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"Me decía, como siempre,
que si los dioses me querían,
reventaría delante de un vaso
de cerveza"

BOHUMIL HRABAL



Praga, Hrabal y Kafka

Historia y fotos: Bartolomé Adrover


Sé bien apreciar una tarde tranquila, sentado en una mesa con varios amigos, charlar de política o de las correrías del día anterior por esta, una ciudad deliciosamente bella, disfrutar del sabor de unas buenas cervezas en un ambiente caldeado por las sonrisas de los viejos conocidos.

Tal vez, fue por ello que elegí el mes de octubre para venir a Praga, el hormiguero humano de los meses anteriores parece haberse detenido en su mayor parte, el tiempo aún no ha refrescado lo suficiente como para decir que estamos en invierno, otra de las razones fueron las recomendaciones de mis amigos Checos...

¡Ahhhhh! Franta, ha terminado su cerveza, es la hora de pedir otra ronda.

Ellos, entre risas, me preguntan que es lo que he recorrido hoy.

Les contesto, que hoy he estado en isla Kampa, la pequeña islita, abrazada por el Certovka, un pequeño brazo del Vltava.

Veo cómo Alice, la amiga de Franta, coge a este de la mano y se cruzan sus miradas, fundiéndose cómo a lo lejos, en el horizonte, el firmamento se abraza al mar y sus labios se rozan en un enternecedor contacto.

Ahora, los que reimos, somos Miroslav y yo, le hacemos un guiño a la pareja. Posiblemente han recordado alguna romántica tarde en el parque de isla Kampa.

Pero, Miroslav y yo hemos quedado con Francin en El tigre de oro, para tomar unas cervezas y charlar un rato. Nos despedimos de Franta y Alice, que se quedan tristes, mirando como pagamos la cuenta y nos marchamos.

Tomamos Uvoz, cuesta abajo, hasta Nerudova, al llegar a la plaza Malostranske doblamos a la derecha y seguimos hasta el fondo de la plaza, para doblar a la izquierda por Mostecka y llegamos al puente de Carlos, el cual cruzamos bajo la atenta mirada de la estatuas. Una vez cruzado el puente, cogemos Karlova, doblamos la segunda a la derecha y en el segundo portal Miroslav casi tiene que empujarme para entrar.

Ya estamos en el tigre de oro, Francin está sentado en una de las mesas del fondo, frente a una cerveza, nos aproximamos, lo saludamos y nos sentamos junto a él y al rato el camarero se aproxima, dejándonos unas cervezas en la mesa y junto con ellas un papelito donde se irán anotando nuestras consumiciones.

Sí, amigo, venir Praga y mezclarse con sus gentes es beber cerveza, la tradición y el gusto por la cerveza es delirante. Fueron ellos quienes inventaron la pilsen. A mí, mis amigos en más de dos ocasiones me preguntaron por las mejores cervezas del mundo. Sí, se fabrica una cerveza suave, de muy agradable gusto al paladar, según los entendidos las mejores del mundo y para ellos, los Checos, sin ninguna duda lo son.

Francin, me señala el cuadro junto a la entrada: "Es Bohumil Hrabal" Me dice, uno de los astros de la literatura Checa, cliente asiduo de la cervecería y gran amante de Praga y por supuesto las tabernas y la cerveza...

En fin, debo partir. Mañana a primera hora sale mi tren rumbo a Bratislava.

Me despido de mis amigos, no los volveré a ver hasta el verano.

Al salir a la calle, envuelto de sombras comienzo a andar, el laberinto de calles y callejuelas me recuerdan la literatura de Kafka, al pasar por el puente de Carlos me detengo junto a un grupo de estatuas y me asomo al río. El rostro de Kafka parece dibujarse sobre las aguas y tatuar en su superficie aquellas palabras que escribió en cierta ocasión:

"Praga no nos soltará jamás,
tiene las garras
de una madre posesiva."






   

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