El nocturno entretenimiento anarquista

Me gusta creer, no sé si así ocurrió, que Die anarchistische abendunterhaltung, también conocidos como DAAU para resumir, fue en algun momento uno de esos grupos de muchachos de pelo largo, desaliñados, que ensayan impromptus en las calles empedradas de Brujas o Edimburgo. Al menos es esa la impresión que dan cuando improvisan la introducción a las casi dos horas de nocturno entretenimiento anarquista.

La agrupación nació en 1992 de la mano de Roel Van Camp en el acordeón, Han Stubbe en el clarinete, Simon Lenski en el cello y Buni Lenski en el violín, quienes se reunían en jams de horas ociosas a interpretar temas en esencia académicos que alternaban entre guiños a Vivaldi y a los Beatles. En 1997 aparece una grabación de la gira de 1996 que contiene varias partes de la pieza Drieslagstelsel. El siguiente año, para su disco We need new animals, incorporan batería y teclado, manipulados por Jason Lewis y Phil Evans respectivamente. Evans colabora en la producción del larga duración y además los influye en la exploración de nuevos ritmos, como el reggae o el flamenco.

Había oído hablar algo de ellos y ya en un par de festivales había dejado de verlos por haber otra cosa más llamativa. Además, según lo que pensaba del grupo, no es el tipo de música que oiría en un festival. Pero recientemente anunciaron una gira corta por teatros de unas mil personas y me pareció que podía ver ambas cosas: un importante teatro flamenco y un toque de DAAU en un ambiente acorde con el grupo.

El Bourlaschouwburg es una sala impresionante. Desde el centro del cuarto balcón, rodeado de estudiantes por ser la única sección a precio reducido, me hizo falta que Tatjana cariñosamente me explicara los capiteles, el marco del escenario y la circunferencia decorada del techo. A juzgar por los rostros curiosos, las franelas y los dreds rubios, al menos no era el único newcomer de una sala quizás acostumbrada a galas de teatro y trajes de firma. Roland no paraba de recriminarse no haber traído un ojo de pez para tomar unas fotos alucinantes del terciopelo rojo de las sillas. Para evitar inconvenientes, le sugerí que guardara la cámara bajo el asiento, pero apenas empezaron a bajar las luces del tercer balcón, las únicas evidentes, dando protagonismo a los agudos violines que desde el fondo contribuían a la sublime atmósfera, la sacó y empezó a medir la luz. La gente se debe haber reído mucho de ese par de tontos, el que busca un cachito de luz para escribir y el que casi no ve el concierto sino con el ojo derecho y a través del lente.

Una luz azul rey ilumina una pantalla al fondo y convierte los instrumentos en sombras hasta que entran los cuatro músicos originales de la banda. Improvisan una introducción que se va acelerando mientras las luces se acercan al rojo. Simon Lenski, en el cello, descarga agitando la cabeza mientras frota las cuerdas para terminar el intro con la parte VI de Drieslagstelsel. Con los aplausos entran a escena el baterista y el tecladista y mientras un pizzicato de cello y violín dirige la música, el soplido del clarinete marca la entrada de 4 potentísimos reflectores que desde las esquinas dramatizan la descarga. Ya al cuarto tema, desde lo tan alto, se distinguen las hebras de hilo que se desprenden del arco del violín. Un tema que el clarinete hace sonar a desierto y medio oriente coloca un sol rojo en la pantalla, al fondo. Dejan colar un verso de Carmen que el teclado sostiene mientras los demás aceleran variaciones hasta el paroxismo.

Una voz presenta el siguiente tema en neerlandés y en inglés. No pocos murmullos traducen al francés, lo que obliga, entre risas, a que el micrófono repita “Oui, oui, la prochaine chanson s'apelle Gin & Tonic”, para dar inicio al clímax del concierto. Las versiones que hacen de Gin & Tonic, Life Transmission (tema que da título a su más reciente disco) y Hot Shades se acercan decididamente al Drum n´ Bass con la presencia del bajo que proviene del sintetizador y la rapidez de la batería que da la impresión de una secuencia de fondo que no existe. Hot Shades se interrumpe un par de veces por un chá chá chá disimulado. El violinista se transmuta entonces en cantaor para cerrar a la española, pero los aplausos obligan un encore de dos temas fuera de programa.

Los músicos se despiden, las luces finalmente entran y entre aplausos dispersos y emocionados, se repite con silbidos el tema de cierre, una versión en la que clarinete y violín se disputan el protagonismo del Paint it black de los stones.

Antes de salir de la sala, me acerco al parterre a robar el playlist que yace al pie del cello abandonado mientras Roland me confiesa que cree que sus fotos son una burla. “Sin llorar”, le digo justo antes de que nos digan que están cerrando el teatro.

