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Sobre Amphitryon de Ignacio Padilla

Primera parte
Leyes vigentes de la apreciación de libros y escritores por otros escritores

Ley I Todo manifiesto literario contemporáneo tiende a la incoherencia
Un escritor suele desconfiar de los manifiestos que aparecen en coincidencia con su tránsito vital.

Cuando algún contemporáneo se presenta con un manifiesto, no hay manera de evitar pensar que se está frente a un mamotreto escrito por gente confundida cuyo principal problema no son las equivocaciones literarias sino las esenciales, aquellas que nos hablan de gente que en algún momento antes de la muerte terminarán en un manicomio.

Corolario
Pero un escritor, aun cuando sea para criticarlo, se toma a la tarea de leer dichos mamotretos y revisarlos de manera objetiva.
Y a veces se puede encontrar uno con sorpresas como el manuscrito del movimiento "Crack" mejicano (crack por ruptura, no por la droga).

Ley II Todo escritor es capaz de reconocer el valor de un libro contemporáneo
Un escritor no es mezquino.
Sin embargo, llega un momento que de tanto leer pierde la capacidad de asombro y por eso difícilmente alaba de manera desmesurada libros nuevos.

Corolario I
Si escucha a un escritor como Carlos Fuentes llevar su halago a ciertas novelas hasta decir que acude a esos libros para "aprender sobre la novela", el escritor presta atención.

Corolario II
De darse el caso anteriormente mencionado, el escritor busca los libros, los lee, forma su propio criterio (que podría o no coincidir con el del escritor "consagrado"), pero siempre los lee.



Segunda parte
Ignacio Padilla, o de la completud de la novela

Escritor mejicano y narrador de la última parte de su novela Amphitryon. En dichas páginas, desde San Pedro Cholula, Méjico, Padilla intenta reforzar las bases históricas de su obra y despejar para el lector esas incógnitas que sirven de llaves para penetrar en los múltiples misterios planteados en el transcurrir del libro.

Adolf Eichmann, o de los crímenes de guerra
En 1960, Adolf Eichmann, uno de los principales responsables de la distribución en campos de concentración de los judíos que eran sistemáticamente eliminados por el Tercer Reich, basados en sus creencias de la superioridad de la raza aria, es capturado en Argentina.
Eichmann es llevado a Jerusalén, enjuiciado y ahorcado. Nunca negó su identidad.
Sin embargo, alguien tiene una duda al respecto, una duda bien fundada. ¿Era Eichmann el ajusticiado

Hermann Goering, o de la suplantación
El mariscal Goering, mano derecha de Adolf Hitler, es comprado a la idea de crear un ejército de personas entrenadas y modificadas quirúrgicamente para ser dobles de personeros de régimen nazi quienes suplantarán a estos funcionarios en actos públicos para así evitar los peligros propios de atentados y otros ataques. Uno de los funcionarios con dobles era Adolf Eichmann.
El proyecto, denominado Amphitryon, fue suspendido por sospechas de una posible traición y los creadores y dobles fueron eliminados.

Franz T. Kretzschmar, o de la venganza
Ser o no ser se pregunta Hamlet. Supongamos por un momento que la respuesta es: ser. ¿Qué pasaría si se tuviera que profundizar la pregunta a ser quién?
Uno nace y comienza a escuchar nombres: el propio, el de aquellos a quienes genéricamente llamamos padre o madre, tíos, abuelos, hermanos, primos. Nos vamos inundando de nombres y damos por descontado que son una de las certezas de nuestra vida, una fórmula inequívoca de identidad.
El joven Kretzschmar se ve obligado a dudar de su apellido, de la figura y del oficio, de la identidad total de su padre cuando éste es enjuiciado por presunta negligencia profesional.
Años después desarrolló un contundente deseo de venganza, pero a veces sólo se viven apariencias mientras fuerzas desconocidas lo convierten a uno en víctima.

Jacobo Efrussi, o de lo lúdico
Jugarse al ajedrez una o dos piezas de oro. Jugarse al ajedrez un poco más. Un poco más.
¿Hasta llegar al nombre, a la identidad?
Jacobo Efrussi, hijo de un joyero judío, experto jugador de ajedrez tiene un gusto por las apuestas altas y va jugando y ganado otras vidas, otros nombres, hasta que ya no puede volver a encontrarse y se pierde. ¿Para siempre?

Daniel Sanderson, o de los enigmas
Sanderson, un escritor "negro" (quien presta su pluma para escribir libros que irán firmados por otros, especialmente celebridades), recibe un legado de misterio, la posibilidad de entender un poco más sobre el juicio de Eichmann, sobre la inestabilidad de los rostros, las apariencias y los nombres.
Pero la verdad, por resplandeciente, no puede ser vista completa; de sí, sólo expone retazos, sólo fragmentos.



Tercera parte
Jesús Nieves Montero, o sobre Amphitryon

Los anteriores son algunos de los personajes y situaciones que hacen a la novela de Ignacio Padilla, mejicano perteneciente al movimiento "crack", uno de los pocos libros cuyo precio está acorde con su calidad. La lectura funciona en un primer nivel, como una novela de suspense, emocionante, casi hollywoodense hasta ir cayendo en la reflexión sobre la identidad, los nombres y el elemento lúdico de la vida que da sustento a un libro para leer rápidamente.

En múltiples partidas de ajedrez múltiples personas (o apariencias de personas) se juegan sus identidades, sus pasados y sus futuros y la pasión por el juego llega a tal nivel, que al final se arma una partida donde los personajes sólo pueden ser piezas de un tablero congestionado.

¿Quién mueve esas últimas piezas personificadas?

Amphitryon obtuvo, por unanimidad, el Premio Primavera de Novela del año 2000.

(Nota: la estructura de esta columna no hubiese sido posible sin la lectura de otro de los libros del movimiento "crack", En busca de Klingsor, de Jorge Volpi. Gracias por el modelo.)


   
     



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