Deslinde existencial

Todos los seres humanos piensan que el cerebro y aquello que nos hace pensar se encuentra en la cabeza. Tener el cerebro en el dedo chiquito de mi pie izquierdo era sumamente desesperante o muy chingón todavía no lo sé.

La primera vez que descubrí esto, estaba contemplando un atardecer a la orilla del mar de pronto mi dedo se empezó a mover, pero yo pensaba que contemplaba mi dedo con la cabeza y la verdad mi dedo se contemplaba así mismo, fue una reacción extraña, pensé en cortarme el dedo, pero el dedo se movía y me llevó a una reflexión moralista antisuicida.

Entonces quise fundamentar mi teoría ( no era una simple teoría, yo lo sentía y sabía que existía, mi conocimiento empírico me lo decía). Nadie me creyó...

Comenzó la mutilación de mi cuerpo (todo menos el dedo, decía mi dedito) comencé con la cabeza era lo que menos me servía, después fueron los senos, los brazos, la pierna derecha. Mi boca la pegué en mi nalga izquierda y cuando hablaba siempre tenía que darle la espalda al público.

Ahora mi cuerpo era un tronquito con una pierna y me fui a dar una conferencia a Sudamérica sobre el desarrollo de la conciencia humana mis posturas eran tan radicales que las personas estaban inquietas, unos se comieron las uñas de las manos hasta sangrar, otros intentaron comerse las de los pies pero no se atrevieron.

Todo era inútil mi vida no tenía sentido regresé a mi país, me resigné a una vida pasiva, en soledad, sentía el aroma y la brisa del mar, undiéndome en un éxtasis totalizador, no necesitaba que me creyeran, los humanos siempre son seguidores de lo que todos en conjunto piensan, con el tiempo (pienso) se darán cuenta, hay que dejar que pase el tiempo -me decía a mí misma , mientras tanto me dedicaba a llenar mis emociones internas con lo hermoso del sentimiento de la naturaleza.

Un día cuando el mar se extendía hasta las puertas de mi hogar, un hombre muy ingenuo (creo que salió del mar, parecía pescado), me entregó una cinta donde se hablaba a cerca de la historia de unos seres que tenían el cerebro en la punta del dedo más chico del pie izquierdo...El hombre me dio un beso en los labios y se marchó.

   

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