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Los laberintos del olvido

- A los muertos y desaparecidos del 27 y 28 de Febrero de 1989, a sus padres y familiares que aún los buscan.
- A los cielos y playas de Venezuela. Al amor.



Estrellas. (Proyecto: Los círculos infinitos del amor).

Mederos, Crisanto. 37 años. Pintor. Encontrado sin vida
Ramos, Yurima Milagros. 20 años. Estudiante. Encontrada sin vida
Reyes Gómez, Sabas. 46 años. Chofer. Desaparecido
Bolivar, Boris Eduardo. 22 años. Comerciante. Desaparecido
Freites, Julio César. 17 años. Estudiante. Desaparecido
Blanco, Jesús Calixto. 54 años. Mensajero. Desaparecido
Aguilera, Miguel. 23 años. Comerciante. Encontrado sin vida
Castellano, Armando Antonio. 29 años. Obrero. Encontrado sin vida





Desde el abismo te llamo. (Los desaparecidos del 89).

De ángel o demonio son los pecadores cielos del adiós. Dice; como una mancha quedaron las queridas flores de La Peste y lágrima final. En un nomeolvides la cal borró a los N.I. como pescados muertos dentro de un calidoscopio violento. Desde las fotografías de parques abandonados y miradas perdidas vino la lluvia y el viento a borrar el valle. Te logré ver en la penumbra antes de irte. Dónde estás?.





Grafía de las mariposas. (Proyecto: El ángel es una gota de espanto).
  • Queridos desiertos de Caracas. El ángel no me llamó y estoy vestida para matar.
  • La bendición, que nunca me dieron, corrompe el atardecer.
  • En las tardes sin límites. Donde el límite soy yo detrás de las palmeras del miedo.
  • También soy el olvido, el lenguaje inarticulado de las gaviotas, sobre la playa, que nos devora en silencio.
  • Es cosa de muertos, digo; mientras me preparo para el último acto de seducción.
  • Mientras las olvidadas trinitarias reflejan la velocidad de los motorizados en las autopistas de la perdición, los criminales juegan a rebelarse y se pierden a si mismos detrás de los cinematógrafos, en donde fluctúan las pesadillas del olvido.
  • Ves, yo también soy una mancha Cristo, digo; mientras grabo un carnero en mi piel como registro de los crímenes cometidos a la orilla del mar.
  • Música de hormigas y maniquíes en las viejas canciones. Un día estuvimos todos juntos como aquel verano infinito en el río. Esa manera de nadar y los árboles que nos dan sombra durante las largas tardes de la niñez.
  • Mirando el cielo, la noche me revela la muerte.
  • Con unos audífonos pegados a los oídos oigo sonidos que tienen un ruido constante (pip, pip, pip, pip.........).
  • Una colección de abejas muertas clavadas a la pared y mi rostro está quemado por los vientos de Dios.
  • El vuelo de una mariposa es parte de la luz que se va entre las plegarias del vértigo de las flores.
  • Los desaparecidos del 89 y todo se reduce a la imagen de una casa cerrada como hecho que documenta el crimen no-conciente.
  • Quién soy yo, Cristo?. Mientras mojo entera. Cueros y electricidad.





La amante de las trinitarias. (Hipertexto final & Naufragio) *

Te nombro y sé que te amo. Lluvias y recuerdos para Eduardo, el muerto. Los nomeolvides dichos en un parque de trinitarias suben a los cielos ardientes. Dice; estiro mi mano, pero no te reconozco. No hubo correos, sólo viento y desencuentros. Mientras, la vida nos devuelve el canto de los pájaros contra la tarde. No hay interrogantes. Sólo dime; dónde estás?.



* El título nos remite a la grafía y a los bosquejos que dibujaron las mariposas que nacieron de una mirada de amor. De este hecho tan singular ha nacido la filatelia de los cielos y los pensamientos, que lejos del laberinto, vuelan en múltiples direcciones. Oídos./gotas de agua./todo un océano./amor.



-Marcelo Seguel Bon
<[email protected]>

   




Es la una y veintiséis minutos de la madrugada del viernes 11 de abril, año 2003.

Coloco mi mano derecha, cual sabiondo, sobre la izquierda.

En Globovisión, grado 33 asegura que "izquierdistas de toda ralea están en Venezuela". Yo busco los sinónimos de la palabra en Word, por flojera de buscar en el diccionario gordo a mi espalda. En el canal 8, repiten a Elías Jaua.

Hace un año, me faltaba poquito para estar en Miraflores.

Hoy fue un día normal, duro, de trabajo. Duro en el sentido que les apetezca. Chávez en primer plano (qué ladilla relacionar la frase con Marcel Granar), le dice a la periodista que la quiere y le besa el cachete derecho. Yo, desnudo frente al monitor, me pongo las manos en la cabeza. Qué bueno recordar que eso es malo, según mi mamá.

