"...Mi mesa pertenece al territorio de Joaquín, un mesero con la típica figura de los personajes malos de las películas a los que uno se demora en descubrir: no esos que amenazan de entrada; más bien de los que inspiran confianza en las primeras escenas pero más adelante sorprenden. Lleva unos anteojos que parecen de utilería de ópera, pero que en realidad necesita para revisar facturas y contar propinas. Junto con el café me trae una jarra de agua y un pequeño plato con galletas de vainilla. Todo por dos pesos, que incluyen el derecho a escuchar conversaciones ajenas, inventarles historias a los clientes, leer los periódicos del día, imaginar las faenas literarias y musicales que le dieron al Tortoni buena parte de la fama de la que hoy goza, contemplar al Gardel de bronce o, simplemente, perderse en pensamientos inútiles...."

El viejo Tortoni
Fernando Quiroz


Fotos: Medusa