Sobre "Bartleby, El escribiente" de Herman Melville



1) Escribiente: copista, empleado, funcionario.

Bartleby es el apellido de un empleado promedio en una oficina de Wall Street, su trabajo no tiene mayores exigencias y tampoco mayores ambiciones. Su jefe es un individuo relativamente ambicioso, que busca la expansión de su compañía. Además de Bartleby, hay otros dos escribientes: uno funciona durante la mañana (por el mal humor que le acomete en las tardes) y el otro en las tardes (porque de mañana tiene problemas estomacales). Además, hay un office boy que sirve de apoyo administrativo y, como conoce los caprichos de los empleados, los cumple trayendo sus alimentos favoritos. Un verdadero freak show, en el cual los representantes de la gente normal parecen ser Bartleby y el jefe de la oficina y narrador de la historia.




2) Omisión: falta, negligencia, descuido, olvido.

Con Bartleby estamos frente a uno de los personajes entrañables de la literatura, tan famosamente asociado con Melville como su inmensa y alegórica ballena.

Si uno lee un resumen del libro podría concluir que, simplemente, se trata de un hombre que comienza una serie sistemática de omisiones que le cuestan la vida, sin embargo, esta idea no sólo sería incorrecta sino totalmente contrastante con la realidad del libro porque, como me recuerda mi diccionario de Ideas Afines (que desde hace cuatro ferias del libro de Caracas poseo), la omisión en su esencia está desligada de la voluntad.




3) Voluntad: afán, gana, anhelo, deseo, ansia, perseverancia.

Es diferente no hacer, inconscientemente, que dejar de hacer, decidir no hacer más. Y aquí comienza a quedarse el jefe de la oficina solo en el lado de los normales.

El señor Bartleby despierta un día cambiado, ante cualquier requerimiento responde: Preferiría no hacerlo.




4) Preferencia: predilección, parcialidad, inclinación, tendencia.

Siento una relación entre preferencia y placer, aún cortos de opciones siempre preferiremos la salida "menos mala".

Entonces, ¿por qué alguien encuentra preferencia en no hacer cosas, en no actuar? ¿No es la acción un signo inequívoco de vitalidad?

Si no es cuestión de incapacidad (Bartleby no es obligado a hacer nada fuera de su rutina, las cosas que "prefiere no hacer" son responder preguntas personales y cumplir su rutina de oficinista), de falta de recursos, de tiempo, ¿qué es?

No quiero entrar a un análisis profundo de una historia que ha sido objeto de miles de autopsias críticas pero igual tengo que preguntármelo y plantearme como una posible solución la desesperanza total, la certeza de que, aparte de la muerte, no hay premio ni castigo definitivo en la vida. O una misteriosa convicción. O simplemente decir que no es cuestión de nada sino de una reflexiva negativa a actuar.




5) Proceso: evolución, desarrollo.

Bartleby comienza a negarse a hacer pequeñas cosas pero rápidamente su negativa va permeando toda su vida. Se vive con el escribiente un proceso doloroso de desprendimiento de la existencia.

Se nos cuenta de la pobreza del empleado, tan precaria es su situación que vive secretamente en la oficina donde trabaja. Se nos describe su soledad. Comenzamos a comprender que su inacción es una posible salida aunque no entendemos del todo el padecimiento que sufre Bartleby. Con la piedad del jefe de la oficina, que intenta ayudarle, regresarlo al mundo de la acción nos embarcamos en un camino que nos es ajeno, tan acostumbrados como estamos a la sucesión de acciones.




6) Acción: actividad, movimiento, lucha.
Porque, desde que acaba nuestra excursión diaria por el sueño, vemos como consciente o inconscientemente, hacemos: abrir los ojos, levantarnos, ir al baño, desayunar, salir a trabajar, todo como si no hubiese alternativa.
Vemos en televisión documentales de religiosos en el Tíbet o cualquier otro lugar retirados en vidas de reflexión y nos maravillamos, secretamente ambicionamos esa atractiva paz, ese paréntesis de la actividad.
Mas siempre lo vemos lejano, tal vez porque no habíamos conocido a este hombre que lo intentó en Wall Street.




7) Presencia: comparecencia, asistencia, aparición.

Muchos libros hablan de cómo los niños, en medio de problemas conyugales de sus padres, somatizan el conflicto y desarrollan enfermedades; siempre en cada salón donde estudiamos había alguien que necesitaba a fuerza de chistes, vulgaridades, relatos de improbables hazañas (sexuales, automovilísticas o etílicas) resaltar; siempre se reflexiona acerca de la necesidad de elevar la calidad de nuestros desempeños y se nos promete la recompensa del reconocimiento.

Sin embargo, ¿no es el contraste una situación ideal para resaltar?

Tal vez en estos días donde todo el mundo hace sin demasiada reflexión e intenta que sus movimientos sean los más vistosos o ruidosos preferir no hacer es una alternativa creativa. Alguien terminará por notar inmovilidad.


   
     



¿Está de acuerdo con Jesús o no coinciden? Visite el foro de libros de Panfleto Negro haciéndo clic aquí