Por supuesto, ayer era jueves. Y los jueves, yo me reunía con un grupo, un grupito. Teníamos hasta nombre. O mejor dicho, tienen nombre, pero ya no formo parte. Aunque eso no importa ahora.

O dejará de importar más tarde.

Mi amigo, a quien le debo, me sugiere escribir. En realidad, sugiere que escriban quienes estaban de un lado, el once de abril del año pasado. Mi amigo sigue en el grupo, y eso, de verdad no importa ahora.

En la licorería, hace como "six hours ago", el vendedor recomendó coconís. Media botella fue suficiente para el dolorcito de cabeza que me ladilla ahorita. Ni siquiera ladra un perro. Arrugo la existencia, medito sin estirar los huesos (¿puedo hacer eso?) y pasa una moto. Me robaron una, en octubre, a punta de pistola.

Pero quiero complacer a mi amigo, quiero complacer y justificar mi existencia, quiero tener otro hijo, quiero cargar el revólver, quiero que me mamen el güevo.

El once de Abril del año pasado, sentí orgullo cuando una mujer desconocida agarró mi rostro y lo marcó con lápiz labial. Vi blandir machetes, palos, cuchillos. Yo agarré peñonas. El coño de la madre, no iban a pasar, no íbamos a dejar que pasaran. Tal vez era la estupidez más arrogante, esparcida en Miraflores. Delante de mí, la guardia nacional. Estaba en primera fila, si contamos a los militares como neutrales. En el fondo, les agradezco que impidieran la coñaza. En el fondo no; lo agradezco sin ocultar el culillo. No quiero calcular las posibilidades que tuve de sucumbir. Una maldita bala mató o hirió a alguno cerca de mí. Y todavía hay una cuerda de pajuos que se sienten héroes por haber estado frente a Miraflores, dispuestos a caerse a coñazo "limpio" con nosotros para sacar al tirano de allí, en nombre de la libertad. Luego, agarro fuerte mis guarataras y cruzo miradas con el pana del machete, a mi lado. Cagados, resteados. La superioridad numérica era evidente, la certeza de la victoria suficiente para mi.

Ahorita, de seguro algunas bombas caen sobre Bagdad. Una ciudad que desconozco, con varios millones de habitantes muy parecidos a los de esta ciudad. He visto como golpean el rostro inerme de Hussein con la suela de una sandalia, he oído a Ramonet explicar los motivos de la guerra. Alguna vez, en período de campo, lancé granadas de mano y de fusil. El sonido es coño de madre. Lo coño de madre, día tras día, jode la existencia También jode la tolerancia, y temo por mi cuando alguna vez me cruce con Orlando Urdaneta.

Mientras, practico con mis amigos. Cuento los carteles "prohibido hablar de política y pedir fiao".

Me recuesto de la pared, de cualquiera. Reflexiono, debo dormir un poco. Estuve frente a las puertas del estacionamiento de la embajada norteamericana. Los apunté con las luces de la camioneta, me acerqué hasta el cono. El vidrio es de seguridad, y detrás de el los guardias apagaron la luz. Mi novia estuvo a punto de llorar. Coconís. Me tragué el grito.

Volveré.

-Gustavo Mérida.
<[email protected]>
11 de Abril de 2003

 




  Que no me convoquen a una marcha en contra de la guerra de Irak. No es que esté de acuerdo con la guerra, no es que no me importe pero en este momento la guerra está en mi patio, en mi calle. Basta levantarme en las mañanas y leer la prensa, basta salir y caminar apenas una cuadra y ver con mis propios ojos la miseria y tratar de que no me afecte cuando tantas personas de mi propio pueblo invocan por una limosna.

Que no me convoquen a una marcha cuando tengo que ir volteando para todos los lados para ver si no me sigue nadie cuando salgo del banco. Cuando vivimos en un auto impuesto toque de queda y tengo que decirle a mis hijos. “por favor regresen antes de las nueve de la noche”.

Que no me convoquen a una marcha cuando me laceran mi derecho a protestar diciéndome hasta donde tengo que llegar.

No lo hagan mientras veo personas llorando porque le mataron a su hijo sólo por estar en el lugar incorrecto a la hora equivocada.

No se les ocurra hacerlo mientras veo como lo que se ha comprado con esfuerzo y honradez se lo lleva un ladrón a quien protegen más que a los decentes,

Y mucho menos lo hagan cuando los que ostentan el poder ni siquiera cumplen lo que tanto prometieron que iban a hacer.

-Beatriz C. Calcaño
<[email protected]>