Sobre "Mientras escribo", de Stephen King

-Jesús Nieves Montero
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I Los libros sobre la escritura

La formación del escritor es un proceso lento. Están primero los libros de lectura obligatoria en la escuela, luego alguna curiosidad que puede convertirse en vocación, sigue algún taller literario, las tertulias con amigos. Paralelamente nace la necesidad por saber qué dicen autores, antiguos o contemporáneos sobre la escritura, cómo comenzaron, de dónde salían sus ideas, incluso cuáles eran las condiciones que les rodeaban cuando escribían.

Quien haya ido a una librería norteamericana sabe que las estanterías bajo el rótulo de "Referencia" sostienen un volumen exagerado de libros del tipo "100 consejos para escribir una novela", "Escribe y vende tu libro", "Escritura creativa para tontos" y otros derivados. La mayoría son malos porque parten de un principio de homogeneización absurdo e, independientemente de la intención con la cual hayan sido escritos, terminan por dañar al aprendiz de escritor.

Sin embargo, es posible encontrar excepciones que no son un simple contraste con los demás intentos sino un texto que podría llegar a considerarse indispensable.



II Un libro diferente

"Escribir es mágico; es, en la misma medida que cualquier otro arte de creación, el agua de la vida. El agua es gratis. Conque bebe. Bebe y sacia tu sed."

La invitación corresponde a los últimos párrafos de "Mientras escribo", de Stephen King, un libro de amplias audiencias: parece dirigido a los escritores por razones profesionales, pero los fanáticos de los libros de terror encontrarán información que complementará su admiración por King, para estos las anécdotas del autor, sus confesiones sobre algunas de las novelas más conocidas de su producción serán una especie de "detrás de las cámaras".

Bestseller y literatura parecen dos conceptos mutuamente excluyentes, por lo tanto, un libro sobre escritura de un autor con un volumen de ventas millonario debería tener poco impacto en un escritor "serio". No sé si esto sea cierto estadísticamente, siempre he apoyado la especificidad. Además, no se puede meter a Grisham, Crichton, Harold Robbins y Paulo Coelho arbitrariamente en un mismo grupo, no sería más que el síntoma de un prejuicio.

Y en este caso el prejuicio evitaría el conectarse con un libro del que puede decirse que, en el peor de los casos, paga con su contenido el dinero invertido.

Porque va al grano, es un libro que desmitifica la escritura y recuerda que es necesaria la artesanía. Ya la literatura no puede ser la de los burgueses que se sentaban con el papel frente a sí a recordar tiempos pasados, a adorar u odiar máquinas e industrias. Es simplemente otra pulsión vital, social, económica la que rodea al artista y sobre ésta debe responder (si en verdad tiene algo de sensibilidad). Sobre este asunto, Stephen King recuerda una novela que leyó en la cual un hombre le dice a su mujer "¡Quiero volar!¡Quiero tocar el sol!" y ella le contesta "Primero cómete los huevos fritos".

"Mientras escribo" es íntimo, está escrito con cuidado, con una facilidad narrativa y una claridad que sirven de ejemplo para algunos de los puntos de vista del autor. Unas cuantas páginas del principio dedica King a contarnos recuerdos aislados de su niñez, de algunos pequeños indicios de su futura profesión. ¿Megalomanía, egocentrismo? No, ésa sería la manera más pobre de leer esas páginas. Stephen King simplemente presenta uno de los conocimientos imprescindibles al momento de trabajar la escritura: el texto es algo indivisible de la experiencia personal. No es biografía ni memoria, pero es la construcción de un cuerpo, de una memoria paralela en páginas y caracteres.


Después del paseo por el pasado vienen las herramientas propiamente dichas para el escritor, como el lenguaje y por supuesto, la historia o anécdota. No hay que dudar: es un autor contando su experiencia. Pero el valor es que invita a sus lectores a emprender sus búsquedas particulares, a arriesgarse.

"Mientras escribo", es un libro sincero. No teme denunciar el amaneramiento de algunos estilos seudointelectuales, la pobreza del conocimiento de la lengua de algunos escritores, la falta de lecturas de otros y las grandes estupideces que hace cometer la inexperiencia. Todo con una manía diferenciadora porque en el arte no sirven las igualdades demagógicas, todos somos diferentes, debemos fomentar esa diferencia y explotarla.



III Color local

Es mi experiencia (por lo cual el siguiente comentario subjetivo es de mi exclusiva responsabilidad) que existe en el ámbito literario venezolano un conjunto de personas desajustadas, con musas desveladas, utopías fingidas y vocación de poetas malditos en serie. Son muchos los que se inventan problemas existenciales como un esfuerzo desesperado de hacerse interesantes y de animarse a escribir. Y no es un asunto sólo de los escritores más jóvenes. A ellos, el CONAC debería facilitarles un ejemplar de "Mientras escribo", con una dedicatoria de este tipo: "Mucha suerte en su carrera de escritores, pero primero cómanse los huevos fritos".

   
     



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