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La Revolución Inconclusa

Han pasado alrededor de 12 horas desde que se anunció el fallecimiento del presidente electo (pero no juramentado) Hugo Chavez. La ruta que recorre su ataúd ya ha convocado a mas de 50 mil personas que, encabezadas por Nicolás Maduro y Evo Morales han marchado al lado del féretro en un frenesí religioso pocas veces visto en América Latina.

Resumir el legado de Chavez a sólo un conteo de malas políticas es, por lo menos, de un simplismo alucinante. Desde anoche hasta hace poco menos de una hora, he leído unos veinte artículos (incluyendo los publicados por los compañeros de Panfleto Negro) que parecen coincidir en lo negativo que ha tenido la política de Chavez durante todos sus periodos.

La verdad, es que importa poco la muerte de Chavez. Lo que murió el 5 de marzo fue la posibilidad de perpetuación de un proyecto político de alcance continental que tenía mas asideros simbólicos que reales. En un artículo publicado por el Puercoespin.com.ar, el escritor Alberto Barrera Tyska menciona la beatificación de Chavez como parte de su política de Estado. Me atrevería a decir que la mistificación de Chavez es una consecuencia natural del exacerbado personalismo político de su periodo de 14 años, un periodo solo comparable con los de Guzmán Blanco. El discurso chavista impregnó a sus seguidores de un mito que ahora explota en toda su dimensión: mas de 50 mil personas se congregan en procesión alrededor de su urna. 50 mil personas que no fueron subvencionadas con autobuses ni metálico. Que no fueron obligadas a marchar, que no fueron obligadas a llorar.

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La mistificación de Chavez fue un proceso de abajo hacia arriba. Ya en el año 2003 era común ver bajo el puente de Nuevo Circo, representaciones en cerámica de Chavez siendo escoltado por las deidades de la Corte Malandra. El “Fenómeno Chavez” fue, ante todo, la historia de una gesta decimónica en pleno siglo XX. La aceptación y consumición de la “utopía” chavista fue la respuesta fácil a un problema social cuya solución hubiera requerido décadas de políticas económicas sostenidas, en un país donde es común que un gabinete destruya todo lo comenzado por un gabinete anterior. Con la continuidad de Chavez , se garantizaba el desarrollo de esas políticas aún sacrificando la alternabilidad del poder. Alternabilidad que también tiene su “toque” de representativo.

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En muchos artículos, sobre todos aquellos que insistían en idealizar a Chavez, se menciona su papel indispensable en la formación del ALBA, UNASUR, CELAC. Debo decir, que fuera de las aspiraciones idealistas de dichas uniones. Estas no parecen tener mucho efecto en lo económico. Tanto Argentina, como Brasil y Venezuela no pueden garantizar la suficiente estabilidad política y facilidades jurídicas a las grandes empresas inversoras quienes son las que generan empleo en la población y que, mas adelante, impulsarán a los países a buscar su propio desarrollo industrial. Casos exitosos de ese tipo son: Irlanda y Polonia. El problema del discurso chavista, en ese sentido, fue la demonización de ese tipo de táctica económica que tan bien le fue en aquellos países. Claro, comparar la situación irlandesa con la venezolana es arriesgado sin embargo debemos recordar que Venezuela tuvo en estos 14 años un ingreso que superaba con creces el préstamo que la UE le otorgó a Irlanda para su desarrollo estructural.

Por otro lado, el ALBA fue una alternativa para que empresas latinoamericanas puedan expandir sus productos y oficinas en los países aliados. Pero, sin políticas supranacionales es poco probable que dichas expansiones fueran completamente seguras, incluso para las empresas con sello latinoamericano. El beneficio social que prometió Chavez se cumplió a medias. La seguridad social tiene que estar unida al cinto de la seguridad económica y eso no se lograba con las expropiaciones sino con un acuerdo entre el sector privado y el sector laboral. Ambas partes tenían que sacrificar intereses a corto plazo para que todos pudieran surgir de una manera mas o menos igualitaria.

Las intenciones fueron buenas, pero no los procedimientos.

