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Oriente 1

-Raúl Sicardi
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   Bangkok, primera parada de un largo viaje. No muy diferente a lo que cualquiera se puede esperar de una capital. Tráfico, sobrepoblación y un montón de irregularidades. Los tailandeses son muy simples y sumisos y te hacen sentir como el mismísimo Buda. Llevarse las manos, en posición de rezo, a la frente y al mismo tiempo inclinar la cabeza en ademán de agradecimiento es la bienvenida a un continente donde se comienza a sentir un desequilibrio entre el alma y el cuerpo.

   Cuatro días son suficientes para asquearte de cualquier gran ciudad, mas aún en presencia de dicho desequilibrio. Chiang Mai, al norte de Tailandia, por otro lado, es mas gratificante espiritualmente. Los templos budista en este pueblo son mucho mas humildes y, al adentrarse en las montañas, los lujos pasan a ser agua y techo. Los elefantes jugando en los ríos y utilizados como animales de carga son una imagen típica de este lugar. Un poco mas al norte, pegado a la frontera con Laos, te maravillas con las tribus de las mujeres de cuello largo. La impresión de saber que se podrían desnucar si se les quitase los anillos del cuello es escalofriante.

   Nepal, impactante, no sabía que esperar de Katmandú. En el aeropuerto todo muy común, al salir de éste comenzó la travesía de vuelta a un lugar llamado realidad. No pude entender al principio por qué a la gente le gustaba tanto este destino. Necesité de dos días para sentir la soltura de caminar en una ciudad sin sentido. Contrastante, mucha pobreza para ser tan popularmente turística. Gente de todos lados del mundo en su afán de encontrarse a sí mismo en una tierra que no le pertenece a la carne y, al mismo tiempo, tan resabida por el espíritu. ¡¡¡Namaste!!! un saludo-bendición que penetra el alma a través de una mirada que no le debe a nadie porque no tiene nada. Un lugar que, sin lugar a duda, hemos visitado anteriormente pero no sabíamos donde se ubicaba geográficamente. Un corte de pelo, un masaje y una limpieza de oídos por 30 rupias (US$1=74 rupias nepalíes) son letreros que abundan en las calles. Los chortens (palabra nepalí para los monumentos levantados en honor al buda y en donde se guardan las cenizas de los monjes mas importantes) y el olor a incienso son los ojos y el aura de la ciudad.

   Me gustaría darte imágenes pero mis palabras perderían sentido. Estas nunca representarían lo que ahí se vive y respira.

   Un viaje de 8 horas en un autobús de lujo (¡un San Ruperto es elegante!) para llegar al inicio de una caminata de 23 días. Gente sentada en sillas de extensión en el techo porque el olor a incienso dentro del autobús asfixiaba hasta las imágenes del buda pegadas en el parabrisa. Los gigantes que conforman los Himalayas fueron protagonistas de una de las mejores vistas a través de la ventana de cualquier transporte público. No tener cubiertos me dio la oportunidad de degustar con mis dedos Dhal Bhat (arroz con lentejas), plato típico nepalí que se convirtió en mi desayuno, almuerzo y cena en los venideros 23 días.


   

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