Nueve Reinas

Dir: Fabian Bielinsky. 2000

Nueve Reinas es un rompecabezas audiovisual tan enigmático como ingenioso. No parece la opera prima de un realizador joven, sino el canto del cisne de un cineasta maduro. La película conserva parentescos con la obra de Alfred Hitchock, y con la filmografía de uno de sus discípulos más aventajados, David Mamet.

Del cine del director de Psicosis, el film de Fabian Bielinsky rescata la formula del mac guffin para desatar el argumento. El mac guffin es un pretexto misterioso, alguna veces hermético, que tiene como objetivo desencadenar la intriga cinematográfica. En Nueve Reinas se trata de una imitación de una valiosa estampilla alemana, que dos embaucadores profesionales pretenden vender a un millonario filatelista, intentando efectuar la estafa de sus vidas. El devenir del relato ira haciéndose progresivamente más complejo, hasta convertirse en una pesadilla irónica y truculenta como aquellas que hicieron famoso al obeso autor de Vértigo.

Pese a las referencias Hitchotianas que encontramos en la opera prima de Fabian Bielinsky, Nueve Reinas parece aproximarse más al universo creativo de David Mamet, que a la imaginería del mago del suspenso. De hecho, el guión de esta película Argentina guarda incontables similitudes con la estructura dramática de los escritos de Mamet; sobre todo en el sentido de configurar la trama como un insólito complot, consagrado a aleccionar al prepotente personaje principal de la ficción.

   
   

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Mía para siempre

Dir: Paul Schrader. 2000

El autor de esta película cuenta con un curriculum infame. El señor nada más escribió dos de las mejores cien películas de la historia, Taxi Driver y Toro Salvaje. Al mismo tiempo, el hombre es apenas considerado uno de los más brillantes guionistas del cine norteamericano. ¿Todavía le falta mucho a este pobre muchacho, no? Además dicen por ahí que dirigió un film biográfico sobre un escritor Japonés que se llamaba Michina, o Michilena, o Minino, o Micena, o qué sé yo. Y que supuestamente era un tipo parecido a Hugo Chavez, pero con cara de chino.

Total que Paul Schrader le hizo una película al nipón mesmo, y parece que con ella ganó un premio en una competencia de canes de raza, celebrada en Francia. También me cuentan por ahí que el hombre escribió La última tentación del mismo. No la he visto, pero por el título intuyo que es una película autobiográfica en clave de cine porno. La que si pille hace poco fue Aflicción, un descenso a los infiernos de la soledad y la autodestrucción que me deprimió en cantidad.

En DirecTv pasaron el mes pasado una de sus obras maestras, El Juego Veneciano. Tampoco la vi pero un amigo que si sabe de cine, no como yo que soy un cinéfilo fantoche, me dijo sobre ella : " El Juego es un film amoral, de otra época diferente a nuestra pacata era. Una pareja decadente alterna con un matrimonio ingenuo en su refinamiento. La historia transcurre en una Venecia Viscontiniana. La ciudad de los canales luce más espectral y alucinada que nunca. Es el escenario apropiado para una tragedia metafísica de repercusiones expresionistas. El eclipsado protagonista, ¿un vampiro, un muerto viviente?, envuelve en un juego de seducción a los párvulos recién casados, para finalmente darles muerte en uno de los desenlaces más poéticos y desesperados de la historia del cine ". Sabias palabras.(Nota mental : ¿Qué dirían mis lectores si supieran que yo no tengo amigos, sino que me los imagino? ¿Y que además pongo ideas mías en boca de otros, para celebrarlas desde mi posición de supuesto cinéfilo ignorante? ¿Me dejarían de leer? ¿Y pensando un poco de todo como el comandante, qué estarán dando hoy en el cine? ¿Y por fin qué será de la vida de Montesinos, chico? En fin, a seguir redactando).

Antes de El Juego Veneciano, Schrader dirigió lo que muchos consideran su mejor peli, Posibilidad de Escape. Esta si la capture en cable. Recuerdo que era un tratado sobre la redención, protagonizado por un camello, un distribuidor de coca. Nueva York era el contexto de una trama desoladora sobre el infortunio de una generación en busca del sueño americano. Los paraísos artificiales, hacia el final de la función, devenían ruinas, y los personajes descubrían el equilibrio existencial fuera de los edenes efímeros de la droga.