El camino al socialismo no debe ser forjado a fuego en la mente de un electorado enardecido por décadas de invisibilización política sino por un acuerdo que garantizara, tanto a empresarios como al sector obrero, que su sacrificio llegaría a puerto seguro en un par de décadas. Pero, como cosa rara, ninguno de los dos sectores iba a sacrificar nada porque una política de esa naturaleza implicaría la continuidad de un proyecto de nación que a todos los gobiernos les gusta crear pero ninguno mantener después de los cinco años reglamentarios. Muy probablemente por eso, Chavez gobernó 14.

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Probablemente una de las mejores cosas que hizo el gobierno chavista fue la creación de la sensación de riqueza. Amén del disimulo de la deuda interna y gracias a la liquidez que ofrece un país con grandes ingresos petroleros, el gobierno chavista incitó al consumo como pocas veces en la historia de Venezuela. Pero incitar al consumo, rara vez significa incitar la producción. La mayoría de las fabricas y créditos otorgados a PYMES fueron para el impulso y creación de productos ligados al sector agrícola: Chocolaterías, empaquetadoras de azúcar, de café, arroz, harina de maíz etc. Lo que se llamó como “Soberanía alimentaria”. Aunque es parte fundamental del desarrollo, la alimentación no es el único pilar que garantice la soberanía. El desarrollo de empresas tecnológicas es uno de los pilares, que fuera de dos proyectos que no terminaron de cristalizarse: la fabrica de computadoras Canaima y la fabrica de automóviles Venerauto (en convenio con Irán) se puede decir que no se desarrollo a cabalidad. Sin embargo, la construcción de viviendas, las ampliaciones de las líneas Metro, la inclusión a la universidad de una población flotante que en 2002 era 60% de bachilleres, la creación de Barrio Adentro y de los CDI fueron logros importantísimos en materia social, que garantizaron a Chávez una mayoría (la mas de veces, contundente) en casi todas las elecciones.

Ahora bien. ¿El proyecto político Hugo Chávez pudo haberlo hecho mejor? Sin duda y es muy posible que, con un poco mas de tiempo, algunas de sus políticas de desarrollo hubieran podido dar frutos visibles. Pero con su fallecimiento, ahora no hay garantía de nada. Como tampoco pudo haber garantía de la continuidad de algunos de los avances importantes logrados en su gobierno en cuanto a educación, programas sociales, acceso a la tecnología si hubiera ganado otro candidato.

Y ahora…

Según la constitución en 30 días deben llamarse a elecciones. ¿Cuál es el panorama?. Antes de irse a Cuba, Chávez les pidió a sus seguidores que, en caso de no poder tomar las riendas del poder, votarán por Maduro en las próximas elecciones.

Todos, absolutamente todos mis amigos chavistas, votarán por Maduro. De la misma manera que todos mis amigos de oposición votarán por Capriles. Este escenario es por decir menos, desalentador. Porque ninguno de los dos candidatos (en caso de que lo fueran) propone dejar de depender del petróleo. Si bien hablan del tan ansiado desarrollo , ninguno parece darse cuenta que el verdadero meollo es deslastrarse de la exportación de materia prima. De abandonar el mal habito de depender del rentismo petrolero, del populismo de Estado. De prometer “tarjetas Mi Negra”, “PlanesSocorro”, “Reforma Agraria”, “Casa X Rancho”.

Hay que deshacerse de la visión del Estado como un órgano de asistencia, para convertido en un regulador jurídico que garantice la igualdad de todos a la hora de acceder a los derechos básicos.

Votar por Maduro es, probablemente, correr el riesgo de convertir la “gesta chavista” es una dinastía de Estado. Y votar por Capriles ( que para las elecciones de Miranda, ningún partido de oposición con trayectoria lo apoyaba) que a estas alturas se ha convertido en el-peor-es-nada de la oposición es arriesgarse a dejar al país en manos de un plan B, un plan “paraguas”.

No hay nadie. Solo nosotros y nuestra conciencia.

La muerte siempre se resume a eso.

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