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    From: mariana
To: Orlando
Subject: Re: hummingbird


y luego, ¿qué hiciste?

¿por qué no me cuentas que dejaste volar al pajarito,
que no pudiste explicarle que no ibas a hacerle daño y
que sólo querias mirarlo por un rato, sin detenerlo;
que no pudiste explicarle que no querias domesticarlo
ni enseñarle a hablar?

¿por qué no me cuentas que el único placer que pudiste
darle al colibrí era susurrarle buen viaje y dejarlo
libre al cielo, sin la esperanza de verse otra vez,
pero con la promesa de saludarse, por si acaso?

(y que luego estabas pensando poquito preocupado si no
habrías herido las alas ni el corazón del pájaro
libre).

mariana

>From: Orlando
>To: Mariana
>Subject: hummingbird

> una vez un maravilloso azar me regalo el milagro de
> sostener un colibri cansado entre mis manos. se
> habia
> quedado atrapado en un pasillo y volaba junto a la
> pared y el techo, hasta que poco a poco, empezó a
> descender. lo sostuve entre mis manos y sentí el
> latir
> de su corazón, tan violento como el batir de sus
> alas. asi era mariana cuando lloraba. un colibrí
> cansado de aletear a quien el corazón se le quería
> salir del pecho.
>
> O.

   




2 TEDIOS 2

    Ya cortados algunos hilos, desmadejado cierto barroquismo oprimiente, y el fantasma no aparece. La usanza me clavó a un colchón que bebe de mi yacer absorto, y cuanto más chupa de mi inercia, más me complace en su respaldo falseado, más me extasía en un monótono viaje sin fin por un tubo de ensayo. Los brujos horizontes recrean, para el remoto espectador, callejas despintadas por el olor de las colillas, luces de neón metidas en hojas de gillette, ahogándose en su escapismo hacia dentro, desesperadas por alejarse del sol para siempre. Verdores mezquinos babean por paredes derrotadas, atisban con frialdad los puercos tipos libro, deshojados de la A a la Z, que aún meriendan en sus temblores la certeza adolida de la entrega.







    Bajo un tocado de misoginia especulada y crudo glamour de ultrasucio y calmo, entre pelos de bolas, pubianos recordatorios de eyaculaciones privadas, muertas en el aire . La luz neónica no llega, y cuando lo hace, no llena ni un cuarto del desarraigo, más pisotea la llaneza de su magra escafandra de ultramuros, la ignota belleza que por abusiva de pretensiones, no le llega ni en el menos recabado de los estragos , paridos por abanicos de alusión poseída. El jugo prepago en su podredumbre se adelanta en indescritas piedras de letargo, va reptando en prisas húmeras, va en lo hueco tu escancia tu relámpago de cuchillas prístinas de hígados casi no muertos, al borde de reglar la anudada ronca cifra de exime mapas, de cobradores abusados por sus resquicios, los adobadores en las fintas cercas de recién volado quizás.

    No le costó crear una cita barroca de posibilidades y contratiempos, ahí, mirando en la vidriera la silueta de bailarina de una muchacha imaginativa y agria de esclavas no salvadas, de cruces de impiedad renuente, para uno mismo, para el sumo credor implícito del derrotar rutinado, en la flexión forzada por pies embutidos en lonchas verdes, sucumbando el arrogue de niños, niños del mundo negado. Las bandadas rosas de misiles sanguinolentos derrumbaban el huir turbio de su enfoque al romper en dos su cremar. Vuelo rondaz de elegante, no engrisa velos, paredones, transparenta la vibra sonda, el muelle sagaz que se tapona verdores para no perecer en las extravagantes exposiciones de la muela.

    Remera de Sumo, zapatos gastados, faso apagado dentro de una lapicera, la boca con el sabor a mierda de la resaca, mira el afuera nublado, un perro engrasado y hediondo a perro, muy lejos las minas, se hundió en un colchón absurdo, de vicios estrujados, de drogas abusadas como siempre sin un porqué aparente. La calle es siempre la calle vacía, la cruzan pieles fantasmas, rostros volatilizados donde las fauces cariadas son lo mucho que dejaron los vestigios del otro templo, el templo febril que deambuló por los callejones de las torceduras circunvaladas, ríos espectrales y significados en su humosa espuma. El parlante oído fiel al siniestro se tapona, se despeña de lo tórrido del canal más invisitado, donde los olvidos son abultamiento de nimiedades que se creyeron eternas en su triste independencia, en su libertad suicidada, rescatada por la voz vulva del amargor de planicie, salino, arenoso, mezcla de las sustancias inclinadas de congoja, trozos de ropas madrugales.

-Fernando Barrera
<[email protected]>

 




 

Mariposa del Polo

    Si al amanecer lográras ver la luz que encoge tus pupilas, no tendría ahora que llorar tu ausencia.

    De pronto en el ocaso los cartuchos negros dormiran en tu cuerpo, más yo permaneceré de pie junto a tus rodillas, juraré al cielo que la lluvia no me hará frío, porque estando al lado de tu materia innerte, todo es abrigo.

    No llenarás nunca más mis dudas, ni cerraras de nuevo mi grito de angustía, solamente volarás soñando y yo trataré de seguirte el paso.

-Vanessa Guerrero Jimenez
<[email protected]>





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