Datos biográficos obtenidos en www.daau.com
Foto del concierto y pobre traducción neerlandés – español de los datos biográficos por Roland Devereaux.


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Endo Ritsuco with Jazz Funky Ritsuco Version!

Los occidentales tenemos, en líneas generales, una visión estereotipada de Japón. La asociamos al guerrero, al samurai, ese personaje de la historia japonesa que alimentamos en las salas de cine o televisión, viendo películas como Shogun o Kagemusha de Akira Kurosawa; la geisha delicada y servicial; a los templos, que relacionamos con una religiosidad lejana, extraña; al budismo Zen; y a lo sumo al bonsai, o al ikebana, arreglo floral nipón. En los últimos veinte años la culinaria japonesa también se ha extendido a lo argo del planeta y empieza a ser algo popularmente conocido.

Además de éste Japón milenario y casi mítico que llevamos dentro, el Japón contemporáneo, el Japón urbano, es un lugar que parece estar en constante ebullición, altamente tecnológico y dinámico. Tal es la imagen que nos deja Tokio-ga, un film documental del director alemán Win Wenders. Un Japón que se va alejando de las tradiciones. Sin embargo, no estoy segura que esto sea del todo cierto. Pienso en una artista como Mariko Mori (1967), en cuya obra se fusionan la ciencia-ficción con las tradiciones del Japón, una suerte de misticismo postmoderno.

Japón, a través de su historia ha sido al mismo tiempo, y según las circunstancias, una sociedad cerrada a la influencia foránea y otras una sociedad abierta y permeable a las influencias culturales. El confucionismo, por ejemplo, que tanto ha regido su sociedad, viene de un pensador chino, al igual que su escritura. Asimilar ideas u otras manifestaciones culturales ha formado parte de su historia, pero dándole un matiz, una forma propias. Hay algo siempre intacto en su espíritu que se deja invadir pero no pierde su núcleo. Tal vez podríamos llamarlo “temperamento”. Y para mí está marcado por la búsqueda de la perfección.

En la Semana Cultural de Japón de Caracas, realizada una vez más en los espacios del Centro Cultural Corp Group tuve la oportunidad de ver y escuchar a la banda Endo Ritsuco with Jazz Funky Ritsuco Versión! Esta banda fusiona el jazz, el rock y los ritmos de la música popular Latinoamericana. En pocos conciertos de jazz latino he visto un público tan entusiasta y participativo. Gran parte del concierto se escucharon ritmos bailables, junto a algunas piezas más suaves, dos de ellas incluían sonoridades de la música tradicional japonesa. Así mismo la banda tocó “Venezuela”, de H. Herrero/Armenteros, invitando al público presente a cantar. Para finalizar Endo Ritsuco bajó a invitar al público a bailar la pieza final junto a los miembros de la banda. Un grupo de buenos músicos, que fueron haciendo animados solos a través del concierto, y abarcaban diversas edades y apariencias, pero todos parecían salidos de una película de mafia japonesa. Todos ofrecían en sus diversos temperamentos y actitudes algo muy genuinamente japonés, los más jóvenes con una apariencia más jovial y un tanto norteamericanizada, los de mayor edad más cerrados e inexpresivos. En varias oportunidades pudimos escuchar a la directora de la banda Endo Ritsuco hacernos algún comentario sobre la pieza a escucharse en un susurrante y cálido japonés, parcialmente traducido a posteriori.

La banda ha realizado diversos conciertos en vivo y han grabado numerosos discos compactos por 11 años consecutivos. Entre los conciertos realizados en Japón puden destacarse el "Budokan NTV Jazz-Aid", "Sesión NHK FM" de 1990 a 1998, "Yokohama Jazz Promenade" en 1998 y 1999, "Concierto Conmemorativo del 10° Aniversario del Ginza Yamaha Hall", "Festival de Jazz Internacional de Yamagata en Tendo"

Escuchar a la Endo Ritsuco with Jazz Funky Ritsuco Versión! Nos acerca a ese Japón contemporáneo abierto a nuevos ritmos y culturas, siempre perfeccionista en lo que asume, muy dinámico, pero que no pierde su temperamento, aún cuando en apariencia tome ropajes extraños o actitudes no propias.

 



 

Dato del mes

Me voy de poco imaginativo este mes y dejo solo un dato: hace unas noches prendí de madrugada la radio y sonaba una oda a la musica lasciva: Red right hand de Nick Cave and the bad seeds. Creo que desde Wicked Game ninguna canción me sonaba tan carnal como esta. Y bueno, si encuentran el Drieslagtelsel parte dos de los DAAU, la pegaron del techo.

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