna curiosa información adicional en el caso de que me lo tomara más en serio».

   



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