Artigrafía


-Mat Sigüi
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Estética de la Artigrafía

La artigrafía es un proyecto estético. Un postulado de creación.




Si el arte concibe mil formas diferentes de expresión, si las percepciones de la concepción artística no son únicas, la artigrafía no es elemento transgresor, sino renovador de la estética del arte.




Mil veces la sombra y la frialdad construyen su nombre y emborronan la historia del arte, mil veces las modas amparan postulados mezquinos que nada constituyen, mil veces el designio del arte se ve sometido a las dictaduras y a la voz del poder.





Sólo la voz auténtica prevalece entre las musas, lo genuino tiene soporte de ingenuidad a veces, lo grandioso tiene esencia de cotidianidad mil veces, la verdad no se construye con dinero solamente, es el sacrificio y la investigación quien otorga los parabienes de las musas.

La artigrafía nace ante la visión de mil mezquinos rasguidos en lienzos, ante la esperpéntica voz de mil brochazos sin forma, ante la duda en la realidad de la verdad artística, ante el paso de ingentes cantidades de dinero derivadas a espacios mediocres.





La artigrafía no pretende rasgar vestiduras ni vestir santos, ni busca seguidores ni acólitos, es un canto personal que no quiere herederos, ni modas, ni refugios de personajes célebres.

La artigrafía es sólo reflexión y sudor, entretenimiento e inspiración, y es investigación en la soledad. Sólo por divertimento y por una búsqueda de otro camino, por experimentación en la misma experimentación, por el placer de conocer y buscar, por la necesidad de encontrar, nace la artigrafía. Y no tiene necesidad de que nadie la entienda o la comparta, la busque o la secunde pues en si misma ya ha triunfado.





   








La Ilusión Artigráfica


En el proceso creativo artigráfico se funden la causalidad y la casualidad, causalidad como referente de una inquietud que es sustrato emergente de anhelos y proyecciones internas, casualidad como instinto derivado de la magia del arte, entorno de difícil y rara sujeción al ser exponente de circunstanciales ofrendas de las musas.



Nada en el arte es causal totalmente, ni es casual totalmente, la mezcla de imaginación y técnica, la lucha de la idea y la realización de la idea entre el soporte y la técnica a emplear contra la ingenua y fresca idealidad de la imagen interna.



Y la obra nace entre convicciones y circunstanciales retos del destino, y es autónoma a veces, y crece sola entre la mirada y la ejecución anodina del autor. Porque la imaginación y la ilusión toman las riendas de la obra y el autor, a veces, es sólo un transmisor del torrente autónomo que genera la obra en si misma.