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Rock o' clock

   La banda arranca con el pesado blues All in a day’s work. El tema que abre el Shootenanny de Eels se extiende por minutos y minutos sin que nada más pase en el escenario. Uno puede detallar qué tan calvo es el guitarrista, que en el bajo esta Kool G Murder y que en la batería no esta Butch. Y que no hay más nadie, que sólo parece faltar Mark Everett, a.k.a E. Cuando empieza a sonar la harmónica, podemos detallar que ninguno de los tres la está tocando, así que todos empezamos a buscar. Spotlights pa´ todos lados. El blues continúa, o no termina de arrancar. Kran … kran ... krankrankrankran... kran ... kran ... krankran ... kran y vuelta a empezar. E toca la harmónica, ¿pero dónde?

   Mark Everret entra por una salida de emergencia y atraviesa a unas tres mil personas para llegar al podio. Una vez arriba, parece un policía, por los lentes Chip´s-patrulla-motorizada y el transmisor que usa para llevar la harmónica a la cónsola. Eels finalmente ocupa el escenario.

   Despues de un montón de discos más bien calmados (Beautiful freak, Daisies, electroshock blues más los que se me escapen), en 2001 Eels sorprende con el esencial Souljacker, un disco que se escapa del currículum y más bien se alinea con el statement de E “I like to rock”. Ahora, los discos buenos corren el riesgo de ser el mejor disco de tu carrera. Eso no es malo. Lo malo es no detenerse. Le pasó a Metallica con Justice for all, a Soda con Dynamo y sospecho que a Eels con Souljacker, pues Shootenanny no le llega ni lejos. Sin embargo, este nuevo trabajo, se apega al menos en lo enérgico al camino iniciado con Souljacker.

   Así mismo el concierto continúa con rock and roll y versiones rockanroleadas de temas más calmados. Jamás pensé oir Packing blankets o My beloved monster tan acelerados. E elige temas de todos sus discos sin orden aparente y utlizando los mismos acordes para todo. Parece un concierto de los Ramones.

   “We’ve just arrived now. I don’t know what time it is now in California. I think noon or something like that. But here in Brussels, it is, let me check, ROCK o’ CLOCK.” Arranca de inmediato Souljacker part I, que para algunos de los que lo han oído representa la quintaesencia del rock. Entonces se calma un poco la cosa.

   E es “conocido” por ser bastante Steppenwolf. Souljacker era atípico incluso en el sentido de parecer un disco muy alegre y colectivo para lo acostumbrado por Everett, pero en Shootenanny vuelve un poco de la melancolía y la individualidad de los trabajos previos. Parece un disco de despecho, de ausencias. Ausencia de pareja, quizás, ausencia del John Parish que indudablemente influenció el aspecto final de Souljacker, y ahora, en vivo, ausencia de Butch en la batería (y las maracas). Así, suaviza un poco Rock hard times, desempolva Beautiful freak y durante Love of the loveless se instala a conversar con el público: “Some people come to me and tell me: Mr. E … Mr. E … you look very sad … well I am not feeling sad right now … you are a beautiful audience, and I thank you for that … and I would like you to do something nice for yourselves … tonight, on the way home. Or tomorrow, just don’t forget it … for some it is a sweater you’ve long desired, for some it is a banana split … it is different for everyone, but do something nice for yourselves, you deserve it”. No en vano sigue siendo el “padrino de las babyfreaks con el corazón roto”.

   El paseo por la discografía continúa con las luces tan pobres. En el segundo de los cuatro encores retoma el primer tema, pero ahora incluye la voz, además de la harmónica. En el cuarto, con las luces encendidas y una audiencia enardecida, cuando ya algunos empiezan a salir, ellos tocan algo más de rock y hasta un cover que tengo desde ese dia en la cabeza, y tarareo a cada rato pero que aun nadie me ha sabido decir de quien es.

   Las respuestas que he obtenido son tan variopintas como las facetas del grupo que genera la pregunta. Como las facetas de un Everett que va del rock plano, sin artificios, a cualquier otro género sin pestañear, y que, según una entrevista previa al concierto, la única diferencia que ve entre hacer un disco de Eels y su participación en el soundtrack de Levity (Thornton / Freeman, para más señas), es que ya no puede ser el jefe.


-O. 31082003
<[email protected]>


P.S: you rock my world.

   
 



El dato del mes

   No todas las canciones de jazz son sobre amor-desamor, lugares donde se puede ser libre y estaciones del año; tampoco todas son serias. Una canción que bromea, un sarcasmo que juguetea en los audífonos, con la voz correcta, es un arma letal. Quien canta una canción así, está seguro de su poder, sabe que domina.

   En estos días me encontré con Is that all there is?, de Peggy Lee. Mitad declamada, mitad cantada, refleja la quintaesencia espiritual de la jazz diva: la soledad de Ella, esa languidez de Lady Day o Nina Simone y el sarcasmo escéptico de la Vaughan. El arreglo es genial: los metales y la sección rítmica generan tensión en el momento correcto y cambian ligeramente para reflejar los cuatro episodios de desengaño que narra la canción.

   Más allá de los aspectos técnicos, Is that all there is? es perfecta para los momentos de desencuentro. Nos recuerda explícitamente con humor que cuando se ha perdido toda esperanza, la indiferencia aparece como una solución.

-Daniel Pratt
<[email protected]
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