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Top-5 cuentos que he leído

Top-5: s. Lista arbitraria, extremadamente personal, hecha por un colaborador de Panfleto Negro.



1. De lo que aconteció a un deán de Santiago con don Illán, gran maestro que moraba en Toledo de Juan Manuel

2. El milagro secreto de J.L.Borges

3. Una flor amarilla de Julio Cortázar

4. El malvado de Charles Bukowski

5. Un delirio populista de J.I. Cabrujas

Bonus tracks: Invasiones de Manuel Llorens y Sultans of swing de Dire Straits

En ese orden. El primero, creo que es el mejor por la sencillez y la efectividad. Habría que tomar en cuenta que lei una version traducida por J.L.Borges que en mayor o menor grado le habrá restado antiguedad al texto. Cumple además perfectamente la tarea de disparar emociones que me parece central en una historia corta. El segundo, por la manera de ocultar la sorpresa y por el estilo borgiano de hacernos siempre dudar si lo que cuenta es una ficción. El final es perfecto. El tercero, porque jamás me había obsesionado tanto con una idea como esa demostración de la inmortalidad y ese concepto fabuloso del avatar. El cuarto esta en la lista porque apenas lo lei me dije que asi era como yo quería escribir, guardando las distancias. La quintaescencia del cuento ganador por knockout. Y el último es una ficción jocosa construída por Cabrujas sobre lo que podia pasar por la cabeza de un político en escencia populista como CAP, ante la aplicación de las descarnadas medidas neoliberales. La manera de hacer crónica, ensayo y cuentística en un solo pedazo de texto cambió mi modo de ver el rol del escritor de cualquier artículo periodístico.

Agregaría a la lista un cuento inédito titulado Invasiones de Manuel Llorens, colaborador de esta revista, por la jocosa manera de estudiar el proceso obsesivo de crear un personaje y Sultans of Swing de Dire Straits porque además de ser un temazo, es un cuento arrechísimo.


Los gustos, las sorpresas literarias son continentes que se desplazan con lenta e infatigable calma. En otros tiempos, esta lista habría estado compuesta por La isla al mediodía de Julio Cortázar, El jardín de los senderos que se bifurcan, de Borges, Los barrios bajos de Fumiko Hayashi, Donde su fuego nunca se apaga, de May Sinclair, algún relato de Poe, Kipling, Maupassant o Chejov; en fin, un largo etcétera que duele ignorar, pues el tenue hilo del péndulo de las predilecciones es arbitrario, torpe y esquemático. Aún así lo hago y termino por garabatear a toda prisa esta selección cuyo único criterio está soportado en la admiración, la envidia, el gusto de releerlos en épocas recientes:

1. El rastro de tu sangre en la nieve. Gabriel García Márquez, por ser el único cuento que me ha hecho llorar con la desolación de quien pierde a la mujer amada.

2. Juego de las decapitaciones. José Lezama Lima, por la belleza con la que se describe una trama que es, también, un ciclo eterno, esta vez entre la nieve y el vuelo de los faisanes del mago Wang-Lu.

3. Figuras en el lienzo. Francisco López Sacha. Tal vez su único buen cuento. Todavía me persigue la imagen del teatro, la noche del estreno de Garín, las bujías de gas reflejándose en los cristales de los lentes de Emile Zolá.

4. Batir de alas (Udar Krïla, en su versión original rusa; Wingstroke, y luego Wingbeat en sus posteriores ediciones inglesas). Vladimir Nabokov. Un disparo, una voltereta este cuento.

5. Aventuras de un poeta. Italo Calvino. Después de leerlo, se conserva aún vívida la imagen de la playa, la figura de la mujer desnuda entre un mar verde-azul, el párrafo final que también es un grito.






Sobre la selección: está basada más que en cualquier otro criterio en uno impresionista, de manera literal, estos relatos, cuando los leí la primera vez, realmente impactaron en mi sensibilidad y creo que los recuerdo mucho cuando escribo o reviso textos propios o de los talleristas:

1. Hills like white elephants de Ernest Hemingway

2. Dochera de Edmundo Paz Soldán

3. El sur de Jorge Luis Borges

4. Hablando en serio de Sergio Jablón

5. Una pregunta, ¿no puede haber empate técnico?
Porque dependería, podría poner:

  • El príncipe feliz de Oscar Wilde
  • Casa tomada de Julio Cortázar
  • El río de Julio Cortázar
  • The killers de Ernest Hemingway
  • El rastro de tu sangre en la nieve de Gabriel García Márquez


Top 5 cuentos.