Entre la frialdad expositiva de un film noir y la calidez ambiental de una película estival, entre la violencia afectiva de El Juego Veneciano y la insensibilidad invernal de Aflicción, entre el alarde formal de Posibilidad de Escape y el convencionalismo espacial del cine comercial menos afortunado, oscila la última e irregular película de uno de los pocos rebeldes que todavía quedan en Hollywood. Mía para siempre no será un título trascendente dentro de su obra, pero su presencia sobresale en una cartelera plagada de animales graciosos y dinosaurios con complejo de Einstein.

   


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Once cineastas que definirán el cine del próximo milenio (y II)

Arbitraria y personal como todas las selecciones, está lista no pretende ser definitiva o absoluta; viene determinada por lo subjetivo y visceral, aunque, como toda representación, se aproxima a la realidad. Por razones de espacio no están todos los que son, algunos treinta directores, por causa del medio el perfil de los elegidos se desarrolla de forma tan breve como rigurosa.


Jhon Woo. China 1946
En Hong Kong hizo un sin fin de irregulares thrillers tragediosos y melodramáticos, atravesados de coreografías de policías cayéndose a tiros. Con el tiempo su fórmula se depuró y perfeccionó, llegaron las obras maestras, el éxito en taquilla y la consagración internacional. Le llovieron propuestas de la Meca y el chinito, que no es tonto, agarró su cachacha y se fue para Hollywod. Filmó un desastre de film con Van Damme, un bodrio con Travolta y una joya en celuloide llamada Face Off. Es una película genial, en la que se conjugan perfectamente las obsesiones temáticas del director (El mito del doble, la redención como forma de salvación, etc), con sus inquietudes estilísticas (Tiroteos coreográficos, montajes rítmicos e intelectuales, etc). El año pasado, Woo nos llegó con su última película, una celebración del cine de suspenso, aventuras y acción llamada, Misión Imposible II. Era un ejercicio de montaje en clave de película de agentes internacionales, que brillaba por su increíble cadencia y su aparente superficialidad. Esperemos que en este siglo, los directores de la industria aprendan a hacer un cine comercial con la inteligencia y la imaginación de este autor.

Lars Von Trier. Dinamarca 1956
El profeta del cine digital, el ideólogo de la subversión formal cinematográfica que aconteció el fin del siglo pasado, el director de la cámara en mano, el autor de los diez mandamientos que definirán los destinos conceptuales de muchos cineastas transgresores del tercer milenio, el autor por excelencia del siglo XXI. ¿Qué más se puede decir de este admirable artista danés que obtiene una Palma de Oro con un video digital ampliado a 35 milimetros?. Con ese premio, Lars Von Trier no sólo nos convenció de que todos podemos hacer gran cine con una cámara de video y algunas buenas ideas, sino que motivo a los cineastas en activo a seguir buscando nuevas formas de expresión para el séptimo arte. Sin lugar a dudas, el cine del futuro tiene forma digital y alma de un artista contracultural como Lars Von Trier.

Wong Kar-Wai. China 1958
Happy Together es su único film estrenado en el país. Se trataba de un sórdido y melancólico melodrama homosexual ambientado en la Buenos Aires de los barrios bajos.La película pasó a la historia por haber obtenido un premio en Cannes y por conseguirle a su creador un salvoconducto de urgencia hacia lo más alto del olimpo cinematográfico. Fue la consagración occidental de Wong Kar-Wai. Fue el reconocimiento a la obra de un director vanguardista que desde sus inicios dobló las rígidas estructuras formales del cine con barridos de cámara alucinantes, montajes desconcertantes, tiempos muertos interminables y bandas sonoras inquietantes. Hace año estuvo en Cannes con una rareza de película llamada: In The Mod For Love. No gusto mucho a la crítica y menos aún al público, como los grandes, Kar-Wai parece condenado a ser incomprendido por sus contemporáneos. Otro director fijo en la lista de los cien autores más relevantes de los próximos cien años del cine.



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