1. La fauna de los espejos. Borges.

2. Los favoritos de Midas. Jack London.

3. Los nueve billones de nombres de Dios. Arthur C. Clarke

4. El Capote. Gogol.

5. El pobre novio de Aurelia. Mark Twain.






5. El Diente Roto, Pedro Emilio Coll: La primera y mejor justificación de la introspección que he leído. Me conecto de inmediato con su visión satírica y sarcástica de la política, vista como un estilo de vida. A los 12 años entendí con este cuento que callando también se llega a algún lado.

4. Instrucciones – Ejemplos sobre la forma de tener miedo, Julio Cortázar: El terror de lo cotidiano que ni Stephen King con 30 libros ha alcanzado. Siete formas de atormentarse, resumidas magistralmente en una sola página.

3. El rastro de tu sangre en la nieve, Gabriel García Márquez: Me casaré, será una mujer hermosa como la Nena Daconte. Yo me habré desvivido para convencerla de que se case y una vez mía, me pasará algo similar. Obviamente, nunca podré narrar la historia con esa maestría, nunca me fijaré en esos detalles y no tendré una primera línea tan contundente como la del Gabo.

2. Los Cachorros, Mario Vargas Llosa: En mi colegio también había perros. Le doy gracias a Félix Rodríguez, que nos puso a leer este cuento justo en el momento indicado. Me ayudó a descubrir algunas herramientas para solventar la adolescencia, que hay historias para hombres que las mujeres no entienden y que los cuentos también sirven para documentar una época.

1. La mano junto al muro, Guillermo Meneses: Por moderno, por narrar explícitamente como si fuese un Oroboros, por “No no no, cuidado, aquí aquí, adiós adiós, te quiero más que a mi vida, bullshit”. Si la narración fuese una sonda espacial, cada una de estas frases serían planetas que potencian su desplazamiento.


TOP 5. El Cohete. Ray Bradbury.
En una de esas largas caminata de adolescente con tiempo de sobra, frenillos de escudo y acné alborotado, me metí en una librería mínima que quedaba en el Centro Obelisco y tomé El Hombre Ilustrado de Bradbury. El dueño de la tienda era un argentino que me contó que había sido alumno de Borges, y le había escuchado decir una vez que Bradbury escribía con naturalidad, “como se deja crecer el césped”. Aquello me pareció casi una confidencia y, a esa edad en la que nadie te toma en serio, escuchar una recomendación de un emisario del mismísimo Borges me pareció toda una revelación. El primer cuento que leí fue El Cohete y al terminar realmente sentí algo de verdor a mi alrededor.

TOP 4. Nuestro Primer Cigarro. Horacio Quiroga.
A medida que uno lee “Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte” entra el desasosiego en el cuerpo y no puedes quitarte de la cabeza la idea de esa selva ponzoñosa que exacerba la demencia. De pronto aparece este cuento, en el que el ambiente en vez de ser un enemigo, es el cómplice de un niño, y te saca una sonrisa.

TOP 3. Hay Tigres. Stephen King.
Hablando claro: a mí no me gustaba el colegio. En momentos delirantes soñaba con bombas que caían sobre él y lo volaban en pedazos junto a unos cuantos detestados compañeros y profesores. Stephen King materializó mi fantasía con colmillos en vez de pólvora.

TOP 2. Sinfonía Concluida. Augusto Monterroso.
Que exista una “Sinfonía Inconclusa” de Schubert parece la idea de algún creativo publicitario. Nadie se limita a escucharla, todos se hacen la pregunta de cómo hubiera sido completa, o la más intrigante: “¿Y si estuviera en algún lugar?” Monterroso cerró la historia con un desenlace que me gusta más que cualquier otra cosa que pudiera haber pasado con esa pieza musical. Después de una primera lectura me puse a hurgar entre los viejos discos de mi casa, puse a Schubert y me despedí finalmente de las suposiciones. Augusto había concluido la sinfonía.

TOP 1. La Aventura de un Matrimonio. Italo Calvino.
Abundan las definiciones pasionales del amor. Escribir sobre las primeras sensaciones de una relación cuando la piel está sensible sale natural y para la mayoría de los escritores es una cantera de inspiraciones y efectos. Sin embargo sólo los escritores maduros se atreven a tallar la visión más íntima de una relación: la que se establece con la cotidianidad y se hace con pequeños detalles, sin grandes pasiones, sin bellas palabras, sólo con gestos que para la mayoría pasan desapercibidos, pero que significan la vida para dos personas. El fluido en el que se mueve este cuento es deliciosamente leve, pero de una contundencia que te hace cerrar el libro y mirar al vacío cegado por las imágenes.


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